Diego Xavier Guastini ciertamente vive después de muerto. La semana pasada, en el comienzo del juicio a la familia Loza, el poderoso clan narco que delató con su testimonio como imputado colaborador, un abogado defensor pidió ante el Tribunal Oral en lo Penal Económico N°3 que el testimonio del cuevero, financista y contador que llevó a la banda a la cárcel sea excluido del proceso. Básicamente, argumentó que esa declaración de al menos seis horas, filmada en video, se produjo sin control de las defensas. Además, los muertos no contestan repreguntas.
El argumento del abogado tampoco era nuevo. El Tribunal N°3 había rechazado en varias ocasiones el pedido de excluir el testimonio de Guastini como evidencia. Los Loza, oriundos de Salta, especialistas en mover cocaína entre Santa Fe, la provincia de Buenos Aires y España con su capo Erwin preso en Marcos Paz, enfrentan el juicio acusados de lavado de dinero, tras amasar una fortuna calculada en 800 millones de pesos que incluyó la Ferrari F355 Spider que fue de Diego Maradona además de mansiones, hoteles y estacionamientos, 190 bienes muebles e inmuebles en diez años de operaciones oscuras.
Guastini, precisamente, fue su lavador. Complicado y condenado en una causa de la Justicia en lo Penal Económico que lo investigó por manejar un sistema de couriers que incluía a carpinteros jubilados y pastores evangélicos que traficaban euros entre Argentina y Europa, el financista se convirtió en un imputado colaborador y comenzó a hablar, con sesiones filmadas en video en 2018 en los despachos de la PROCUNAR, el ala de la Procuración liderada por el fiscal federal Diego Iglesias, dedicada a investigar delitos de narcotráfico.
En esas sesiones, que podían durar varias horas, Guastini hablaba sin rodeos, sin hacer chistes, con franqueza y con términos típicos del delito como “bajada” o “mercadería”. Tampoco ahorraba detalles. Contaba la maniobra completa.
Así, los fiscales descubrieron que no le lavó plata solo a los Loza. Con sus servicios, ayudó también a otros pesados como el peruano Carlos Sein Atachahua Espinoza, que se valió de una red de empresas para contrabandear cocaína. Su banda recibió el año pasado un muy fuerte embargo, 30 mil millones de pesos en total. Sus relatos alcanzaron a cinco causas en total, con expedientes de alto perfil como “Leones Blancos”, marcado un falso operativo de 500 kilos de cocaína que llevó a la caída del ex fiscal sanisidrense Claudio Scapolán.
“Solo toco plata, droga nunca”, le decía Guastini a los hombres de la PROCUNAR. Y después un sicario lo mató.
El lunes 28 de octubre de 2019 por la madrugada, una Toyota Hilux con una patente que no correspondía con el vehículo le cortó el paso mientras viajaba en plena noche con su Audi, a metros de la Municipalidad de Quilmes, no muy lejos de su departamento. Allí, el tripulante de una moto le disparó tres veces a través de la puerta y el vidrio del auto con balas calibre 9 milímetros. Luego, huyó. Guastini fue trasladado al Hospital Iriarte donde finalmente murió por sus heridas. Tenía una Glock calibre 40 encima que nunca disparó. Adrián Baeta, teniente de Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense, fue el primero en llegar al cuerpo moribundo. Baeta fue involucrado en el caso “Leones Blancos”, acusado de participar del armado de la causa trucha: sus vínculos con Guastini databan de años.
Entonces, comenzó la pregunta obvia, con una investigación del fiscal Martín Conde y la división Homicidios de la Policía Federal: ¿quién lo mató y quién ordenó su muerte? La pregunta sigue sin respuesta hasta hoy. Se sospechó de quienes delató, sin pruebas que los vinculen. Ciertamente un narco pesado podría haber ordenado un golpe sicario de este tipo, pero el hampa dice otra cosa. Hubo, al parecer, un cliente, un vínculo, al que Guastini no entregó.
Una fuente del submundo de Quilmes, que conoce bien la historia secreta de Guastini, afirma a Infobae: “Fueron los mexicanos”.
La fuente asegura en un encuentro secreto del que participó Infobae: “Guastini tuvo esos contactos mucho tiempo. También tuvo intereses de guita en México, emprendimientos gastronómicos. Se cree que fue un ataque preventivo, había empezado a cantar hace tiempo, tal vez se enteraron de lo que pasaba en Tribunales y lo hicieron bajar antes de que hable de ellos”.
El hombre en el encuentro aporta un dato llamativo, desconocido hasta ahora: “El tipo tenía un auto blindado, pero no lo usó esa madrugada que lo mataron, se lo había dado a la mujer”. El dato fue cruzado con investigadores federales: efectivamente era así. Guastini salió con su pistola, pero el Audi en el que murió no frenó las balas del sicario, que traspasaron la puerta del conductor.
La teoría de “los mexicanos” llegó a quienes investigaron a Guastini en vida y en muerte. “No suena descabellado, puede pasar perfectamente”, dice uno de ellos. Lo cierto es que el financista y delator “ya estaba regalado, nunca quiso parar”, afirma un detective de alto rango: “Le dieron custodia de Prefectura cuando empezó a hablar, nunca la quiso. Quedaba como el traste. Seguía atendiendo su cueva. Imaginate un tipo que le iba a dejar una valija de plata encontrándose con un poli de civil. Temía que le saquen información por la custodia, que se los pongan de topos. Y los teléfonos nunca dejaron de sonarle, le sonaban mientras declaraba en la PROCUNAR. Su entorno sabía que estaba declarando”.
Los viajes de Guastini a México junto a sus cómplices cargando cantidades insólitas de dólares están documentados por la Justicia. El “hecho número 7″ por el cual fue condenado a tres años en suspenso por tráfico de dinero consistió en el intento de ingresar a la República Argentina el monto de 689.940 dólares estadounidenses sin efectuar la pertinente declaración aduanera, en ocasión que los dos nombrados en primer término arribaran, el día 6/12/12, al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, a través del vuelo AM028 de la empresa Aeroméxico, proveniente de la Ciudad de México”. Otros dos de sus cómplices volaron desde la capital mexicana al año siguiente con casi 200 mil dólares más. Por otro lado, No es inaudito que un argentino sea acusado de trabajar para el negocio mexicano de la droga. Ocurrió en el pasado reciente. Un perfil como el de Guastini podía admitir un cliente de este nivel de peligrosidad.
Por otra parte, el nombre del financista muerto resuena en otro expediente que se reaviva en la Justicia. La Justicia llegó a una nueva hipótesis sobre la desaparición de Hugo Díaz, el financista visto por última vez en 2015, cuyo cadáver nunca fue encontrado. Díaz y Guastini tenían un vínculo histórico.
La última vez que fue visto con vida había estado en la oficina de Guastini, en el tercer piso de Florida 520, en el microcentro porteño. Hoy, seis años después, detectives investigan una nueva pista: Guastini, suponen, fue quien habría mandado matar a Díaz.
Los motivos en esta nueva hipótesis son dos: dinero, el más obvio, o celos. Díaz, creen, habría tenido un avance con la pareja del financista de narcos asesinado.
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