¿Alguna vez sentiste la necesidad de bajarte del mundo, reponerte de los golpes, y recién entonces volver a subirte a esta vida que nos pasa por arriba?
Probablemente habrás llegado a la misma conclusión que todos: no se puede. No tenemos más remedio que aprender a repararnos sobre la marcha, mientras seguimos luchando, mientras seguimos viviendo.
La sociedad japonesa, mundialmente reconocida por su rigurosidad y excelencia, también tiene ciertos récords que no son para estar tan orgullosos, como por ejemplo un altísimo índice de suicidios. O unos niveles de alcoholismo importantes.
Sin embargo, existe una situación particularmente conmovedora y es la que ellos denominan “johatsu”. Significa los “evaporados”. Personas -en su mayoría hombres-, que no pudieron más con la exigencia de vida y optaron por “evaporarse”.
Yo conocía casos de hombres que les decían a sus esposas que iban a comprar cigarrillos o que iban al banco, y que no volvían nunca más. Siempre me llamaron la atención, no tanto por lo drástico de la decisión, sino por imaginarme el aislamiento extremo de esas personas, incapaces de poder expresar lo que les pasaba. ¿Qué dificultades propias tendrían ellos y sus parejas, para que el final fuera así?
Pero volvamos a los “evaporados”. Hartos y extenuados de la presión laboral, matrimonial, social y familiar, son personas que de la noche a la mañana abandonan toda su vida normal y se mudan a un barrio en el cual llevarán una vida muy humilde pero sin presiones. Apenas un cuarto, con baño y cocina compartida, y un nivel de vida muy lejos del que llevaban. Pero finalmente tienen paz. A un costo alto, se liberaron de toda la presión que soportaban para mantener aquel ritmo de vida.
Parecido al protagonista de la película Belleza Americana, que después de que lo despiden de su importante cargo, busca trabajo en un local de comidas rápidas, en el que se limitaría a dar vuelta hamburguesas. El gerente de recursos humanos que lo entrevista le advierte que está sobrecalificado para la posición. El hombre, protagonizado magistralmente por Kevin Spacey, le contesta una respuesta memorable: “Cuantas menos responsabilidades tenga, mejor”.
Continuando con los japoneses, la enorme presión lleva a muchas personas a optar por desaparecer de sus vidas, dejando atrás todo, antes que seguir en la rueda del hámster. ¿O de la locura?
¿No era posible hacer ciertas correcciones antes que dejarlo todo, especialmente los afectos? ¿No se podía hablar con la pareja, y si los hijos no eran muy pequeños, con ellos también? ¿Explicarles que papá no podía más? ¿O sería que los afectos eran parte del problema, presionando para que ese padre sostuviera el nivel de vida de todos, aún en contra de sí mismo?
¿Cuánto habrán sufrido los evaporados para tomar una decisión tan extrema? Es mejor solución que el suicidio, pero así y todo, desesperada y dramática. La soledad y aislamiento de ambos es parecida: la imposibilidad de conectar con el otro, de sentirse escuchado.
¿Por qué nos cuesta tanto bajarnos de una vida que nos agota, y no nos hace felices? ¿Necesitamos “evaporarnos”, o lo que es más común en occidente, tener un infarto o un cáncer? ¿No hay mejores alternativas? ¿Cuáles serán esas experiencias traumáticas que habremos vivido, que nos llevan a seguir adelante con una vida que nos destruye?
¿Y vos? ¿Cuáles son esas áreas de tu vida que exigen un replanteo profundo, antes de que te enfermes o te evapores?
* Juan Tonelli es autor del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. Speaker. https://linktr.ee/juan.tonelli