La convivencia en Survivor Expedición Robinson (Telefe) se va poniendo cada vez más difícil para los participantes. Entre alianzas y traiciones, los integrantes de los campamentos compiten para alcanzar el gran premio. En ese sentido, ninguno lo piensa dos veces a la hora de soltarle la mano a sus compañeros. Eso ocurrió con Giselle Margonari en el último Concejo Tribal del campamento Sur y terminó convirtiéndose en la nueva eliminada. A horas de su salida, en diálogo con Teleshow, la exjugadora dio a conocer todos los detalles de su experiencia viviendo en condiciones extremas.
La croupier de 42 años llegó a la isla con una historia de vida marcada por la tragedia de Cromañón. Si bien se definió como una “chica de ciudad”, lo cierto es que demostró que podía hacerle frente a todo durante el naufragio. Su punto débil terminó siendo su bondad, que le jugó en contra al ser traicionada por Mauro Gaurnieri. “El equipo es hermoso. Vos me decís a quién votar, no sé por qué son todos buena onda”, explicó en su video de presentación.
—Qué te motivó a anotarte para ser parte de esta experiencia?
—Estaba en mi casa viendo la televisión con mi hija y, cuando vi la publicidad, me llamó tremendamente la atención. Ahí le dije a mi nena: “Mirá, Ambar, mamá va a estar ahí”, con una convicción tremenda. Primero, porque necesitaba este condimento en mi vida, algo diferente. Quería salir un poco de mi rutina, de lo que es trabajar hace tantos años en un casino, después ser mamá. Además, todo lo que es reality me atrae. No tanto lo que es Gran Hermano, que por ahí están encerrados en una casa. Me motivaba mucho el tema de la aventura, de la naturaleza, de la competencia. Sabía que iba a ser un reality con juegos, aventura extrema y competencia y me dieron ganas de anotarme.
—¿Realizabas alguna actividad física que te haya ayudado a sobrevivir en la isla?
—Hice deporte toda la vida. Es algo que defiendo y voy a defender siempre. Me parece que todo el mundo tendría que hacer. No solo por gusto ni por tener un lindo cuerpo, sino también por la salud. En mi caso, aprendí a nadar a los cinco años en la colonia, después hice hockey y, luego, natación y gimnasia artística. Siempre me gustaron los deportes y, de grande, me quedé con las actividades del gimnasio. Cuando volví de la isla, arranqué Hockey Mami.
—¿Qué fue lo más difícil del naufragio?
—Lo más difícil fue el hambre. Es tremendo y espantoso lo que se sufre porque uno está acostumbrado a las comodidades de tener todo. También dormir a la intemperie con el miedo a que te piquen los mosquitos, las hormigas o alguna araña. Además, lo fuerte que fueron las tormentas. Yo intentaba dormir, porque en algún momento me vencía el cansancio, y estaba en alerta constante. En un momento cayó un rayo, nosotros estábamos al lado del mar y yo tenía terror a eso. Otro momento difícil fue cuando se empezó a mover el suelo (por el terremoto) porque vos decís: “¿A dónde me escapo? ¿Qué hago?”. Fue muy fuerte todo eso.
—¿Te esperabas esa traición de Mauro con el ídolo falso?
—Nunca. Me llevaba superbién con Mauro, nos matábamos de la risa, se la pasaba charlando conmigo. Yo venía charlando con ellos y no estaba perseguida porque me vinieron a decir que se iba Janet, que era lo más probable. El equipo tenía que estar fuerte y era una persona que no sumaba nada, no aportaba a los juegos, muy callada. Pero para los chicos era la que conseguía cangrejos, porque ella tenía facilidad para agarrarlos, y viste que te “usan” para lo que podés llegar a servir después. No me esperaba su traición: quedé helada.
—Si hubieras estado en sus zapatos, ¿hubieras hecho lo mismo con otro compañero?
—Nunca me hubiese imaginado que esto del ídolo era algo que se podía llegar a hacer. Yo estuve mirando todos los Survivor, pero me limité más a la parte competitiva de los juegos. Mi error, por ahí, fue por ese lado. Pero no me sentía amenazada para nada.
—Fue hermoso, a mí me sirvió personalmente para cerrar un ciclo en mi vida, para cerrar una herida abierta, porque Cromañón dejó una marca importante, no una marca grata, pero la dejó. La verdad que encontrarme con un bombero que estuvo ahí, del otro lado de la película, se sintió muy fuerte, una emoción difícil de explicar y de contener. En el momento no caía y agradezco muchísimo a la producción y a mis compañeros del campamento que dejaron que yo pueda ir a encontrarme con Lobo, que estaba en el otro equipo. El hecho de que me hayan permitido hablar con él me sirvió muchísimo para cerrar un poco todo lo que viví ahí.
—¿Qué te llevas del programa?
—Me llevo esa experiencia clavada en mi cabeza y en el corazón. Es muy movilizante estar allá, alejado de todos. También me llevo el conocimiento de que los seres humanos no son todos buenos y que está la traición, que hablan cosas por atrás y se regocijan con eso y que para mí no está bien. Se puede competir sanamente, de una manera limpia, por lo que también queda ese dolor de pensar: “¿Por qué pasó todo esto? ¿Por qué se divertían haciendo tal cosa?”. Eso me sirvió para darme cuenta de que soy inocente en un montón de cosas. Además, me llevo la fortaleza de que pude estar allá, que fue la primera vez que me separaba de mi hija y pude lograrlo, me mantuve fuerte. En un momento caí, en un momento lloré, pero dije: “Yo estoy acá por ella, esto lo voy a hacer por ella, para darle una vida mejor, para llegar a ganar esta competencia”. Y cuando me fui, ella me dijo: “Mami, yo voy a estar bien, andá a ganar”. Siempre tuvo ese espíritu hermoso y generoso. Me hubiese gustado que me vea realmente triunfante, aunque sea en un juego, no tanto por mí, sino por ella, para que vea a la mamá ganar.
—¿Qué planes tenés tras tu salida de la isla?
—Me encantaría que de alguna manera se me abran las puertas. También me gustaría cambiar mi camino, ya que llevo 16 años en el casino y estoy muy agotada física y mentalmente porque es un trabajo que demanda muchísimo. Y, por qué no, incursionar un poco por la televisión, el teatro o hacer cine.