No es sencillo escribir sobre las pasiones. Mejor dicho, es verdaderamente difícil abordar el mundo de la pasión. La primera pregunta se centra encontrar en el significado perfecto, la definición ideal, la frase con las palabras justas que abracen a una que envuelve amores, deseos y odios. Valeria Trapaga está llena de sentimientos. Y nombra la palabra "pasión" a cada instante. Es fácil sacarla de su mundo, pero existe una fuerza a su alrededor que vuelve a traer el tema en cuestión a la charla. De allí no se puede. Allí se queda. En ese lugar, se siente una mujer apasionada.
Cuando comenzó a viajar por todo el país -desde hace 13 años- no imaginó que un símbolo argentino le otorgue semejante trascendencia. "Al final de mi carrera de sommelier tenía que hacer algo con el vino y decidí hacerlo con la yerba mate. Al presentar el trabajo final, uno de los jurados de la Asociación Internacional de Sommeliers me recomendó que siga por ese camino. Que los argentinos deberían saber la historia de un producto tan nacional", dijo Trapaga, que vive, sueña y piensa en yerba mate a cada hora durante cada día.
No hizo el click. Un programa de televisión, un mensaje de WhatsApp para salir al aire en otro programa radial y así. Un par de viajes al mes, provincias por recorrer, nuevos materos por descubrir. "La verdad es que me cuesta a veces darme cuenta de la magnitud que tiene mi trabajo. Me cuesta doblegarme, porque paso directamente abruptamente a mi vida cotidiana: a ser mamá -tiene tres hijos-, a la vida de pueblo, a las responsabilidades de cada día".
Trapaga lleva colgada la medalla del orgullo. Se siente feliz, plena, agradecida. Cada persona que la conoce quiere saber un poco más, enterarse el último truco, saber el secreto perfecto para que el mate también lo sea. El recipiente, la yerba, la bombilla, el agua, los trucos de siempre. La primera sommelier de yerba mate en el mundo los repite a cada rato, en cada rincón del país que visita. "Con un mate de por medio y 10 minutos de charla me doy cuenta que siempre tengo algo que aprender y que a la otra lo que le digo le cierra. Todo lo que uno tiene que contar tiene un argumento y una explicación".
"No era tan consciente de todo lo que se toma el mate en Argentina, que se tome tanto, incluso más que el agua. Me di cuenta cuando empecé a recorrer el país, cada pueblito, cada ciudad y que cada persona te diga: 'en este lugar somos muy materos'. Esa frase se repite en todo el país, contó la mujer que pasa sus días en San Antonio de Areco mientras contempla diferentes yerbas y sueña con el que próximo mate sea más rico que el anterior.
Pero que salga rico depende de muchos factores. El amor, indudablemente necesario a la hora de preparar un mate, no alcanza si los pasos fundamentales se dejan de lado. Mover la yerba del paquete de un lado al otro, colocarlo en un recipiente de boca ancha y base angosta, batirlo con la mano tapando la boca del mate, colocar la yerba de un lado, incorporar un chorrito de agua tibia en la parte vacía y luego incorporar a la bombilla, empalando la yerba hasta que quede listo para cebar el mate. El agua, protagonista principal.
Cómo preparar el mate ideal
"El agua es el punto clave de la cebada. El mate es el agua. El hecho de haber recorrido todas las provincias me dio un panorama muy grande del agua y del país. Detecto que este factor modifica absolutamente la percepción que cada uno tiene del mate. Pero además de que el agua es diferente en todo el país, noto que son muchos los argentinos que la hierven", explicó.
Para Trapaga, cada argentino que ofrece un mate está desnudando la verdadera razón de esta infusión. "El argentino le da sentido al mate solo cuando lo comparte. El mate tiene una carga de sentimientos, de afectos, de significado. El argentino no es frío y el mate tampoco lo es en lo que genera. Cebar es cariño, es repartir alimentando", dijo la sommelier.
A la hora de pensar en los enemigos de la infusión que más se toma en el país, Trapaga encuentra un doble pensamiento en la incorporación del azúcar en el mate: "Entiendo que hay mucha gente que está acostumbrada y no puede soltarlo. Prefiero que tomen mate, aunque lo hagan con azúcar. Pero lo ideal es que no le pongan, porque el azúcar enmascara, tapa el verdadero gusto de la yerba".
Sobre el final, el desafío de seguir aprendiendo y nutriéndose de aprendizajes. Vivencias. Anécdotas. Historias. Manías. Secretos que solo regala el contacto con la gente. "Uno de mis desafíos es poder seguir compartiendo lo que sé con la gente, es la satisfacción más grande y lo que quisiera hacer por siempre. Me encantaría y es muy pretencioso por ser una persona que lo hace, pero quiero evangelizar a todos los argentinos sobre qué es la yerba mate. Ese es mi gran objetivo".
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