Por Graciela Gioberchio
La pediculosis está considerada como una enfermedad endémica a nivel mundial, es decir, que ocurre en forma frecuente y constante. Según estudios realizados por el Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (Cipein), en Capital y el Conurbano afecta a más del 70% de los chicos en edad escolar, de todos los niveles sociales. Y en todo el país, a uno de cada cuatro chicos.
Los piojos son pequeños insectos parásitos que han estado en contacto con el hombre desde hace cientos de miles de años. Tienen 6 patas en forma de pinzas, no vuelan ni saltan, son grandes caminadores; miden entre 2 y 4 milímetros, se alimentan de sangre y viven exclusivamente sobre la cabeza de los humanos que nunca abandonan salvo para pasarse a otra cabeza. Su ciclo vital tiene 3 estadios: liendre, ninfa y piojo adulto, y en total dura entre 30 y 40 días. Afecta principalmente a los chicos, y en particular a los que tienen entre 5 y 12 años. Están presentes todo el año, con picos de contagio en verano por la nutrida concurrencia a piletas y colonias, y en otoño con el inicio de clases.
Los piojos de la cabeza, cuyo nombre científico es pediculus humanus capitis, son traslúcidos y su color varía de beige claro a gris oscuro. Se alimentan entre 4 y 5 veces por día y solo pueden sobrevivir 24 horas fuera de la cabeza. Los huevos comúnmente llamados liendres se adhieren al pelo con una especie de cemento. Si bien se los encuentra distribuidos en toda la cabeza, existe una preferencia a localizarse en la zona de la nuca y detrás de las orejas. Los biólogos e investigadores del Cipein cuentan más sobre estos indeseables parásitos en el sitio web que armaron especialmente.
Y ahora llegó una nano-solución para un gran y serio problema sanitario: los superpiojos resistentes consagrados como el enemigo público número uno de las cabezas de los chicos y también de los papás. La novedad llega de la mano de la nanotecnología, el conjunto de técnicas a escala extremadamente pequeña que el biólogo Ariel Toloza y el ingeniero Alejandro Lucía –ambos investigadores del Cipein, dependiente del Conicet– utilizaron para lograr algo que a niveles normales es imposible: que el agua y el aceite se unan y no se separen más.
El desarrollo se centró en la búsqueda de una formulación a base de agua –en lugar de usar al alcohol como solvente, presente en la mayoría de los insecticidas químicos, y que suele irritar el cuero cabelludo– con componentes de aceites esenciales de una decena de plantas aromáticas argentinas con probados efectos tóxicos sobre los piojos, entre ellas eucalipto, tomillo, clavo de olor y mentol, cuyos compuestos mayoritarios son eucalyptol, timol, eugenol y mentol, respectivamente.
Los "piojólogos" del centro especializado, creado en 1980, comenzaron a estudiar las propiedades de esos compuestos en 2002, cuando detectaron que los piojos argentinos habían mutado su ADN y desarrollado respuestas para sobrevivir a los tratamientos clásicos, sobre todo a los productos con permetrina, una sustancia química que fue efectiva pero dejó de serlo porque en pocos años pasó de fórmulas del 1% al tope de riesgo de intoxicación con el 5%.
El reciente trabajo, que abre nuevas perspectivas para la preparación de formulaciones para el control de insectos plaga, fue publicado en abril pasado en la revista científica online PeerJ y, según informa la publicación, es uno de los cinco artículos más vistos de la temática sobre ecotoxicología y toxicología.
La novedosa formulación logró concretarse gracias al trabajo que Lucía realizó hace dos años durante un posdoctorado en el Grupo de Sistemas Complejos, Polímeros, Coloides e Interfases (GSC) de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Complutense de Madrid, junto a los científicos españoles Eduardo Guzmán, Francisco Ortega y Ramón González Rubio.
En diálogo con Infobae, Lucía explicó el aporte científico de la nano emulsión para combatir la pediculosis: "El logro es haber podido dispersar de manera estable y uniforme aceites esenciales en agua a escala nanométrica, en partículas super chiquitas que se llaman micelas poliméricas y miden 20 nanómetros (un nanómetro es la mil millonésima parte de un metro), poco más de la mitad del diámetro de una molécula de ADN que mide 12 nanómetros".
Por su parte, Toloza describió a Infobae cómo ataca el producto al piojo: "La nano partícula logra atravesar la cutícula del piojo, es decir su piel, ingresa a su organismo, llega al sistema nervioso y el bicho muere". Apuntó que "hasta el momento la efectividad comprobada supera el 80% –la más alta de las presentaciones con plantas aromáticas– y adelantó que ya están trabajando en un proyecto tendiente a incluir más componentes de aceites esenciales para que la eficacia alcance el 100%".
También destacó otras ventajas de la formulación que, en adelante, espera despertar el interés para ser desarrollada a escala comercial: "No irrita la piel ni los ojos; no es inflamable porque no contiene alcohol, y es fácil de usar porque, a diferencia de los productos siliconados que asfixian al piojo, no deja película grasosa en el pelo que luego cuesta sacar con los lavados. Como es un formulado acuoso se puede aplicar tanto sobre pelo seco como mojado. Y algo muy importante: es ambientalmente saludable y su deshecho tiene bajo impacto ambiental porque, también a diferencia de otros insecticidas, sus moléculas no afectan peces u otros seres vivos del ecosistema".
En los últimos años, la aplicación de la nanotecnología abrió un mundo fascinante de desarrollos innovadores con propiedades y funciones únicas que pueden ayudar a la vida cotidiana, desde chips de computadoras hasta microcápsulas para transportar medicina directamente a los tumores. Ahora llegó para brindar un significativo aporte en la lucha que los "piojólogos" mantienen con un gran problema sanitario.
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