Los presos suelen contar los días que le quedan tras las rejas para ser liberados. En el caso de Marco Estrada Gonzáles, fue al revés. Contó 454 días en libertad hasta que volvió a ser detenido esta semana en el distrito de Santiago de Surco, ubicado a casi 4 mil kilómetros de la Villa 1-11-14, el barrio del Bajo Flores al que llegó junto a su hermano “Pity” Estrada en 1997 y sobre el que mantuvo una hegemonía narco de casi 25 años, para convertirse en el traficante más poderoso de CABA.
En mayo de 2022, Estrada fue expulsado del país bajo la medida del extrañamiento, tras ser condenado a 24 años de prisión y encarcelado en Marcos Paz, una medida, que, según la PROCUNAR, que pidió su expulsión, nunca esmeriló del todo su control sobre el Bajo Flores.
Ahora, la Justicia peruana lo acusa de lavado de dinero. De acuerdo a su histórica abogada Laura Fechino, el capo se enteró de la investigación de lavado de dinero en contra de él y varios miembros de su familia apenas pisó Lima, donde desembarcó tras ser expulsado de Argentina.
Tras su liberación, se asentó en un coqueto edificio sobre la calle Loma Umbrosa, ubicado a 45 minutos del centro de Lima, lejos de los familiares de su hermano, quien se convirtió, en los últimos años, en su némesis. “No se hablan”, detalló un allegado a Infobae.
Sin embargo, en la misma causa cayeron Johana Alexandra Estrada y Jonathan Fernando ” Estrada, los hijos de “Pity”.
Estrada Gonzáles, siempre conocido como “Marcos”, presentó un descargo frente a la nueva acusación en la que aseguró que el único inmueble a su nombre es una casa que le donó su madre. La fuente cercana al capo aseguró que solo tiene contacto con una de sus hijas y que permanecía “alejado de todo”. Es un misterio cómo se ganaba la vida.
Infobae Perú supo que el departamento en el que vivía tiene 130 metros cuadrados, terraza y tres dormitorios con closet, amplia sala, comedor, cocina cerrada y lavandería. El alquiler mensual por este espacio supera los 800 dólares (aproximadamente 2960 soles).
Las autoridades peruanas decomisaron una moto de la marca Harley Davidson, modelo XL 1200X, y otra de la marca Honda, modelo CBR 1000R5. La primera supera los 10 mil dólares y la segunda puede alcanzar los 20 mil dólares.
La lista también incluye un Nissan, modelo 370 Z, de color negro, un lujoso auto deportivo, que en su versión premium, puede valer más de 45 mil dólares. También se encontró un poderoso Hummer H2, cotizado en más de 150 mil dólares en Argentina, una Mitsubishi L2, y tres camionetas Toyota.
Sin embargo, de acuerdo a la investigación, “Marcos” se movía en una “modesta” camioneta Honda Pilot, valuada en unos 15 mil dólares.
Estrada Gonzáles logró fama gracias a una extensa lista de delitos y detenciones. La primera fue en 2002, por asociación ilícita, aunque su nombre comenzó a sonar en 1999 tras el homicidio de Julio Chamorro Revollar, quien ostentaba el control de la villa hasta ese momento. En el ataque sicario fueron asesinados otros dos hombres.
En 2003, tras un juicio oral en el Tribunal Federal N° 2, quedó en libertad.
El jefe narco decidió mudarse a Perú con su esposa y sus hijos (tiene cuatro y ya es abuelo). En 2007, volvieron a hacer las valijas a Paraguay, donde fue arrestado.
En noviembre de 2008, el narco fue extraditado a Argentina y alojado en la cárcel de Marcos Paz. En 2009, se abrió otro expediente por manejo del imperio de la droga desde prisión, investigado por el Juzgado Federal N°12 y lo trasladaron al penal de Ezeiza.
En 2010, lo volvieron a detener, dentro de la unidad carcelaria. El narco optó por reconocer las acusaciones y firmar un juicio abreviado.
En marzo 2012 debió sentarse en el banquillo de los acusados ante el Tribunal Oral N° 8 por el triple homicidio en el que murió Chamorro Revollar. Lo absolvieron. En 2013 aceptó su responsabilidad en la organización de la venta de droga al menudeo en el asentamiento y en 2014 consiguió la libertad condicional.
En diciembre de 2016, “Marcos” regresó a lo grande: fue detenido en su lujosa casa de La Celia, un country de Ezeiza. La propiedad contaba con un jacuzzi en el que se sumergía el capo, con copa de champagne en mano. Así, el capo volvió a ocupar una celda del complejo penitenciario de Marcos Paz.
En noviembre de 2020, llegó la histórica condena en su contra de 24 años de prisión por liderar una organización dedicada a traficar y comerciar drogas y acopiar armas en el barrio del Bajo Flores. Dos años más tarde, la Justicia Federal decidió enviarlo a su país, tras un pedido de la PROCUNAR para expulsarlo luego de años de investigarlo.
De esta manera, el capo había logrado la libertad definitiva, con la condición de no regresar al país. Espera pronto volver a su casa, en caso de que los investigadores peruanos no logren vincularlo con el lavado de dinero que le imputan también a los hijos de su hermano.