La adicción al sexo es un problema psicológico que puede traer graves consecuencias sobre la vida y relaciones sociales de quienes la padecen. "Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y, además, se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", explicó Rory Reid, psiquiatra estadounidense y autora de un informe publicado en la revista Journal of Sexual Medicine.
Deborah Schiller es la directora del programa de tratamiento de adicción sexual de Pine Grove en Hattiesburg, Mississipi, Estados Unidos. Allí explicó que las personas habitualmente piensan: "Me gustaría ser un adicto al sexo. No debe ser tan malo". Según la experta, "es peor que una tortura".
Un equipo de psicólogos y psiquiatras de la Universidad de California -comandados por Reid- formularon un listado de criterios para diagnosticar el llamado "desorden hipersexual" como un tipo más de trastorno para la salud. Algunos de los síntomas que reúnen los adictos al sexo incluyen un patrón repetido de fantasías sexuales y el recurrir a la actividad sexual en respuesta a estados de ánimo desagradables como el estrés o la depresión. Además, estos individuos no consiguen tener éxito en sus intentos de reducir o frenar su actividad sexual cuando se dan cuenta de que es problemática.
"Mucha gente usa el sexo de vez en cuando para escapar del estrés, esto es algo normal. El problema es que para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla todos los aspectos de sus vidas, y además se sienten impotentes en sus esfuerzos por cambiarla", agregó Reid.
Los resultados también revelaron que el 54% de los afectados se había dado cuenta de que padecía este tipo de conducta sexual antes de los 18 años, y un 30% lo había constatado durante la época universitaria, entre los 18 y 25 años. Además, las conductas más repetidas entre los pacientes incluían la masturbación y el uso excesivo de pornografía, seguidas del sexo consentido y el cibersexo. Estas personas tenían relaciones con trabajadoras sexuales y repetidos encuentros con parejas anónimas, con una media de 15 compañeros sexuales en los últimos 12 meses.
La influencia de la pornografía
Schiller comenta que, tradicionalmente, muchas personas desarrollan esta adicción al sexo como resultado de un trauma en su vida. "La pornografía ha cambiado el rumbo del problema. La gente que crece con ella se vuelve adicta de inmediato y acaba transformando su vida" y lo explica a través del ejemplo de dos hombres que vieron este tipo de producto desde que tenían cuatro años y ahora necesitan masturbarse seis horas diarias.
Los clientes que acuden a Pine Grove, la clínica de la que es directora, son tratados con rutinas de meditación, charlas en grupo, psicoterapia y desarrollo de habilidades de comunicación. Se les enseña a cómo no objetivizar a las personas y a cómo lidiar con las fantasías y los recuerdos eufóricos. Según la experta, los adictos sexuales esencialmente necesitan "sobriedad".
Para estos pacientes se trata de una conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual controla toda su vida. También se trata a los pacientes científicamente con pruebas psicológicas y tests iniciales de más de 500 preguntas cuando acude por primera vez, así como gráficos para ver cómo valoran a los demás. La adicción es su propia enfermedad, que describe como "crónica y devastadora".
"Buscan algo fuera de sí mismos para solucionarlo. El sexo es uno de esos comportamientos en los que las personas pueden empezar a lidiar con su estrés", sostuvo Schiller. Lamentablemente, al igual que la diabetes, no es algo que pueda curarse pero sí existen herramientas para lidiar con ello y así dejar que no afecte a sus vidas, que no lastime a sus seres queridos y que no sabotee su carrera profesional.
Aclara que la agresión sexual y la violación están completamente separadas de la adicción al sexo: "Ambas son asaltos violentos que nada tienen que ver con el sexo. Se trata de dominación, como golpear a alguien. Está claro que hay gente famosa que se trata cuando les han pillado haciendo cosas malas, pero el hecho de que sean celebrities y les hayan cogido quebrantando la ley no significa que sean adictos al sexo", concluyó.
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