Por Daniela Hacker
Las Fiestas son momentos de reuniones, de compartir con amigos y con la familia. Pero no todo es color de rosa. Son también momentos en donde afloran todas las emociones: ansiedades, tristezas, alegrías, excesos.
Los días anteriores a Navidad y Año Nuevo comienzan las discusiones y los sentimientos encontrados. ¿Con quién vamos a compartir las fiestas? ¿Con tu familia o la mía? ¿En la casa de quién vamos a reunirnos? ¿Cómo vamos a organizar la comida: uno prepara para todos o cada uno lleva algo? Hay expectativas de que todo tiene que salir bien. Pero también son momentos donde se generan angustia y ansiedades porque las cosas nunca son tal cuál las imaginamos. Además, en las redes sociales encontramos imágenes de fiestas "perfectas" llenas de diversión y alegría, y más allá de que muchas veces esto sea sólo una fantasía creada para "el afuera", podemos sentir que nuestras vidas están muy lejos de esos ideales y nos angustiamos.
"Muchas veces pensamos que fin de año es el fin de mundo. Por eso empiezan a aparecer síntomas de ansiedad y de estrés. Es importante diferenciar estas dos emociones, porque el estrés es el peso del presente y la ansiedad es el peso del futuro", explicó a Infobae la psicóloga Daniela Furst. "La ansiedad son pensamientos anticipatorios. Por eso, si ya sabemos que tenemos que compartir con familiares que son complicados, tenemos que analizar cuáles son las expectativas que tenemos para no chocarnos con la realidad y que se nos generen malestar y angustia", agregó la psicóloga.
Adrián Yoris, doctor en Psicología e investigador de INECO, dialogó con Infobae y explicó que: "el factor estrés es mucho más grande en esta época en los países del hemisferio sur. Nosotros venimos de 12 meses de trabajo continuo mientras que en el hemisferio norte tienen dividido su año por vacaciones en semestres por lo cual nuestro desgaste físico y mental es mucho más grande. La gente llega cansada y se encuentra con la idea de que tiene que festejar algo".
Además, agregó que "desde el punto de vista social, hay un mandato de que hay que estar felices y festejar el fin de un ciclo pero muchas veces eso no coincide con lo que sentimos o con el ciclo vital que estamos atravesando".
"No", la palabra mágica
"Pensar en fin de año es exceso de eventos, de comidas, de bebidas. Muchas veces tenemos déficit en el sueño, tenemos mucho cansancio y repercute mal en nuestro estado de ánimo. Por eso, es importante poder cuidarnos y poder elegir. Para eso, la herramienta que nos ayuda cuidarnos es el uso de la palabra mágica: 'No'. 'No puedo', 'no quiero', 'no, gracias'. El 'no' es lo que nos permite poner límites a este bombardeo de situaciones y estímulos", expresó Furst.
Las Fiestas nos encuentran luego de un año de trabajo intenso, de actividades y de obligaciones. "Venimos con toda una carga. Es un momento del año de mucho cierre. Cada uno atraviesa diferentes ciclos vitales: por ejemplo quienes tienen hijos adolescentes pueden estar preocupados con el tema de las materias pendientes. O si tienen hijos chiquitos hay muchas fiestas de fin de año. Muchas veces aflora la tristeza por recuerdo de esa persona perdida y amada que hoy no está con nosotros. Hay mucha gente a la que se le reactivan los duelos y por eso conectan con las personas que ya no están. O quienes están de duelo por la rotura de un vínculo", explicó la psicóloga.
Expectativas y exigencias
"No nos desilusionamos por una situación concreta sino por lo que esperamos de esa situación. Si podemos evaluar sobre aquello que esperamos podremos encontrar un antídoto. Si nos pusimos un objetivo muy alto a principio de año y no lo cumplimos, debemos aceptar que no lo vamos a cumplir todo junto el último mes. Es importante reconocer qué nos faltó para alcanzar ese objetivo deseado que pueden ser desde bajar de peso, cambiar de trabajo, revisar cuestiones de la pareja. Porque muchas veces, aparece el bajón porque terminó el año y no hice nada de lo que quería hacer. Pero hay que pensar que quizás durante el proceso aparecieron otras cosas que no estaban pensadas e hice otras cosas que no tenía previsto y que fueron muy fructíferas", agregó Furst.
"Hay gente que tiene una representación mental de las Fiestas: debe ser una situación idílica, hermosa apacible y se olvida de los vínculos familiares que tiene. Y, después, cuando ve que hubieron situaciones que no les gustaron aparecen las desilusiones y las peleas con la pareja".
Excesos de comida y bebida
La médica nutricionista Mónica Katz aseguró que "las Fiestas son descontrol en muchos aspectos. Y muchas personas no tienen en cuenta la responsabilidad que implica dar de comer a otros. Chicos y grandes estamos sometidos a situaciones de diferentes festejos en el que nadie piensa en la salud de nadie. Yo estoy a favor del placer, pero necesitamos un entorno saludable sin excesos. Por eso, en estas fechas que son momento de balance, en la que nos damos cuenta lo acompañado o solo que estamos, que son momentos para los festejos o los duelos, la comida ocupa un lugar central del que no siempre somos conscientes".
"Los humanos comemos dirigidos por tres motivos: por la necesidad de calorías y nutrientes; por placer; y por el consumo emocional que cada vez tiene más relevancia en este mundo incierto y en la Argentina en particular con tanta incertidumbre". Y agregó: "La comida disminuye el cortisol que es la sustancia que dirige la respuesta al estrés. Por eso, la persona que come por estrés se está 'automedicando' para sentirse mejor. Pero al hacerlo, deja una huella y lo volverá a repetir como estrategia cada vez que tenga una angustia o malestar. Será sus estrategia para enfrentar la vida", explicó Katz.
Algunas recomendaciones
Katz compartió algunos consejos para pasar la Fiestas sin tantos excesos. "Para lograr un cambio es importante comprar menos y preparar menos sin renunciar al placer. Todavía estamos atrapados en el viejo paradigma del control porque no estamos diseñados para detener nuestra ingesta frente alimentos atractivos".
Por último el psicólogo Yoris da algunos consejos:
1)Tratar de evitar hacer balances. Salvo que uno esté cursando un año escolar o universitario, el resto de las cosas de la vida no suelen tener un cierre justo a fin de año.
2) Quitarse la presión de tener que festejar cuando uno no la está pasando bien por diversos motivos. El festejo no tiene que ser un mandato.
3) Reducir las expectativas, porque no necesariamente todo va a salir bien.Todo esta puesto en nuestro pensamiento y cómo nos tomamos las cosas. Por eso, para bajar las expectativas, tenemos que aceptar y reconocer que venimos de un año intenso -especialmente este año con mucha crisis económica- y flexibilizar el pensamiento.
4) Pensar que las fiestas pasan rápido. Lo que pase en esa noche al otro día ya es pasado y empieza algo nuevo.
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