Por Flavia Tomaello
Recetas "mini", clases de cocina, cumpleaños personalizados, youtubers gastronómicos … existe una preocupación mundial por lo que se come y sobre todo, por la salud infantil vinculada a la comida. Los especialistas aseguran que la única forma de prevenir trastornos alimenticios y de generar conductas saludables a la hora de comer es involucrarlos en la cocina desde pequeños.
Por un lado va la tendencia, por otro va la salud. No siempre se reúnen, pero en esta ocasión, si las cosas se toman con conciencia, puede haber un camino sólido para construir consumidores de alimentos más conscientes, más saludables y con mejores vínculos con lo que se come. Según las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo hay más de 340 millones de niños y adolescentes (entre los 5 y los 19 años) con sobrepeso. De allí que, entonces, la moda de cocinar con niños puede ser un trampolín para comenzar a trabajar sobre ese riesgo vital, considerado una epidemia.
La alimentación es el proceso natural por el que se incorporan los nutrientes necesarios para sobrevivir. Es una instancia indispensable para la existencia. Se trata de un hecho voluntario y animal que con naturalidad se activa ante una necesidad biológica para dotarse de energía y funcionar correctamente. El ser humano, en tanto, ha transformado el momento de alimentarse en un hecho social donde se comparten experiencias entre pares.
Así es como el comer está ligado a la emocionalidad y por eso pueden desarrollarse fácilmente problemas de salud relacionados como los desórdenes alimentarios, obesidad, diabetes, malnutrición, entre otros.
Para crear un esquema saludable en el proceso de aprendizaje de las rutinas alimentarias los papás trabajarán con un componente natural que se vincula a la necesidad fisiológica, pero, a la vez, con una serie de aprendizajes que tendrán que ver con la cultura familiar; el componente sociológico en función del entorno y sus costumbres; las preferencias del paladar; la accesibilidad de productos y la salud.
Para la cocinera Ceci Duca, responsable de Como come León, un espacio digital donde se propone una cocina saludable para los más chicos, aseguró que "los niños son bienvenidos en la cocina por muchas razones: son mucho más propensos a probar nuevos alimentos cuando fueron ellos mismos quienes los prepararon, aman convidar, aprenden a vincularse de manera directa con los ingredientes y no temen dar un bocado en aquello que tocaron previamente".
Cocinar desde pequeños colabora en fomentar hábitos saludables, es posible introducir ingredientes nutritivos e ir relatando historias sobre cada uno de ellos. Incluso se abre la posibilidad de llevarlos de compras: que pueda elegir el color y la forma de aquello que les parezca, y en torno a ello, crear en casa una receta adecuada. En ese camino, además, abren el juego al valor de los ingredientes de temporada.
Los queridos primeros mil días
Es sabido que los primeros mil días del niño, partiendo desde su concepción, serán la base de su futuro. La alimentación no queda afuera. "Hasta los dos años de edad es el período en el que se define su desarrollo cognitivo y su salud. En esos primeros mil días se desarrolla su sistema inmunológico, metabólico, tiene el mayor crecimiento y su cerebro crece más que el resto de su vida", indicó Duca.
El niño aprende a masticar entre los 6 y 9 meses de edad, si no le ofrecemos al bebé la ocasión de hacerlo, se pierde esta ventana de oportunidades, y la construcción de hábitos relacionados a la alimentación, tales como adquirir el gusto por diferentes olores, sabores y texturas. A partir del año de edad el niño ya puede participar de la mesa familiar.
Karina Gao se desayunó con una maternidad doble, Simón y Benjamín, y es una apasionada de la gastronomía. El desafío de cocinarles sano se planteó desde un comienzo, y así volcó su experiencia en un blog y un libro Mon petit glouton, recetas para bebés gourmet. "Creo que es fundamental que los chicos cocinen desde pequeños. Cuando son más chiquitos se les pueden pedir aportes más simples, pero perdurables. Es la base para que puedan tener una alimentación saludable después".
Las mamás cocineras, propulsoras de la tendencia coinciden en llevar a los chicos de compras. "Mis hijos comen brócolis, zapallitos y zanahorias. Todas las "verduras difíciles" sin ningún problema, y eso es gracias a que siempre tuvieron contacto directo con las materias primas", resumió Gao a Infobae.
Natalia Kiako reunió en su blog nataliakiako.com.ar su pasión por la cocina natural sin restricciones. A partir de ese embrión surgió 'Cómo como', su primer libro de recetas, y ahora 'A cuatro manos', una obra que realizó junto a su pequeña hija Julia. Kiako aseguró que no alcanza con preparar productos nutritivos para los chicos, si no fortalecemos a su vez una conciencia alimentaria que les permita entender por qué y cómo tomar sus propias decisiones cuando crezcan, y formar un paladar sensible y abierto a opciones por fuera de los clichés de la industria".
“La mejor forma de que los niños se vuelvan comensales conscientes es que disfruten de la mayor variedad de comidas y que aprendan -jugando- qué implica un plato, qué le pasa a los ingredientes con la ‘magia’ de la cocina, cómo cambian de forma, tamaño, color y textura”, completó Kiako.
Aprovechar la moda
Aunque se trate de una acción pasajera, no tendrá vuelta atrás, porque lo aprendido se suma inevitablemente al saber incorporado. Y no se limita a la cocina. Duca afirmó que "a través de la cocina, como juego, se incluyen muchas áreas de aprendizaje, matemática, ciencia, historia y geografía".
Cuando se carga de contenido en exceso a un alimento (para bien o para mal) se le otorga un valor que no posee. Hacer a los más chicos partícipes de ciertas decisiones no siempre es un error. Hacerles sentir cierto protagonismo les afianza su autoestima y si, además, este acto se relaciona con el comer, se produce una intersección saludable a la hora de prevenir trastornos alimentarios posteriores.
Sin perder el control de los padres, darles dos opciones sobre las que decidir una colación, por ejemplo, empieza desde pequeños a comprometerlos con lo que comen. Si ya se controla lo que habrá disponible en casa, las alternativas que tenga para elegir siempre serán sugerencias que los propios padres han comprado.
Hacerlo en casa
Que la moda no quede en los libros o en la televisión es un camino posible. Para intentarlo puertas adentro hay que preparar el terreno. Las especialistas sugieren algunos pasos para iniciar esa senda de comer saludable: y ante todo, darse tiempo: los chicos manejan otro ritmo y, por otra parte, enseñarles requiere contar con el espacio para que suceda.
Bajar el nivel de expectativas: no se emprende la carrera por convertirse en el nuevo 'mini-chef' Se está cocinando para la familia, para comer en casa, con alegría y sin tantas presiones.
Esperar a que se ensucie: desde la motricidad menos desarrollada hasta lo divertido que puede ser meter las manos en la masa van a producir más suciedad de lo que ocurre cuando un adulto lo hace. No pasa nada, se limpia.
Planificar: hay que elegir una receta adecuada tanto en tiempo de preparación, cantidad de ingredientes, procesos acotados y resolución posible. Al hacerlo considerar la edad y madurez del niño en cuestión.
SEGUÍ LEYENDO: