Por Fabricio Portelli
Actualmente en la Argentina se producen los mejores vinos de su historia, pero el consumo per cápita es el más bajo. ¿Cómo puede ser que, habiendo tantos buenos vinos para elegir, los consumidores beban cada vez menos? Obviamente la respuesta está en el poder adquisitivo de la gente, que se resiente mes a mes, y lo primero que suele dejar de lado, además del entretenimiento, son esos "lujitos cotidianos" como el vino.
Se sabe que para concebir grandes vinos hay que invertir mucho. También, las bodegas deben comunicar mucho todo lo que hacen, no solo para posicionar sus líneas de vino o un varietal específico, sino para ganarse la empatía de los consumidores.
Esto quiere decir que el precio no es de los atributos más importantes del vino. Sin embargo, en la Argentina de hoy, es lo primero que se evalúa a la hora de elegir una etiqueta.
Por otra parte, las bodegas y el retail (supermercados, vinotecas, restaurantes, etc.) no han logrado plasmar una cadena comercial clara y transparente. Es por ello que los precios sugeridos (por las bodegas) de los vinos, se ven tan distorsionados en el mercado.
Por suerte, la Argentina es uno de los productores de vino más importantes del mundo (5to puesto en 2018, con 14,500 millones de litros, detrás de Italia, Francia, España y Estados Unidos), y eso permite tener muchas etiquetas en cada segmento de calidad y precios. Y más allá de lo que cada uno pueda comprar, el consumidor puede estar tranquilo, ya que hay vinos para disfrutar a la medida de cada bolsillo.
Entendiendo los precios de los vinos argentinos
En los principales mercados de consumo, donde compiten todos los vinos del mundo, los vinos nacionales deben mejorar la calidad año tras año manteniendo sus precios, algo que en el mercado doméstico es imposible por la inflación permanente.
Un buen ejercicio es pararse frente a la góndola de un supermercado para empezar a entender las diferentes franjas. En nuestro país, el 90% del vino consumido cuesta menos de $100 el litro, y la mayoría de las botellas comercializadas tiene 750 cc. Eso explica que abunden tantos vinos en Tetra-Brik o en botella en dicho segmento. Pero acá se mezclan algunas etiquetas, y terminan confundiendo al consumidor. Claro que la calidad está asegurada, pero se trata de la base de la pirámide cualitativa. El consumidor de estos vinos es costumbrista y fiel, y sabe dónde ir a buscar su vino de todos los días, y si bien sufre los aumentos de precio, hace el esfuerzo para seguir dándose el gusto.
Hay marcas muy establecidas y otras "renovadas" (viejos vinos que se relanzan), el tema acá es poder detectar cuáles son "finitos" y cuáles "finos". Los primeros son vinos masivos, generalmente clásicos, con fruta madura y ciertas rusticidades aceptables, con marcas de fantasía, y sin mucha más explicación en la etiqueta. Mientras que los otros suelen ser varietales (o blends), con el nombre de la cepa bien visible en la etiqueta, y también la añada (cosecha).
Entre los $100 y los $200 se está jugando el gran partido del momento. Acá empiezan a aparecer algunos "Reserva", pero hay que tomar ciertos recaudos porque supuestamente son vinos que tienen una crianza en barricas de roble. Y eso ha derivado en procesos alternativos -naturales, pero más económicos- que aportan algo de madera a los vinos. Pueden ser etiquetas tradicionales o nuevas, pero hay que saber que las grandes bodegas o marcas consagradas siempre van a tener mucho más que perder si no hacen bien las cosas. El origen (Mendoza, Salta, Patagonia, etc.) empieza a ser protagonista, aunque a estos vinos no se les puede pedir mucho más que ser agradables, bien logrados y expresivos. Buscar siempre los vinos más jóvenes (del año) y recordar que son vinos para disfrutar, no para guardar.
La franja que va de los $200 hasta los $500 es quizás la que más ha crecido en 2018, ya que la crisis obligó a muchas bodegas a empezar a hacer los mejores vinos posibles que la gente pueda comprar, más allá de las exportaciones. Así fue que muchas de las innovaciones se dedicaron a elaborar vinos con carácter y atributos, pero a su vez masivos, para poder llegar al mercado a precios más accesibles.
Aquí, los conceptos empiezan a plasmarse en las etiquetas. Y más allá de si es una llamativa, clásica o moderna, descriptiva o enigmática, cargada o minimalista, lo importante será que cumpla con las expectativas generadas. El respaldo de las bodegas o de algún personaje reconocido (enólogos o agrónomos) se empieza a ver en las contra etiquetas.
De $500 a $1000 ya se encuentran vinos que pueden hablar por sí solos, ya sea por su sentido de pertenencia, o por haberse convertido en referente de algún terruño o de algún cepaje en particular. La trayectoria y la elaboración se ponen en valor, y aparecen los atributos, esos que son propios de los vinos de alta gama.
En general, por más de $1000 se puede decir que todos los vinos compiten por su calidad: ¿cuál es el diferencial entonces? La exclusividad, el origen, si es de un viñedo particular que ganó prestigio, la fama de su hacedor, etc. Si se trata de un vino de partida limitada, que es reconocido en el mundo por sus altos puntajes, seguramente su demanda será muy superior a su oferta (cantidad de botellas producidas), empujando su precio a valores asombrosos para la mayoría de los consumidores.
Pero se podría decir que los vinos argentinos están bien organizados por precio, más allá que puedan parecerles caros a la mayoría. Esa es otra cuestión por un problema estructural del país. Los vinos valen, no cuestan, y resultan caros o baratos de acuerdo a las posibilidades de cada uno.
Cómo elegir vinos por el precio
En los hipermercados, supermercados, autoservicios y súper chinos pueden abundar los precios amigables, pero carecen de asistencia alguna. Es decir que las etiquetas de los vinos y sus precios deben hablar por sí solos. Las ofertas parecen siempre atractivas (pagar menos y llevar más), pero habría que saber cómo se originaron. Hay que tener cuidado con las cosechas, para que no se traten de remanentes viejos, sobre todo de los vinos más accesibles porque son los que más sufren estar parados y expuestos a la luz fluorescente. Si no figura la añada, en la contra debería estar la fecha de envasado. Los precios de los súper chinos siempre son más atractivos porque ellos remarcan por menos margen sus precios, aunque solo tienen etiquetas que les garanticen rotación.
En todos estos casos hay que ir por los vinos conocidos y aprovechar al máximo los descuentos, pero siempre para consumo personal, porque las buenas condiciones de estiba no están garantizadas.
Pocos saben que en las vinotecas hay muchos vinos de $200, y por ende no se animan a entrar. Allí siempre habrá alguien dispuesto a asesorar, a explicar las diferencias entre una y otra etiqueta, porque el objetivo de ellos es ganarse nuevos clientes, no vender productos. Tener un vinotequero amigo puede ser de mucha ayuda, aunque también es útil informarse previamente para poder generar un intercambio durante la compra. Allí, la guarda y el cuidado de cada botella está garantizado; incluso si un vino está defectuoso, lo pueden cambiar e informar a la bodega. Además, en las vinotecas se suelen descorchar botellas recién llegadas para que los clientes degusten y conozcan las novedades. Sin dudas, es el mejor lugar para conocer sobre vinos, sacarse las dudas y comprar esas botellas especiales, para compartir, para regalar, o para guardar.
Salvo las tiendas on-line reconocidas, Internet no aporta claridad al tema sino más confusión, porque los precios suelen ser muy dispares para el mismo vino. El problema se agrava cuando alguien llega a una vinoteca creyendo que ese es el precio correcto y se encuentra con una más alto. Pero claro, las ofertas tiran y tientan a muchos. Optar nuevamente por vinos conocidos para acotar las malas sorpresas. Y si bien es el canal comercial del futuro, falta para que la industria se ponga de acuerdo y pueda sacarle provecho, al tiempo que los consumidores confíen en el medio, y se animen cada vez más a comprar desde su celular y recibir el vino en sus casas.
10 vinos para tentarse por menos de $300
San Felipe Blanco
Bodega La Rural, Mendoza $160
Pasan los años y las modas en el vino, pero este blanco mantiene orgulloso todas sus formas, por fuera y por dentro. Un vino clásico a base de Chardonnay, Chenin y Semillón, de paladar amable con todo integrado. Fresco y de buen volumen, con un carácter de fruta blanca (ananá) limpio y agradable.
Puntos: 86,5
Callia Esperado Syrah, Malbec 2017
Bodegas Callia, San Juan $160
Es una de las bodegas ícono de la era moderna de San Juan. Elaborado con uvas maduras, a base de Syrah (60%) y Malbec (40%). De trago amable y fácil, paladar franco y frutal, con dejos caramelizados.
Puntos: 87
Novecento Raíces Chardonnay 2016 $165
Bodega Dante Robino, Mendoza
Combinando uvas de Los Árboles (Valle de Uco) y Luján de Cuyo (Agrelo), el enólogo logró un blanco amable, más apoyado en las frutas secas. Con cierta madurez y trago untuoso, con final austero. Un vino con ímpetu pensado para la mesa.
Puntos: 87
Puna 2600 Torrontés 2017
Bodega Puna, Cachi, Salta $190
A pesar de ser un Torrontés de altura sus aromas se sienten integrados, con dejos de frutas abrillantadas. Paladar franco y fresco, también algo maduro y con cierta rusticidad que le queda bien. Con agarre y persistente final. No es tan floral, su carácter pasa por otro lado, por sus texturas y su final frutal con toques vegetales.
Puntos: 88,5
Portillo Malbec 2017
Salentein Wines, Valle de Uco, Mendoza $160
Gustavo Bauzá, enólogo de la casa, logró un Malbec destacable y al alcance de muchos. Porque sus expresiones son nítidas, de fruta roja con dejos herbales. Paladar fresco y ágil, pero a la vez consistente, por lo que se luce en la mesa cotidiana.
Puntos: 88
La Linda Sweet Viognier 2018
Luigi Bosca, Mendoza $275
Este vino se acomodó con las cosechas, hoy es un blanco dulce natural que sorprende por sus aromas fragantes y limpios, con un carácter frutal (durazno) que habla de la variedad. La frescura y la dulzura se sienten muy bien integradas, y esa es la clave para poder disfrutarlo en cualquier ocasión informal.
Puntos: 88,5
Siete Vacas Tannat 2016
Arcas de Tolombón, Tucumán $240
Tinto de aromas sueltos y frescos, aunque no muy definidos. Paladar ágil y buen volumen, con especias típicas del varietal. De paso fresco y un final en el que aparecen los taninos firmes que se esperan de un buen Tannat, además de la profundidad que le aporta.
Puntos: 88,5
Almahuar Cabernet Sauvignon
Bodega Almahuar, Maipú, Mendoza $280
Cabernet Sauvignon nuevo con la estirpe del lugar, hay tipicidad de fruta con esos dejos especiados y sobre todo los taninos que identifican al varietal. De paso amable y con estructura para acompañar las carnes en casa.
Puntos: 88,5
Altos del Plata Malbec 2017
Terrazas de los Andes, Mendoza $200
Es el Malbec de entrada de gama de la casa. De paladar fluido y fresco, con buena fruta roja. De paso especiado y vibrante, también franco y con las notas de torrefacción aportadas por el roble que asoman sobre el final.
Puntos: 87,5
Trivento Reserve Cabernet Sauvignon 2017
Bodega Trivento, Valle de Uco, Mendoza $250
Tinto de aromas algo fenólicos y especiados que se asocian al cepaje. De paladar franco, con especias y taninos algo firmes para su cuerpo amable. De trago jugoso y final persistente.
Puntos: 88
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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