Desde hace más de 150 años, el termalismo forma parte del circuito del turismo medicinal de la Argentina. Entre Ríos, Catamarca, Chaco, Misiones y Buenos Aires son algunas de las provincias que reúnen las condiciones necesarias para tratar diferentes afecciones o enfermedades. Es por eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha incluido en la medicina tradicional.
El termalismo engloba una serie de conceptos relacionados con los usos del agua mineromedicinal o mineral natural –ya sea termal o no– de mar o lago salado, y todos los elementos que la acompañan, es decir, el clima, los sedimentos de esas aguas y sus derivados.
En la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Carhué, esta rama de la medicina es practicad desde 1821. En esa época, esta ciudad era el destino de moda para tratar enfermedades de todo tipo. Sus aguas altamente mineralizadas eran y son famosas por su similitud con las propiedades minerales del Mar Muerto.
Rubén Besagonill, dueño del Hotel Carhué, uno de los siete Spa termales de la ciudad, contó a Infobae, cuál es el proceso en esos lugares. "Hasta el momento y desde que se inauguraron las primeras termas en 1988 el agua se trae en camión cisterna. Es un tanque de acero inoxidable donde se transportan 6000 litros de agua para las 7 piletas que se encuentran disponibles. Se renueva periódicamente con un procedimiento de filtrado y clorado. A eso se le suma la termalización con loza radiante en todas las piscinas para que la gente pueda disfrutarlo todo el año".
Maricel Rossi, dermatóloga de LALCEC y miembro adjunto de la Sociedad Argentina de Dermatología, explica que en la actualidad las técnicas termales se utilizan para curar, prevenir y evitar dolencias. ¿Las razones? Durante los momentos de relax y tranquilidad, se reduce el acelerado ritmo y se recobra la energía y la vitalidad de una forma natural y no agresiva.
¿Cuáles son las propiedades de los minerales en el agua?
– Aguas sulfurosas ricas en azufre: indicadas para reumatismos, artrosis, afecciones dérmicas y mucosas. Poseen una fuerte acción antialérgica, bactericida y antiséptica; estimulan la función hepática y las defensas; regulan la circulación y la secreción bronco-pulmonar y tienen una acción excitante de las glándulas gastrointestinales y de la bilis.
– Aguas cloruradas ricas en cloruro de sodio: cuando tienen una concentración de 1gr/l poseen propiedades antiinflamatorias y actúan sobre el sistema linfático estimulando la acción de las células y la fagocitosis. Además aumentan la secreción y los movimientos intestinales.
– Aguas alcalinas ricas en Oxígeno y con un Ph elevado: actúan sobre factores metabólicos del organismo y sobre el aparato digestivo.
– Aguas ferruginosas ricas en hierro: indicadas, principalmente en estados carenciales y dolencias hepáticas ya que mejoran el valor globular y actúan sobre las glándulas endocrinas, órganos genitales y el aparato urinario. Además excitan el sistema nervioso, la circulación capilar y las funciones del aparato digestivo.