Por Fabricio Portelli
Con la cantidad de vinos que hay en vinotecas y cartas de restaurantes, puede parecer tarea imposible elegir bien; y el riesgo de quedar expuesto en la mesa se acrecienta cuando los comensales son solo dos. Pero es posible sortear con éxito esa situación y quedar muy bien con la pareja, simplemente hay que prestar un poco más de atención y estar preparado.
No se trata de hacer una investigación de mercado y llevarse anotados diez vinos infalibles, como tampoco aferrarse a un tipo de variedad o zona o enólogo. Lo más importante es tener en cuenta la situación.
San Valentín exige a todos los que lo celebren ir un paso más allá, y ser más detallistas que nunca. Quizás el vino no sea necesario, pero hay muchos que eligen como festejo una comida romántica, ya sea en casa o en un restaurante. Claro que la mayoría celebra de a dos, y por más que alguno de los dos no tome vino, hay que insistir porque la ocasión amerita un brindis.
Para empezar nunca hay que pedir las botellas chicas (187, 375cc), porque el vino se comparte, y siempre es mejor que sobre y no que falte. Además hay que apostar a que la otra persona se va a enganchar y así ambos van a disfrutar más.
Se puede tener un tipo de cocina predeterminado; sushi, pizza, pastas, cocina italiana, francesa, etc., pero no hay que ir con un vino predeterminado. Básicamente, porque siempre es mejor improvisar y compartir la decisión con el otro, sin que ello requiera conocimiento alguno. Mirando el menú, observando alrededor y sabiendo quién está enfrente es fácil determinar qué tipo de vino es mejor para disfrutar más ese momento. Hay que tomarse la elección del vino como un juego divertido y no como un escollo a superar.
El Champagne en todas sus versiones idiomáticas (espumante, espumoso, Cava, sparkling, champaña) pica en punta, porque está asociado a la celebración de gratos momentos. Y aunque muchos huyen de las burbujas, y más a la hora de comer, es uno de los mejores vinos para disfrutar en pareja. Porque siempre está fresquito (siempre y cuando lo pongan en una frapera con agua y hielo), y eso en San Valentín (al menos en el hemisferio sur) es clave. También hay que pedir que lo sirvan en copas de vino blanco, ya que las copas flauta no solo no se usan más sino que no permiten que el buen espumante se luzca plenamente. Por último, es el único vino que puede acomodarse a casi cualquier plato, porque la frescura se potencia con las burbujas y entre ambas dan estructura sin dejar de lado el equilibrio y por lo tanto puede complementarse muy bien tanto con pescados como con carnes rojas.
Si de romanticismo se trata el rosado debería ser la primera opción, pero lamentablemente aun hay muchos prejuicios a su alrededor. Por suerte los vinos de hoy son mucho mejor que los de antes, porque ahora se hacen desde la viña y con todos los cuidados como los grandes vinos blancos. En general son varietales, y los más aptos son el Pinot Noir, el Pinot Gris y el Cabernet Franc, más allá del Malbec. La clave acá estará en la cosecha. Un buen rosé siempre es mejor del año, por lo tanto buscar los 2017.
Si bien la mayoría suele pedir un solo vino para acompañar toda la comida, y generalmente se trata de un tinto, el vino blanco es tan o más apto para maridar, sobre todo en épocas de calor. El Chardonnay es el rey entre los blancos pero hay muchas más opciones. Los que gustan de vinos más expresivos deberán optar por un Torrontés o un Sauvignon Blanc. Mientras que el Semillón y el Viognier, cada cual con su carácter, pueden ser igual de austeros y elegantes como el Chardonnay. Pero la tendencia hoy va más por el lado de los blends blancos, que suelen ser untuosos y con un carácter frutal evidente. La frescura acá también es clave.
Los tintos siempre son los más buscados aunque en verano su consumo queda relegado. No obstante son los que más alternativas proponen. Claro que habrá que pensar mucho en la temperatura de servicio, porque cuando hace calor hay que beber fresco, y no todos los tintos mantienen sus atributos al servirlos refrescados. No deben tener tanto cuerpo, ni ser tan añejos, ni tener muchas pretensiones. Estos tintos deben ser frescos y equilibrados: Pinot Noir, Malbec, Cabernet Franc o blends, mejor si son jóvenes (2015 o 2016).
Si la opción es comer sin vinos, el brindis se puede dejar para el final, y ahí los vinos de cosecha tardía son ideales. Porque se beben en pequeñas copas y bien fríos, son untuosos, dulces y también refrescantes. Y pueden acompañar el postre o bien ser el mejor cierre de la comida sin necesidad de servir bocados dulces.
La marca, el estilo, la cosecha, el terruño o el enólogo es una cuestión que se puede dejar en mano del sommelier o el camarero de turno, mientras que el precio lo elige cada uno de acuerdo a sus posibilidades, seguros que en cada segmento hay vinos de sobra para celebrar el amor en pareja.
Vinos recomendados para brindis de a dos
Alma 4 Pinot Rose 2014
Alma 4, Valle de Uco $410
Elaborado con uvas de y Los Árboles, El Peral y San José, y 30 meses sobre borras. Ya no es tan rosado su color, pero se mantiene fresco y con burbujas finas. Su carácter frutal es definido y bien logrado, con algo de madurez en sus expresiones. Vivaz y de paso ágil, con buena estructura para servir en la mesa.
Puntos: 90,5
Believe in Rosé 2017
Nieto Senetiner, Mendoza $235
Es una de las últimas novedades de esta tradicional bodega mendocina que sigue en plena revolución de la mano del joven enólogo Santiago Mayorga. Que se animó con un rosado más pretencioso a base de Malbec (80%) y Pinot Noir (20%), de aromas expresivos y vivaces. Paladar vibrante con una acidez protagonista y un final equilibrado. Está más para lucirse en la mesa que para beber solo por copa.
Puntos: 89
Famiglia Bianchi Viognier 2016
Bodegas Bianchi, Vista Flores, Valle de Uco $300
Habrá que empezar a acostumbrarse que además de San Rafael los vinos de la bodega también nacerán en el Valle de Uco, como este Viognier proveniente de la flamante finca adquirida de 160ha en Vista Flores. Como es típico del varietal no es muy expresivo en nariz pero sí equilibrado, fresco y voluptuoso en boca. Se aprecia su carácter levemente frutal y asoma en el final de boca una textura untuosa que le da profundidad. Es un blanco que tiene fuerza y cuerpo, y un paso casi denso pero bien refrescante, ideal para servir en la mesa con pescados de río a la parrilla. Beber entre 2017 y 2019.
Puntos: 88
Séptima Obra Cabernet Franc 2016
Bodega Séptima, Valle de Uco, Mendoza $295
Combinando uvas de Paraje Altamira y Los Chacayes, Paula Borgo (enóloga) ha logrado un vino que se hace lugar en una línea muy consistente de la bodega. Porque es un Cabernet Franc desde el vamos; de aspecto joven, con aromas compactos pero a la vez expresivos (sobre todo cuando se abre en la copa). Su carácter frutal y herbal es tan típico del varietal como de la zona. Y aunque hoy la crianza es bastante protagonista, sus texturas finas, frescura y carácter le auguran una muy buena evolución. Beber entre 2017 y 2019.
Puntos: 89
Terrazas Single Vineyard Petit Manseng 2012
Bodega Terrazas de los Andes, Mendoza $311
No por su varietal original, sin por la performance que ha demostrado desde su cosecha inicial (creo que fue la 2006). Este tardío siempre fue especial, delicado y complejo, de lo mejor de la propuesta nacional en la categoría. El 2012 se siente amable, pero la frescura sigue siendo tensa. Gracias a ello no es empalagoso, para nada, sin más bien armónico y equilibrado. Y si bien puede acompañar un sin fin de delicias dulces, yo lo prefiero disfrutar sólo.
Puntos: 91
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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