La Reserva Natural Formosa ha sido testigo de un evento esperanzador para la preservación de la biodiversidad argentina: el avistamiento confirmado de un nuevo yaguareté macho adulto, especie actualmente en peligro de extinción en el país. Con apenas 250 yaguaretés restantes en Argentina, este hallazgo renueva las esperanzas de conservación de este emblemático felino.
El yaguareté, que había sido avistado y fotografiado por cámaras trampa dentro de la reserva desde el año pasado, fue identificado gracias al análisis de su patrón de manchas, una característica única que permite distinguir a cada individuo de esta especie.
Tras confirmar que las imágenes recientes corresponden al mismo ejemplar visto anteriormente, la Administración de Parques Nacionales aprovechó este acontecimiento para lanzar una iniciativa participativa: la elección del nombre del yaguareté.
Cómo participar en la elección del nombre
La comunidad está invitada a votar por el nombre del yaguareté a través del sitio oficial del Ministerio del Interior, donde se presentan tres opciones reflejando la riqueza cultural y natural de la región:
- Tañhi wük (dueño del monte en idioma wichi)
- Hayaj (yaguareté en idioma wichi)
- Gualamba (gentilicio para identificar a quienes viven en la región chaqueña)
La votación, abierta hasta el 31 de mayo, es parte de una serie de actividades de educación ambiental y sensibilización dirigidas a las comunidades escolares rurales de Formosa y Chaco, zonas aledañas a la reserva.
El resultado será anunciado el 5 de junio, coincidiendo con el Día Mundial del Ambiente, en un esfuerzo por destacar la importancia de la conservación del yaguareté y entretejer la cultura local en la protección de la biodiversidad.
Conservación del yaguareté en Argentina
El yaguareté, también conocido como el mayor felino de América, enfrenta actualmente serias amenazas que ponen en riesgo su supervivencia. Históricamente distribuido desde el sur de los Estados Unidos hasta la Patagonia argentina, este emblemático felino hoy se encuentra principalmente en México y el norte de Argentina, ocupando solo entre un 15 a 20% de su rango original. La combinación de la pérdida y fragmentación de su hábitat, la caza furtiva y la disminución de sus presas han llevado a un alarmante descenso en sus poblaciones, estimándose actualmente que solo quedan cerca de 300 ejemplares en territorio argentino.
Esta dramática situación ha llevado a que el yaguareté sea catalogado a nivel nacional e internacional como una especie en peligro, lo que ha impulsado esfuerzos legislativos y conservacionistas para protegerlo. En particular, la legislación argentina lo ha declarado como Monumento Natural Nacional, prohibiendo su caza y comercialización en todo el país. Además, a nivel internacional, la IUCN lo considera “Cercano a la Amenaza” y está incluido en el Apéndice 1 de la convención CITES.
Uno de los esfuerzos más destacados por preservar a este felino es el Proyecto Yaguareté, que se enfoca en la conservación del hábitat, el rescate de ejemplares, la creación de conciencia y la gestión conjunta con direcciones de fauna silvestre locales. Este proyecto busca no solo salvaguardar al yaguareté sino también promover la conservación del ecosistema que habita, dado que el felino actúa como una “especie paraguas”: protegiéndolo, se protege toda la biodiversidad del área.
El yaguareté se caracteriza por su robusto tamaño, con machos que pesan alrededor de 80 kg y hembras 60 kg. Su aspecto es único, con un pelaje que varía de pardo-amarillento a blanca en su zona ventral, salpicado de rosetas negras. Aunque menos comunes, existen también ejemplares melánicos (con pelaje completamente negro) y albinos. La especie muestra una gran versatilidad en sus nombres vulgares, reflejo de la diversidad cultural de las regiones que habita: Yaguareté, Tigre, Yaguar, Uturunco, Nahuel, Overo, y otros.
Históricamente, el yaguareté se extendía por un vasto territorio. Sin embargo, cambios en el paisaje, principalmente la deforestación y el avance de la agricultura y ganadería, han fragmentado su hábitat, dejando a las poblaciones aisladas entre sí, lo cual complica su capacidad de sobrevivir y reproducirse. Esta fragmentación ha sido especialmente dañina en la Selva Paranaense, donde la población de yaguaretés se encuentra completamente aislada de otros grupos.