Por Fabricio Portelli
La agricultura biodinámica es un sistema cerrado en el que todo lo necesario tiene que salir del mismo campo. Su búsqueda principal es la producción de alimentos de calidad para la nutrición humana, respetando lo mejor posible la naturaleza y los seres que en ella habitan. Para ser biodinámico hay que partir de una agricultura orgánica, pero ir más allá.
No se trata únicamente de evitar los agroquímicos en la finca, sino de respetar la biodiversidad del lugar en busca de un verdadero vino de terroir. Y para que eso suceda hay que ser sustentable, producir los fertilizantes necesarios para mantener la viña sana, producir la comida de los animales que habiten allí, y tener muy en cuenta la influencia de las fuerzas de la naturaleza. Sobre todo de la Luna, para todas las prácticas agrícolas.
El chileno Álvaro Espinoza es –sin duda– uno de los máximos referentes mundiales. Álvaro se enamoró del concepto en sus comienzos, y ejerce la biodinámica desde hace 20 años, tanto en su bodega familiar (Antiyal) como en Emiliana del Grupo Concha y Toro: el proyecto bio más grande del mundo.
Álvaro Espinoza aclara que el acercamiento en Sudamérica difiere del europeo. La agricultura biodinámica es orgánica, pero las diferencias en las prácticas son:
– La organización de la unidad agrícola es mediante un sistema cerrado, todo lo necesario tiene que salir del mismo campo.
– La influencia del cosmos. No solo el Sol con todas sus influencias conocidas sobre la tierra, porque hay más astros que influyen en los procesos de vida de los seres vivos, como la Luna.
– Mantener la fertilidad con el compostaje. Toda la materia orgánica del campo se recupera y se incorpora al compostaje, porque es necesario que el suelo sea más vital en términos de energía y microbios, en cantidad y diversidad.
"En nuestro nicho buscamos vinos de finca. Acá los microorganismos son distintos que en otras viñas, al compost se le da vida para que trabaje con mayor vitalidad, y esto hace un terruño importante", afirma el viticultor Mario Toso. Ellos riegan por superficie, a la vieja usanza, así las raíces exploran más el suelo y la expresión del terruño termina siendo más significativa.
5 vinos biodinámicos para conocer
Chakana Nuna Estate Bonarda Argentina 2015 – Bodega Chakana, Agrelo, Mendoza $290
Hay buen carácter de fruta roja algo madura, con especias y buen volumen. Un tinto moderno que habla muy bien del varietal y también de la viticultura orgánica.
Puntos: 88
Alpamanta Terroir Malbec 2012 – Bodega Alpamanta, Ugarteche, Luján de Cuyo $625
Cuando la biodinámica es una filosofía de concepción y no una estrategia de marketing, el vino lo hace sentir. Acá, si bien los colores de este Malbec son intensos, sus aromas se mantienen jóvenes, su entrada en boca es suave y con una delicada tensión. Beber entre 2017 y 2020.
Puntos: 90
Sierra Roja Tannat 2016 – Comarca Biodinámica La Matilde, IG San Javier, Traslasierra $950
No es muy expresivo pero sí tiene una agradable frescura. De buen cuerpo, con tensión, se nota que tiene que abrirse. Si bien hay que ver cómo evoluciona, se nota que se está cocinando un gran vino, que no está apoyado en la fruta, sino en un carácter que está empezando a expresarse.
Puntos: 91
Luna Austral Malbec 2014 – Luna Austral, La Consulta , Valle de Uco $1.200
Malbec, con buena madurez y frescura, pero no tan carnoso como el 2013, propio de una cosecha no tan generosa. Algo lineal en su expresión pero con un carácter singular más allá de que la madera se siente sobre el final y equilibra su paso por boca.
Puntos: 90
Luna Austral Sintonía 2013 – Luna Austral, La Consulta, Valle de Uco $1.600
Sólo se hicieron 1500 botellas de este blend a base de Merlot y Cabernet Franc con un toque de Malbec. De final profundo y franco, con muy buen potencial.
Puntos: 93
Fabricio Portelli es sommelier argentino y experto en vinos
Twitter: @FabriPortelli
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