¿Cómo no considerar a la juventud -específicamente en la franja etaria entre los 18 y 29 años como una gran ventana de oportunidades, una etapa fértil y fundante de la vida, que sin duda es y será sustancial para la instalación y desarrollo de las sociedades futuras?
De allí su importancia y consideración trascendente como objeto de estudio, al comprender que la juventud constituye una etapa de singular relevancia en términos de oportunidades de integración y participación social de las personas. Y así lo supo plasmar un suculento y original informe diagnóstico que confeccionó el Programa del Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA), de la Universidad Católica Argentina (UCA), con el apoyo de la Fundación Instituto Superior de Ciencias de la Salud: "Juventudes desiguales: oportunidades de integración social".
El informe instala con fuerza y con sobrada fundamentación metodológica y teórica sobre la mesa, el concepto de que hoy existen juventudes múltiples, juventudes desiguales. La encuesta de ODSA relevó la opinión de 4.689 jóvenes que responden a la estructura demográfica de los principales aglomerados urbanos de todo el país.
La población estudiada y auditada entre los 18 y 29 años representa casi el 20 % de la población total de la Argentina – 8,4 millones- con similar composición de varones y mujeres (10%, respectivamente).
Estructura de la población según sexo y edad y participación de los jóvenes de 18 a 29 años.
"Durante las últimas décadas , la emergencia de nuevas incertidumbres y los procesos de individualización han propiciado una creciente "desestandarización" de las trayectorias juveniles, lo que ha tenido una renovada repercusión sobre los modos de transitar esta etapa vital", explicó Santiago Poy a Infobae, autor de la investigación "Juventudes desiguales…".
"Si bien se reconoce que la edad ofrece una base material relevante de la juventud, su definición varía a lo largo de la historia y no puede escindirse de las desigualdades socio-económicas que atraviesan los jóvenes. De allí que resulte pertinente referir a distintas juventudes, configuradas en función de diferentes clivajes sociales y de género", subrayó Poy.
Inside del informe, primera parada
Lo primero que intenta plasmar el informe del ODSA-UCA es reconocer y describir los diversos modos de vivir de la juventud en la Argentina urbana de finales de la década desde el 2010, siendo el objetivo de la investigación caracterizar a la población de 18 a 29 años.
Y además analizar las implicancias y particularidades de ese segmento etario a través de cuatro dimensiones que conciernen a sus oportunidades de desarrollo humano y social: educación; empleo y protección social; salud, fecundidad e ingreso a la maternidad/paternidad y condiciones psico-sociales.
La configuración social de cómo los jóvenes en la actualidad logran movilidad e integración social cambió. Es más compleja e incluso está teñida por un escenario paradojal, y esto lo refleja claramente la investigación de la UCA.
El dato de que 4 de cada 10 jóvenes en la Argentina no terminan el secundario establece un escenario poco promisorio para los jóvenes argentinos. Sin embargo, existe una contracara: 6 de cada 10 la terminan. Y las mujeres alcanzan mayores niveles educativos que los hombres.
El 24% de los jóvenes encuestados terminó la secundaria y está cursando un nivel terciario o universitario, mientras que el 6,3% ya finalizó dicho nivel.
"Las conjeturas construidas avanzan sobre el reconocimiento de una sociedad estructuralmente más desigual y en la que los procesos de integración social de los jóvenes son más heterogéneos ", definió a Infobae Ianina Tuñón, investigadora y coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia y ODSA, UCA.
"Los cambios en los entornos social, familiar, educativo y comunitario de estos jóvenes a través de lo que se ha dado en llamar la reproducción intergeneracional de las condiciones de pobreza, modifican estructuralmente el contexto de producción de recursos humanos y sociales, en el espacio de la salud, educación y condiciones psico-sociales, entre otros".
Educación, salud y empleo, no siempre de la mano
Entre los hábitos de la salud de estudiantes de nivel secundario es importante advertir que un joven inserto en el sistema educativo tiene cierto marco de protección. "Esto se trasunta luego en que se advierten menos embarazos adolescentes en aquellas jóvenes que asisten y terminaron el ciclo medio", precisó a Infobae el doctor Claudio Santa María, rector de la Fundación Instituto Superior de Ciencias de la Salud, UCA.
"Hay que decir que el segmento poblacional estudiado de 18 a 29 años es en la actualidad la población más desatendida y desprotegida de la sociedad. El mismo relevamiento arrojó -a contrapelo de cómo se interpreta en general a los jóvenes hoy- que al 58,8 % de los consultados le gustaría comunicarse mejor con sus padres" .
Ante la pregunta de si tienen amigos que se drogan, el 30,8% de los estudiantes manifestó que sí. Del 44% que expresó haber tenido relaciones sexuales , el 70% inició su actividad sexual antes de los 17 años y en su mayor parte entre los 13 y los 16 años.
El 45,5 % de los jóvenes encuestados manifestó no tener cobertura de salud. Y el 36% expresó que hace más de 1 año no visitaba o no pasó por una consulta médica. La posibilidad o no de concretar esto está vinculado a poseer o no una obra social.
Juventudes desiguales: oportunidades de integración social. En porcentajes de jóvenes de 18 a 29 años. Año 2017
Se destaca que solo el 30% usa siempre preservativos. 1 de cada 3 estudiantes secundarios tienen alterado su peso corporal de acuerdo al IMC calculado. Y el 3,4% presenta riesgo cardiovascular.
Participaron de la encuesta 4689 jóvenes relevados por la Encuesta de la Deuda Social Argentina – Serie “Agenda para la Equidad” (2017-2025)
Más de la mitad vive en hogares nucleares completos (53,4%) y casi un tercio reside en hogares extendidos (31,9%) . Es muy reducida la proporción de jóvenes en hogares unipersonales (2%)
Una cuarta parte son jefes o cónyuges – lo que podría dar cuenta de la formación de un hogar independiente -, mientras que 6 de cada 10 vive con su padre y/o madre – ya que son hijos o hijastros del jefe de hogar-.
4 de cada 10 jóvenes pertenecen a hogares de estratos medios. 1 de cada 10 jóvenes (10,3%) reside en viviendas ubicadas en villas o asentamientos precarios y más de la mitad (58,6) se ubica en el aglomerado de GBA.
Paradojas del empleo joven
Casi 1 de cada 5 jóvenes activos está desempleado (18,1%). Sólo 4 de cada 10 jóvenes ocupados en la Argentina urbana tienen un empleo pleno de derechos (39,7%); casi 3 de cada 10 tienen empleos precarios (28%) y otros 3 de cada 10 presentan subempleo inestable (32,3%)
Los varones tienen mayor propensión a estar trabajando o a buscar trabajo que las mujeres (72,6 % y 47,3%, respectivamente) y asimismo están menos afectados por la desocupación que ellas (14% y 24,8%)
La mitad de los jóvenes (50,8%) de 18 a 29 años no realizan ejercicio físico planificado, como ir al gimnasio, realizar algún deporte, o caminata al menos una vez por semana.
No hay una relación directa entre tasa de desempleo y niveles educativos. Ocurre que el nivel educativo condiciona el ingreso pero no condiciona el desempleo.
Ser padres y los déficits de la juventud
La facundidad y el ingreso a la maternidad/paternidad constituyen eventos clave en la vida de los jóvenes , pues se asocian con una de las transiciones más significativas en el pasaje a la vida adulta.
1 de cada 3 jóvenes (34,4%) tiene hijos o está esperando uno.
De los jóvenes que tuvieron hijos o están esperando uno , casi la mitad (47,3%) fueron padres o madres adolescentes (hasta los 19 años) . Casi el 85% de ellos percibe algún mecanismo de transferencia de ingresos : 52,2% la AUH o Embarazo y el 31,2% las asignaciones familiares.
Distribución de jóvenes que tienen hijos o están esperando un hijo según características seleccionadas. Año 2017. Total de aglomerados urbanos.
El 17,9% de los jóvenes en la Argentina perciben no tener amigos, ni una red de contención a la cual recurrir en caso de tener una necesidad . Es decir presentan un déficit de apoyo social estructural.
Y 1 de cada 4 jóvenes (24%) perciben no tener personas cercanas a las cuáles recurrir para solucionar necesidades de la vida cotidiana, presentando déficit de apoyo instrumental.
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