Evitar que la tecnología llegue a las manos de nuestros hijos es imposible, ya sea porque nosotros les demos acceso a un celular o porque convivan en entornos donde el dispositivo esté presente, siempre estarán expuestos y lo que debemos hacer es brindarles herramientas para que el uso que hagan sea saludable, responsable y productivo.
Aunque hay expertos que aseguran que los 13 años es la edad adecuada para que tengan su primer celular. Esta no es una regla obligatoria y todo dependerá del contexto y el desarrollo de cada niño. Lo que sí podemos hacer como padres es crear hábitos para que cuando tengan su propio teléfono o usen uno prestado lo hagan de buena manera.
Para lograrlo hay múltiples guías y a continuación daremos cinco consejos para crear rutinas y maneras para que el acceso al celular sea algo positivo para nuestros hijos, basándonos en experiencias propias y en opiniones de expertos.
Padres presentes
Entre el caos del día a día, muchas veces el celular se convierte en una solución rápida para que los hijos estén entretenidos durante unos minutos u horas y nosotros podamos hacer las tareas del hogar o descansar. El problema surge cuando no hay un acompañamiento y el niño queda solo ante el teléfono.
La presencia de los padres no solo se da para evitar que ingresen a páginas indebidas o que hagan algo malo. También es necesario estar presentes para resolver las dudas que les surjan, para enseñarles a solucionar los problemas que se encuentren y, sobre todo, para que entiendan que usar un celular no implica aislarse, sino que ese puede ser un momento para jugar juntos o ver videos divertidos.
Healthy Children, un sitio web creado por pediatras, asegura que la idea es que el tiempo junto al dispositivo sea algo productivo que luego no se traduzca en un espacio para estar solos.
La solución a problemas
Que un niño llore o que no haga caso es lo más común en la crianza. Ellos están aprendiendo a vivir y entender sus sentimientos y por eso llorar, tirase al suelo o gritar hace parte de las formas en que lo expresan. Todo esto es necesario y como padres hay que acompañarlos para que puedan entender qué sienten. Por eso el celular es un problema en ese momento, porque creemos que es la solución a frenar el llanto y el berrinche.
Según Jenny Radesky, pediatra conductual del desarrollo en el Hospital Infantil CS Mott de la Universidad de Michigan Health, el teléfono es solo una solución momentánea y “los dispositivos móviles pueden desplazar las oportunidades para el desarrollo de métodos independientes y alternativos para la autorregulación”.
Así que una manera de enseñarles a usar el celular es apartándolo en estos momentos de llanto y enfocarnos en acompañar su sentimiento. El móvil no debería convertirse en un catalizador de sus emociones, porque así no van a poder entenderlas y en el futuro podría ser solo una herramienta de escape.
Espacios y momentos
Todo tiene su momento y lugar. Sin importar que nuestro hijo no tenga un celular propio, es fundamental empezar a crear rutinas para saber cuándo es el momento de usar el teléfono y la mejor forma de hacerlo es con el ejemplo.
Si en el futuro no queremos que nuestro hijo saque el móvil cuando estamos cenando y no hable, lo mejor será no hacerlo nosotros ahora que ellos están pequeños. Durante el tiempo en familia los dispositivos quedan aparte y es un momento para estar juntos. Esto ayudará a que futuro la rutina se convierta en un hábito y todo surja de manera natural.
Ni premio ni castigo
El pediatra Carlos González define a los premios y a los castigos como “inútiles en la educación”. Según él, un niño hará algo bueno sin buscar un premio y lo malo lo evitará sin miedo a un castigo cuando no se les educa bajo esos conceptos de control.
El motivo de esto es la ambigüedad entre los dos. Por ejemplo, González dice: “¿qué le doy a un niño de premio? Es muy frecuente darles cosas malas: ‘si recoges los juguetes te doy un caramelo’. ¿Pero luego no quedamos en que los dulces producen caries?”.
Llevado esto al uso del celular es lo mismo. El teléfono no se puede convertir en un castigo si un niño no come, por qué el móvil debe restringirse si no tiene nada que ver. Así como tampoco es un premio por sacar buenas notas, algo que debe hacer para su formación personal y no por obtener un regalo.
Probar todo antes
Este punto va muy ligado al primero. Estar presentes también significa saber qué están consumiendo nuestros hijos, incluso antes de que lo hagan. Si ellos desean entrar a un videojuego, hay que tomarnos el tiempo de jugarlo antes, ver qué se van a encontrar y de esa forma sabremos cómo guiarlos y poner los límites de uso.
También es aconsejable buscar otras opciones de consumo. Actualmente, hay muchas aplicaciones educativas que no se centran en actividades aburridas, sino en propuestas más inmersivas y diferentes que hacen que ellos experimenten otros temas. No hay que tener miedo a darles el celular, lo que se debe hacer es estar al lado y un paso adelante para que los niños lo hagan de forma segura.