Los nuevos vinos patagónicos: secretos de los sabores en la región vitivinícola más austral

En la Patagonia argentina, las condiciones climáticas son más adversas. Pero en vinos, la satisfacción es directamente proporcional al desafío. Los mayores exponentes y las variedades emblemáticas de la zona

Guardar

Por Fabricio Portelli

En el Alto Valle de Río Negro, la viticultura se practica desde hace casi 150 años. Es más, es la cuna de una de las bodegas centenarias y referentes de la Argentina: Humberto Canale. Sin embargo, en la actualidad hay menos de 1.700 Ha de viñedos implantados en esa provincia, que sumados a las casi 1.800 Ha de Neuquén y a las flamantes casi 100 Ha de Chubut, conforman la totalidad del origen de los vinos patagónicos de hoy. A estas habría que sumarles las de La Pampa, ya que sus viñedos se encuentran al margen del Río Colorado, la puerta de entrada a la inmensa Patagonia.

Y si bien entre todas estas provincias no superan las 4.000 Ha, la fuerza de la marca Patagonia les da un gran empuje y las pone a la altura de las principales zonas de producción como Mendoza (160.000 Ha), San Juan (48.000 Ha) y el NOA (casi 14.000 Ha), al menos en la apreciación cualitativa por parte del consumidor.

Está claro que sin tradición es imposible avanzar, sobre todo en una industria ancestral y natural como la del vino, porque hace falta construir a partir de ciertas bases. Ese es el secreto de los vinos más importantes del Viejo Mundo, los que encontraron su lugar y la mejor manera de expresarse. Allí, las nuevas generaciones solo deben respetar lo hecho y continuarlo. Pero en la Argentina, donde la historia del vino se está escribiendo y se está en plena búsqueda, el hombre es clave. Esa búsqueda que ya concluyó en varias regiones como Borgoña, Burdeos y Champagne, entre otras, en el Nuevo Mundo está en pleno auge, y la Argentina no es la excepción.

Esa es la principal razón por la que se animan los nuevos productores a incursionar en la industria del vino, incluso en la Patagonia, donde las condiciones climáticas son más adversas. Pero en vinos, la satisfacción es directamente proporcional al desafío.

Por otra parte, es cierto que sin una referencia en la zona, la vitivinicultura no sería posible. De ahí la importancia de Humberto Canale, que si bien mantiene muchas marcas tradicionales, ha tenido que subirse también al tren de la renovación, aggiornarse con algunos vinos y lanzar etiquetas nuevas. También los vinos del Alto Valle fueron la inspiración para que a fines de los 90 se ideara San Patricio del Chañar, en Neuquén. Hoy un valle productor de vinos con una superficie mayor que la de su vecino, y con un gran potencial. Son dos mundos muy diferentes. Mientras en Río Negro abundan las viejas "chacras" con viñas viejas que poco a poco se van recuperando, en Neuquén es todo nuevo.

Patagonia es la región vitivinícola más austral, situada entre las latitudes 38 y 42 grados sur. Las condiciones climáticas son diferentes, allí no son la altura ni la montaña, sino la estepa y los vientos los factores que más influyen. Esas brisas incansables potencian la sanidad se las uvas y permiten una gran amplitud térmica entre el día y la noche, a la vez que promueven hollejos más gruesos en las uvas que explican sus concentraciones. Pero también generan corrimiento durante la floración, o gestación de las plantas, dificultando a veces la buena formación de los racimos y la implantación de viñedos.

En Patagonia no hay un solo paisaje del vino, sino muchos. El Alto Valle nada tiene que ver con San Patricio del Chañar; mientras uno es sumamente verde y dividido en pequeñas parcelas protegidas con numerosas cortinas de álamos, la otra es una gran estepa ondulada. Y a estos dos se les está sumando de a poco Chubut, con sus pequeños viñedos enclavados en los centros turísticos del Valle de Trevelin, la Comarca del Paralelo 42 y la Estepa.

Cómo son los nuevos vinos patagónicos

Hasta hace muy poco, cuando no abundaban los vinos patagónicos, se hablaba de las variedades emblemáticas de la zona: Semillón y Merlot. Pero lo cierto es que nunca hubo muchos exponentes de esos vinos, y solo quedaron en el mercado pocas etiquetas, que si bien demostraban algo especial, no eran suficiente masa crítica. El Marcus Gran Reserva y el Infinitus Gran Reserva son dos grandes Merlot argentinos que subsisten, clásicos pero aggiornados. Lo mismo que el Semillón de Canale.

Pero la revolución de los vinos patagónicos no podía empezar por allí, sino que debió sumarse a lo que estaba pasando con el vino argentino en general, y el Malbec en particular. Así fue que la apuesta más fuerte de la Neuquén vínica llegó de la mano del Malbec, pero también apostando fuerte a otra variedad, la responsable del vino más caro del mundo: Pinot Noir. Y si bien la venta está dominada por las uvas más comerciales, el futuro de la zona está en manos de aquellas variedades que se puedan expresar mejor en Patagonia que en otras regiones. Es decir que no solo debe cumplir como zona vitivinícola aportando los mismos vinos que las demás, sino que para poder trascender debe demostrar algo diferente y con carácter propio.

Según los manuales, las mejores uvas de la región deben ser de ciclo corto de madurez, para correr menos riesgos de heladas y llegar bien al momento de la cosecha. Pero es mucho más difícil lograr prestigio en una zona con variedades alternativas que con cepajes reconocidos a nivel global. Y en eso están los nuevos vinos patagónicos, animándose a elaborar Chardonnay de alto vuelo, algunos con una acidez filosa que les asegura mucho potencial. Otros vinificando Pinot Noir de diversas maneras para dar con la mejor expresión en cada categoría. Otros rescatando al Merlot, otro de los vinos más nobles del mundo, a partir de viñedos antiguos recuperados del abandono. Los más osados van por el Gewurztraminer, una variedad blanca aromática muy particular; la competencia más directa que tiene el Torrontés en el mundo. Y obviamente, sin dejar de lado al Malbec y al Cabernet Sauvignon, entre los cepajes más conocidos.

A los nombres tradicionales se les han sumado nuevos como Bodega Del Fin del Mundo y Familia Schroeder (Neuquén), que con gran empuje les han devuelto vida a los vinos de la región. Pero también los pequeños productores están contribuyendo al prestigio y potencial de la zona. Al principio solo estaban los Malbec de Noemia y los Pinot Noir de Chacra, pero hoy se suman los vinos de la familia Miras, de Matías Riccitelli (hijo de Jorge, uno de los enólogos referentes del país), y de muchos otros productores.

Desde Río Negro, Canale ha sorprendido con una línea nueva que hace gala de sus viñas viejas. Los Old Vineyards nacen en diferentes parcelas que llevan los nombres de los nietos de Guillermo Barzi, propietario de la bodega. Son vinos modernos, frescos, concentrados en aromas y sabores, pero de paso más fluido y vibrante; más a la moda. Hervé Joyaux Fabre sigue apostando por un estilo más clásico en sus vinos patagónicos (también elabora vinos en Mendoza). Siempre con su sello francés inconfundible, elabora un Malbec, un Cabernet Sauvignon y uno de los mejores Merlot nacionales. Matías Riccitelli también tomó el riesgo, y con la experiencia a manos del Infinitus (porque trabajó en Fabre varios años) y a partir de viñas de más de 50 años, creó un Merlot propio que llamó la atención de Jancis Robinson, la experta más respetada del Reino Unido. Hans Vinding Diers mantiene el perfil de vino de lugar y de cosecha en sus Noemia y J. Alberto, pero ha sorprendido con su línea A Lisa, con un Malbec más vivo, y dos nuevas etiquetas: un Malbec rosado y un Semillón, tensos y expresivos.

Los Pinot Noir de Chacra son escasos y de alto precio, y siguen siendo muestras del nivel que puede alcanzar ese exclusivo cepaje en nuestro país. Su última novedad es el Chacra Sin Azufre, un vino totalmente natural y elaborado artesanalmente (pisado en barricas usadas) por el dueño de casa, Piero Incisa della Rocchetta.

Marcelo Miras, ya no más en Fin del Mundo, sigue siendo el enólogo referente de la zona, y desde su bodega familiar ofrece vinos concentrados de su autoría, y otros más fluidos elaborados por su hijo. Y si bien es uno de los precursores de las "variedades emblemáticas" de la zona, tiene un Trousseau (Miras Trousseau Nuveau), un vino diferente a todos, porque no es ni tinto ni rosado ni blanco.

En Neuquén, Leo Puppato ha creado una bodega de Pinot Noir dentro de la misma bodega en la que trabaja (Familia Schroeder), y desde hace años lo viene elaborando en distintos niveles. Hoy, es uno de los que más y mejores opciones ofrecen. Nicolás Navío, el joven enólogo de Patritti, se animó a calificar la cosecha 2017 como la mejor de la historia, y con sus Pinot Noir, Merlot y Chardonnay de la línea Primogénito Sangre Azul está dispuesto a confirmarlo. Santiago del Pin es otro de los enólogos que mejor mano tienen para Pinot Noir, porque además de los Mantra (Bodega Secreto Patagónico) hace los Sudoeste, auténticos Pinot Noir de autor.

Y los ejemplos abundan en Río Negro, sobre todo en formato bodegas familiares, como Agrestis (Gral. Roca), que se especializa en espumantes, o Aniello (Mainqué), que sorprende con su vino blanco de Pinot Noir. También algunas bodegas artesanales se destacan, como Videla Dorna, o el joven enólogo Farid Tello, quien elabora vinos muy originales a base de Trousseau (con la marca Lechuza) junto a su familia, en la localidad de Cervantes. También hay otras bodegas mendocinas haciendo cosas por la zona como el proyecto Wapisa (con un Sauvignon Blanc vibrante) de Tapiz. De Neuquén la línea de varietales jóvenes Zorro y Arena (Bodega Finca del Limay).

Por su parte en Chubut, al pionero Bernardo Weinert (el mismo de Mendoza) con sus 25 Ha en la localidad de El Hoyo, donde produce los Piedra Parada Merlot, Pinot Noir, Chardonnay, Riesling y Gewurztraminer, se le sumaron nuevos emprendedores con gran futuro. Como Casa Yagüe, una bodega joven cuyas 2 Ha de viñedos fueron plantadas en 2014 a 330 metros sobre el nivel del mar, con Chardonnay, Sauvignon Blanc, a los que se sumaron en 2017 el Semillón y el Cabernet Franc.

 

Por suerte cada vez hay más etiquetas por descubrir en la fascinante Patagonia vínica:

Humberto Canale Old Vineyard ¨Sol¨ Pinot Noir Rose 2017
Humberto Canale, Alto Valle de Río Negro $300
Guillermo Barzi se está dando el lujo de lanzar vinos con el nombre de sus nietos, y para ello creó una linea que se apoya en sus viñas más antiguas pero interpretadas de una manera muy actual. Este rosado es de aspectos suaves y brillantes, de aromas fragantes y frutados delicados. Con gracia y texturas vibrantes, ideales para servir por copa al principio o bien acompañando platos elaborados a base de pescados.
Puntos: 89

Desierto Pampa Chardonnay 2017
Bodega del Desierto, La Pampa $500
Detrás de esta nueva añada del gran Chardonnay pampeano hay personas de peso, incluyendo al consultor internacional Paul Hobbs, experto en el varietal. Es un blanco fermentado y criado 10 meses en barricas con mucho trabajo de "battonage", y eso se siente. Tanto en la densidad de sus aromas nítidos como en su paso untuoso, de carácter maduro y frutal, con agradable tipicidad. Muy expresivo en boca, con cierta frescura y gran volumen. Sobre el final asoma el roble aportando cremosidad y persistencia. Beber entre 2018 y 2020.
Puntos: 89

Contracorriente Gewurztraminer 2017
Bodega Contracorriente, Chubut $500
A pesar de ser una variedad poco producida en la Argentina, en Chubut se animaron porque más allá de ser de ciclo corto, soporta bien el frío y tiene mucha personalidad. Y ya en sus aromas se siente su agradable tipicidad, bastante delicada con notas florales. De paladar franco y fresco, casi tenso, y con el amargor final que distingue al cepaje, bien sostenido.
Puntos: 88,5

Saurus Barrel Fermented Pinot Noir 2016
Familia Schroeder, San Patricio del Chañar, Neuquén $535
Se nota bien en su aspecto y aromas que es un Pinot Noir, joven y directo, más apoyado en la fruta roja que en las especias. De paso vivaz, con taninos incipientes que dan cierta firmeza. Lo mejor está en la frescura, totalmente integrada, y el roble ni se siente pero aporta suavidad a su textura. Solo necesita algo de estiba para ganar en complejidad.
Puntos: 90,5

A Lisa Semillón 2017
Noemia, Mainqué, Río Negro $550
Es el primer blanco local de Hans Vinding Diers, quizás el primer enólogo que logró hacer un vino de terroir (Noemia 2001). Un puro Semillón de un viejo viñedo (60 años), actualmente orgánico y con manejo biodinámico. Hay músculo, frescura y madurez, algo potente y con fuerza en sus sabores. Joven y con mucho carácter, de paladar franco, buen cuerpo y final vibrante.
Puntos: 89

Casa Yagüe Chardonnay 2017
Casa Yagüe, Valle de Trevelin, Chubut $600
Lo primero que sobresale en este blanco de aspecto brillante es su acidez, con aromas frescos y de agradable carácter frutal, incluso con la austeridad que exige el cepaje. De ataque tenso y limpio, bastante integrado, cuerpo ágil y un toque de levaduras sobre el final de boca súper refrescante que lo hace fugaz, pero es profundo. Con esta acidez puede evolucionar muy bien por los próximos cinco años y ganar complejidad en sus sabores y armonía en sus texturas. Lo que le falta de equilibrio le sobra de personalidad. Muy buen punto de partida para el proyecto y para la zona. Beber entre 2018 y 2022.
Puntos: 90

Viñas del Nant y Fall Pinot Noir 2017
Viñas del Nant y Fall, Trevelin, Chubut $650
Sergio Rodríguez y su hijo Emmanuel son propietarios de este flamante emprendimiento de Chubut que hizo su presentación estelar en la reciente Exposición de vinos de la Patagonia. Y con este Pinot Noir 2017 llamó la atención de todos. Por ser un tinto de buena tipicidad en nariz y paladar franco. Joven y de trago agradable, por frescura y texturas tensas. No hay un carácter muy marcado, pero sí un estilo definido.
Puntos: 89

Primogénito Sangre Azul Merlot 2015
Bodega Patritti, San Patricio del Chañar $900
Nicolás Navío es el joven enólogo que se encarga de los vinos de la casa desde su inauguración, y ya lleva muchas cosechas en la zona. Eligiendo las plantas que dan racimos de pieles más gruesas, elabora este Merlot de partida limitada. De aromas intensos y maduros, con taninos firmes pero amables. Expresivo y con buen cuerpo, y un final con toques licorosos y ahumados, propios de la crianza.
Puntos: 90

Riccitelli Old Vines Merlot 2015
Matías Riccitelli Wines, Allen, Río negro $990
Merlot de viñas viejas, fermentado en vasijas de concreto y criado en barricas, de aromas classy y de buen cuerpo. Voluptuoso y equilibrado, fresco y con taninos algo apretados pero amables. Paladar franco y maduro, con toques vegetales y especiados típicos del cepaje. Hay calidez con taninos mordientes y un final profundo, con buena expresión entre especias, frutas maduras y lo bueno de la crianza. Está el clasicismo varietal pero con mucha fuerza. Son solo 3.000 botellas.
Puntos: 92

Fabre Montmayou Patagonia Merlot Gran Reserva 2015
Fabre Montmayou, Alto Valle de Río Negro $1.000
A partir de una elaboración tradicional, Hervé Joyaux Fabre sigue logrando un Merlot de excepción, de aromas intensos y equilibrados, todavía jóvenes. De paladar franco, con buen agarre y una expresión entre clásica y moderna. Porque músculo y frescura, con texturas firmes, pero con la amabilidad del cepaje. Hay frutas negras y especias que conviven con las notas de crianza (12 meses en barricas nuevas de roble francés). Con la estiba va a ganar en armonía y complejidad.
Puntos: 92

Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos

Twitter: @FabriPortelli

SEGUÍ LEYENDO

Placeres económicos: cuáles son los mejores vinos para disfrutar por menos de $100

Cuáles son los 10 vinos más destacados de la Argentina

Uvas con historia: los 5 vinos que perduran a pesar de los años

Vinos orgánicos: la propuesta que busca ayudar al medio ambiente

Cosecha 2017: la camada de vinos que se recordará por siempre

Guardar