Tres mujeres públicas, con agendas súper apretadas, desde distintos puntos del mapa se ponen de acuerdo -casi en un santiamén- para iniciar una conversación. Por audios, por zoom, con la promesa de “seguirla”, hablan de la menopausia. Entre ellas y con otras. Quieren contar(se) lo que viven, lo que vivieron, lo que aprendieron, para hacer correr la voz, para que la información circule. Aunque haya demasiadas urgencias, aunque otros lo crean una pequeñez, lo concreto es que las mujeres dejamos de menstruar. Con o sin crisis económica, más tarde o más temprano, la menopausia es un hecho para la mitad de la población, y se estima que 8 de cada 10 mujeres experimentan algún signo corporal molesto, desagradable. El tema, entonces, es cómo se transita y qué se puede hacer para ganar en calidad de vida.
“Cuando empecé con nieblas mentales llegué a pensar que podía tener un tumor en el cerebro. Lo asocié con alguien a quien le había escuchado decir de olvidos, de falta de memoria y que terminó teniendo cáncer. Pensé que era eso o demencia senil”.
La que hace la primera confidencia es Mariana Carbajal, periodista pionera en abordar temáticas de género invisibilizadas en los medios de comunicación y autora de “Encendidas, un viaje íntimo por la menopausia”, el libro que acaba de publicar por editorial Grijalbo en un afán de justicia feminista.
“Es muy injusto llegar a la menopausia ignorando los cambios que se avecinan y que nadie nos adelante el conocimiento necesario para prepararnos física y mentalmente y poder pasarla de la mejor manera”, asegura.
Menopausia significa literalmente que la menstruación se detiene y ocurre cuando los ovarios dejan de liberar óvulos para que sean fecundados. Se considera que la menopausia se produce tras 12 meses consecutivos sin menstruación, siempre y cuando no se deba a ninguna otra causa fisiológica o patológica ni a intervenciones clínicas. Es decir, la menopausia es ese día de último sangrado. El climaterio en cambio es el período de transición hacia la pérdida de la función reproductiva de los ovarios, y se extiende desde unos cinco años antes de la menopausia y entre 7 y 10 años después.
Según la Organización Mundial de la Salud lo habitual es que las mujeres y otras personas con útero experimenten la menopausia entre los 45 y los 55 años. Y enumera algunos cambios asociados a este proceso que son resultado de que el cuerpo comienza a producir una cantidad menor de estrógeno y de progesterona, hormonas importantes para la salud del corazón, los huesos y el cerebro: sofocos y sudores nocturnos, sequedad vaginal, dolor durante las relaciones sexuales con penetración, incontinencia, insomnio o dificultad para dormir, cambios en el estado de ánimo, depresión y/o ansiedad, pérdida de densidad ósea, nieblas mentales u olvidos.
“Yo pensé inmediatamente en Alzheimer. Inmediatamente. Y me preocupé. Por eso creo que debería haber campañas de comunicación, charlas donde te informen, donde te digan ‘señora, el calor que siente es normal y los olvidos también. No tiene Alzheimer’.
Desde su casa en Montevideo, la conversación la sigue Esther Feldman, guionista, dramaturga y narradora con 25 años de trayectoria escribiendo series como “Lalola’', ‘’Los exitosos Pells’', “Contra las cuerdas”, “Maltratadas”, ‘’En terapia’' y ‘’Okupas’', entre otras.
“Por mi profesión me toca trabajar con gente muy joven y cuando me agarraban los calores a veces me sacaba la ropa hasta quedar en musculosa en pleno invierno, entonces explicaba que tenía la menopausia y me miraban como si estuviese con lepra. Siento que tenemos que enfocarnos en el tabú, para que se deje de pensar que como somos menopáusicas no cogemos más, no gustamos más, no queremos o dejamos de ser inteligentes para ocupar puestos de trabajo o trabajar. Hoy una mujer de 50 años posiblemente esté en su plenitud laboral y personal, con un montón de proyectos. No tenemos las vidas de nuestras madres o abuelas”, explica.
La población de mujeres posmenopáusicas va en aumento. En 2021, las mujeres de 50 años o mayores representaban el 26% de toda la población femenina en el mundo, mientras que diez años antes esta proporción alcanzaba el 22%. Además, a nivel mundial la vida de las mujeres se extendió: en 2019 una mujer de 60 años podría esperar vivir, de promedio, otros 21 años.
“La menopausia es una situación física, fisiológica, hormonal compleja que atraviesan con o sin síntomas, visibles por lo menos, el 50 por ciento de la población mundial. Y me parece que es una discusión que nos debemos porque se ha tratado de manera muy despectiva a las mujeres cuando están atravesando la menopausia. Frases del tipo ‘¿qué querés si está menopáusica?’… como si fuera algo que una elige y disfruta, cuando no solo no lo elegimos sino que tampoco lo disfrutamos”, afirma.
Flavia Pittella recomienda libros en Radio Mitre. En una de sus últimas columnas literarias invitó a la audiencia a leer “Encendidas” de Mariana Carbajal y “La Mujer Renovada” de Louann Brizendine, y los mensajes de agradecimiento en las redes sociales por sacar a la menopausia del clóset llegaron de a montones.
“Me puse a investigar qué era la menopausia porque nadie me lo podía explicar y sentía que había dejado de ser yo misma. No entendía qué me estaba pasando, pensé que me estaba volviendo loca. Entonces, me parece que si nosotras empezamos a hablar las mujeres que vengan después van a tener mucho más material del que agarrarse para entender qué les está sucediendo. Cuanto más se hable del tema, de cualquier tema, es cada vez menos tabú”.
La Gran M
-Muchas mujeres que están atravesando o ya han atravesado el climaterio y la menopausia plantean la necesidad de empezar a construir una narrativa más positiva sobre este proceso, que no solo esté asociado a la pérdida de, a todo lo que se acaba. ¿Coinciden? ¿Creen que se corre el riesgo de romantizar la etapa?
- Mariana Carbajal (MC): En el libro lo digo: esto nos pasa o nos va a pasar mucho de todo esto. No lo romanticemos, pero como nos va a pasar hay que amigarse y reírnos un poco. Tomarlo con cierto humor y no con tanto dramatismo. Más allá de que debo reconocer que pasé por momentos de enojo y de vivirlo como un duelo. No un duelo de la menstruación en sí, sino duelo porque ya no era la Mariana de los cuarentis y que había que aceptar los cambios.
- Esther Feldman (EF): A mí me pasa que voy como pivoteando entre dos conceptos. Por un lado, la enumeración de todos los cambios en el cuerpo, mirarse en el espejo y verse horrorosa. Pero también hay momentos en que me digo ‘ok, amiguémonos con esto’, porque quizás sea una exigencia patriarcal no reconocerme en ese cuerpo. Entonces, hay días que me despierto, me miro y pienso ‘qué horror’, y hay otros en que digo ‘¿qué me importa?’.
- Flavia Pittella (FP): Yo soy de las que cree que no hay que romantizar la menopausia ni que es algo que tenemos que abrazar o con lo que hay que aprender a vivir. Me parece que ese discurso anula la variedad inmensa de formas de atravesar este proceso. Sí creo que hay que construir una narrativa más positiva, pero asociada a conocer profundamente qué es lo que le pasa a una mujer cuando entra en perimenopausia y en menopausia. Construir una narrativa positiva, ‘esto es lo que te toca ahora’, abracémoslo en el sentido de visibilizarlo. Pero no creo que haya que vivir con los síntomas cuando se pueden evitar.
- EF: Coincido en que no debemos romantizar la menopausia. De hecho hay mucha literatura, ficción -escrita por mujeres encima- donde las mujeres menopáusicas están divinas, fantásticas, y seducen a muchachos jóvenes… todo eso no me interesa y me enoja. Pero a la vez siento que no debemos llevar esto al final de la vida. Hay que informarse. Yo me negué a hacer una terapia hormonal para la menopausia, me propuse vivirla como venga. No es que estoy en contra, para nada, me parece que cada una tiene que hacer lo que la haga sentir mejor. Por ejemplo, soy de las personas que ataco el síntoma que me molesta. Para dormir tomo aceite de cannabis y punto, duermo; para la caída del pelo tomo aminoácidos. Después hay cosas que no me molestan o con las que puedo convivir o que no me pasan directamente.
- MC: Yo sí opté por una terapia de reemplazo hormonal, me la recomendó mi ginecóloga. Como todo, depende de tus antecedentes y de lo que querés hacer, de tus ganas. Soy partidaria de hacer lo que me pueda servir, pero no para maquillar los cambios corporales sino porque tiene que ver con calidad de vida. Quiero dormir siete u ocho horas de corrido porque es un aspecto fundamental para la salud física y mental, entonces consulté con una médica especializada en ayurveda y empecé a tomar gotitas homeopáticas. Quiero seguir teniendo deseo sexual, entonces me pongo un gel de estradiol en el brazo y guardo juguetitos sexuales en mi mesa de luz. Otro tema que a muchas mujeres les afecta y nadie les advirtió son los trastornos genitourinarios, que son dolores al tener relaciones sexuales con penetración o repetir infecciones urinarias. Esto tiene que ver con que el tejido de la vulva se afecta con la caída de los estrógenos, pero hay formas para abordarlo. Yo me pongo un óvulo por semana desde hace varios años ya. Se supone que es un protector, seguramente no será eterno y por supuesto hay que consultar, pero he entrevistado a mujeres y he hablado con amigas que nunca usaron nada o no les han dicho nada y a lo mejor tienen cincuenta y pocos años y les duele muchísimo hasta que les pongan un espéculo para hacer un papanicolaou. Eso es muy injusto.
- FP: Me interesa mucho hablar de los síntomas, no en tanto de la apariencia o de que la piel tal cosa sino más bien de los procesos silenciosos que la falta de hormonas genera en las mujeres. El 90% de las operaciones de cadera son en mujeres mayores. La osteoporosis es un problema. La falta de calcio en los huesos es un problema. La demencia senil por la falta de estrógenos y progesterona está comprobado, es un problema. Hay más mujeres seniles en los geriátricos que hombres seniles, y esto se asocia a la menopausia. Por eso me considero radical y no quiero romantizar, no quiero abrazar la menopausia como si fuera un paquete que me entregaron y que de él depende mi supervivencia. Yo la quiero abrazar para tenerla bien cerca, manejarla y que no me arrastre ella a mí.
- ¿Creen que es importante hablar de este proceso con los hombres también? ¿Cómo se combate el reemplazo del “te vino” por “es que está menopáusica”?
- EF: Siempre se le achaca algo a la mujer: estamos locas porque menstruamos y ahora porque no menstruamos…
- FP: Varias veces me han dicho ´pero los hombres sufren la andropausia’, como intentando poner al mismo nivel lo que le pasa a algunos hombres con sus propios funcionamientos hormonales. Creo que son a los que más debemos educar en esto del cuerpo de la mujer. Pero no solamente sobre la menopausia, sino también sobre la menstruación y los cambios hormonales que vienen asociados a eso. Que mucho de lo que nos sucede no lo elegimos sino que básicamente es parte de nuestra forma de habitar el planeta.
- MC: Creo que es clave el diálogo en las parejas, es clave hablar de lo que te está pasando, de seguir encontrando la forma de envejecer juntos. Cuando salió el libro me escribieron algunos varones por Instagram contando que se lo iban a comprar a las esposas, que lo iban a leer juntos. Me pareció muy amoroso. Porque la sensación que me dio es que ellos no lo tenían tan claro y que quizás al escucharme en la radio lo pudieron empalmar con lo que le estaba pasando a su pareja y el libro da la posibilidad de hablarlo con más sinceridad.
- FP: Me parece que es importante dar la charla con los hombres, con las mujeres jóvenes, con los adolescentes. Me parece que cuanto más sepamos vamos a poder ser más sensibles a esta situación y entender que no es algo para curar o que una elige no tratar, sino que simplemente sucede. La menopausia no es algo que haya que aguantar, es algo que hay que paliar en todo caso y buscar las formas de sustituir todo lo que el cambio hormonal produce en la mujer y todo lo que la mujer deja de producir y, por consiguiente, le genera muchísimas incomodidades.
- EF: Fomentar conversación además para entender que no me pasa a mí sola. Como no se habla de menopausia y como no hay espacios de difusión parece que son cosas de una y se viven en mucha soledad. No todo el mundo tiene grupos de contención, no todo el mundo tiene con quien hablar. De ahí la importancia de poner en agenda el tema. Más allá del contexto económico y social que estamos viviendo en la Argentina, no invalida y es muy necesario.
- MC: Yo tuve una pulsión de escribir sobre la menopausia porque lo empecé a hablar con amigas o con mujeres cercanas o que me cruzaba en distintos ámbitos y había silencio. Les estaban pasando cosas y no sabían o no tenían una respuesta clara. Así me di cuenta de que no era la única que llegaba a esta etapa de la vida sin información. Hoy sabemos que podemos romper los silencios. Aprendimos a poner en palabras cuestiones que nos oprimen o nos incomodan. En este contexto hay cada vez más mujeres con voz pública que están atravesando esta situación y ampliando la conversación sobre la menopausia, acá y en otros países.
- EF: Yo creo que la menopausia ha sido un tabú porque la vejez es el tabú. Y siempre digo lo mismo, hay dos opciones: te volvés viejo o te morís. Pero se da algo muy contradictorio cuando por un lado la medicina logra que la vida se extienda y así es que te encontrás en un teatro con gente espléndida de ochenta y pico de años. A la vez que ‘sos un viejo correte’, cual guerra del cerdo. Claramente ahí hay algo que cambiar, sobre todo en nuestras culturas porque no ocurre lo mismo en todas las culturas.
- MC: En ese marco agregaría que, sin romantizarla, la menopausia puede ser un momento bisagra para pensar cómo queremos vivir el resto de nuestras vidas. Esperamos tener varias décadas por delante de buena vida. En algunos casos ya tenemos los hijos grandes y quizás dejaron la casa, puede ser el momento de resurgir proyectos, de seguir pensándonos como mujeres deseantes y que ese deseo pueda adquirir distintas caras. Creo que ahí hay algo del tiempo interesante también para pensar, porque siempre las mujeres hemos dado tiempo para los demás a nuestro alrededor y ahora podemos pensarnos agarrando las riendas de nuestra vida y dedicarnos ese tiempo a nosotras.
- EF: Comparto. Empezás un partido nuevo, diferente, con otras leyes. Yo tengo una lista de cosas que hacer, un montón, y trabajo igual o más que antes y quizás hasta mejor porque ahora puedo elegir qué serie quiero escribir y dónde la quiero hacer. Estoy llena de proyectos que tienen que ver con un montón de cosas. Entonces, sin romantizar, entender que la menopausia tampoco es un acta de defunción donde todo es absolutamente horrible.
- MC: Y buscá información, informate, buscá una médica o un médico que esté especializado, sacate todas las dudas en la consulta, investigá, no te quedes con que no podés dormir o que los calores… la menopausia es algo natural, no es una enfermedad, pero te puede trastornar bastante y sin embargo es posible mejorar la calidad de vida.
- FP: Así como cada una de nosotras vive su menstruación de manera casi única, lo mismo pasa con la menopausia. Lo importante es buscar ginecólogas que estén al tanto, que sepan dar respuesta a nuestras preguntas, que no te den un antidepresivo cuando caes con depresión, que no te manden a un osteópata porque te quebrás un hueso solamente; sino que te hagan estudios, que investiguen tus hormonas, que vean tus antecedentes, que analicen comenzar una terapia de reemplazo hormonal o recetarte complejos vitamínicos. Es fundamental encontrar especialistas en menopausia. Cuando estamos embarazadas vamos a una obstetra que es especialista en embarazo. Bueno, tenemos que buscar y exigir ginecólogos, ginecólogas especialistas en menopausia, porque es un periodo muy amplio de la vida de una mujer que merece ser mirado, seguido, medicado si hace falta, acompañado para poder pasar de la mejor manera posible los síntomas y las consecuencias físicas, psíquicas y mentales.
Dejar de menstruar sin recetas mágicas ni universales; un nuevo transitar, otros desafíos, otras reglas, otros tiempos. Cada una a su manera pero sabiéndose parte de una multitud que anda en la misma; a mano para pedir consejos, información, para hacer catarsis y exigir acompañamiento. Para abultar la conversación.