El pezón femenino es una pequeña protuberancia en la parte central de la mama en la cual desembocan los conductos lácteos, que está rodeado de un área de piel con una pigmentación más oscura, conocida como areola. Pero, en realidad, es mucho más: el complejo areola-pezón es un símbolo de feminidad, sensualidad y sexualidad que se constituyó también como signo de la opresión que algunos sectores de la sociedad ejercen sobre el cuerpo de la mujer, enmascarado en una visión puritana del buen gusto.
Los pezones -únicamente femeninos- son hace tiempo polémicos y prohibidos. En Instagram y Facebook, como un gran espejo de la vida real, las tetas son aceptadas y los pezones no. Su prohibición establece sutilmente los límites de la sensualidad que permite la red y ese comportamiento de denuncia y eliminación inmediata de contenidos online, avivó en los últimos años el debate sobre qué tan nociva puede ser su exhibición. La respuesta a favor del pecho femenino no tardó en llegar.
En Argentina, las campañas Tetas x Tetas (ganadora del premio mayor Festival de Creatividad Cannes Lions Salud) y la más reciente, Todos Aman las Tetas -ambas generadas por MACMA (Movimiento Ayuda Cáncer de Mama)- pusieron en evidencia que esta política de las plataformas digitales también va en detrimento de una cuestión de salud. A nivel mundial también pueden encontrarse movimientos como #freethenipple (#LiberenElPezón) que apoyan el cese de censura a los pezones.
Sin embargo, el correlato offline de estas políticas pudo evidenciarse en dos casos locales de gran alcance mediático: en julio de 2016, la policía local de San Isidro intentó detener a una mujer que estaba amamantando a su bebé en una plaza pública; y el pasado enero, un operativo policial impidió que tres mujeres realizaran topless en Necochea. En ambos casos, la respuesta fue la organización a través de las redes sociales (los mismos espacios que censuran el pezón) de manifestaciones masivas en forma de protesta.
El interrogante que surge entonces es cuáles podrían ser las consecuencias de censurar con tanta dureza una parte esencial de la anatomía femenina. "Los tabúes que rodean a las mamás, en especial al pezón, tienen consecuencias a nivel social y cultural, pero también vemos sus repercusiones en nuestra área", explicó a Infobae el doctor Luciano Cassab (MN 79.867), miembro de la Sociedad Argentina de Mastología (SAM). "El amamantamiento, por ejemplo, no sólo es fundamental para la salud del bebé, sino también para la de la madre. Asimismo, al momento de concientizar sobre el cáncer de mama y enseñar a las mujeres a reconocer signos de alerta, no poder mostrar fotografías del pezón es un obstáculo enorme".
Si bien el mastólogo destacó que el cáncer de mama suele ser asintomático en sus estadios iniciales, es fundamental que la mujer esté atenta a los cambios visibles y palpables en sus mamas para poder consultar al especialista en caso de que note algo fuera de lo común: "La enfermedad de Paget, por ejemplo, es un tipo de cáncer de mama no muy frecuente, que tiene como predilección manifestarse a través del pezón y extenderse hacia la areola, con prurito en la zona, eczema, enrojecimiento y descamación", puntualizó Cassab.
Es importante que, en caso de detectar alguno de estos síntomas, las mujeres consulten al especialista: "Cuando un pezón se retrae o se hunde cuando no estaba así antes, es decir que siempre apuntó hacia afuera y de repente se mete hacia adentro y aún estimulándolo no sale, es necesario consultar al mastólogo para descartar que no haya una lesión que pueda estar generando esta retracción", señaló la doctora Carola Allemand (MN 114.058), miembro de la SAM. Y agregó: "Otros signos a los que se debe prestar atención: cuando un pezón ha cambiado de forma o tiene cambios en la piel, en caso de que se torne sensible y no esté relacionado con el ciclo menstrual, cuando presenta secreción o en caso del desvío asimétrico".
El pezón entonces excede su función biológica -el amamantamiento- y se constituye como una señal de alarma muy importante para la salud mamaria de la mujer. Su censura en las redes sociales dejó en evidencia el doble discurso moral publicitario, y forjó el ascenso del uso de recursos creativos para sortear obstáculos al momento de efectuar las tan necesarias campañas de detección temprana del cáncer de mama, enfermedad que aún hoy afecta a 1 de cada 8 mujeres.
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