Cumplió 10 años el día del atentado a la AMIA, donde murió su papá: “Hasta entonces no sabía qué era la maldad”

Estefanía Kupchik nació un 18 de julio. Ese día, en 1994, su padre Luis fue a tramitar el sepelio de su abuelo a la mutual judía. Cuando terminó, llamó a un amigo y le dijo que estaba por salir. La bomba estalló antes. Su hija revive los diez años que compartieron: “Lo amo y lo extraño todos los días”

Historia en fotos - Luis Kupchik - AMIA

Estefanía Kupchik nació el 18 de julio de 1984. En 1994, la fecha de su décimo cumpleaños coincidía con un lunes. Entonces su padre, Luis, decidió adelantar la celebración al domingo 17. Hoy a Estefi, a su pesar, le quedan mínimos recuerdos de ese día. Su papá habita en el tiempo que vivió con él esos diez años, en una caja llena de fotos y en unos pocos lugares y objetos que atesora: unos anteojos, el DNI, una billetera y reloj que aún funciona. Pero nada puede llenar el hueco en su pecho cuando el calendario marca la fecha de su nacimiento, que es la misma de la muerte de su padre en el atentado a la AMIA, donde fue asesinado junto a las otras 84 víctimas del terrorismo.

Estefi está sentada en el centro del living de su departamento del barrio de Palermo, donde todo es blanco. Hoy tiene 38 años, está casada, es madre de dos niños y su profesión es “organizadora profesional”. El rescate de los últimos momentos junto a su padre siempre fue una tarea titánica, una pulseaba que casi siempre ganó el olvido. Pero lo intenta una vez más: “Papá era arquitecto, en ese momento trabajaba en la industria textil. Nosotros vivíamos en un edificio. Había construido la planta baja y el primer piso con un jardín grande, que era nuestro. Ahí tenía una parrilla. A mi papá le encantaba hacer asados, y entonces ese domingo hizo uno. A la noche me fui a dormir a lo de una amiga, Micaela, con mi hermana. No me acuerdo mucho de ese cumpleaños. Por momentos me vienen algunas ideas y no sé si pasó o no. Son recuerdos muy vagos. Pero no por haber querido borrarlos. Era bastante chica, y si me hubieran dicho lo que iba a pasar después, me hubiese encantado retener todo. Pero no”.

Estefanía Kupchik cumplió diez años el mismo día del atentado a la AMIA. Su papá, Luis, había ido a la mutual judía a hacer un trámite por el sepelio de su abuelo. Murió al estallar la bomba

Lo que siguió lo supo después. En la madrugada del 18 de julio, su abuelo Isaac falleció. El llamado lo recibió su papá. Luis habló con dos de sus primos, Fabián y Pablo Schalit, para hacer los trámites del sepelio en la AMIA temprano por la mañana. Los acompañaron Elías Palti, un amigo y Gustavo Grinblat, un primo que olvidó la billetera y debió regresar a buscarla. Los recibió en el cuarto piso Fabián Furman, cuyo hermano Adrián también brindó su testimonio a Infobae en este aniversario del atentado. Con el tiempo, la familia de Estefi reconstruyó la escena: su papá llamó dos veces a un amigo de nombre Felipe: la primera para contarle que estaba en camino a la mutual judía; la segunda, le dijo ‘ya terminamos, estamos por salir’”. Suponen que a las 9.53, cuando explotó el auto bomba que manejaba un terrorista, estaba por trasponer la entrada. Los cuatro murieron. Luis Fernando Kupchik tenía 42 años, y estaba en el peor lugar en el peor momento.

A Marcela, su mamá, el mundo se le cayó encima. Había perdido a su esposo en el atentado y debía contárselo a sus hijas. Al final tomó coraje y cumplió con el terrible mandato. Estefi relata lo que permaneció en su memoria y lo que añadieron los años de charlas sobre el tema: “Pasamos varias noches en la casa de mi amiga. Recuerdo estar frente a una tele mirando los escombros, cómo daban las imágenes del edificio de AMIA. Y una mañana vino mi mamá a despertarnos. Creo que pasaron algunos días, porque a mi papá lo estaban buscando y mi mamá quería estar segura. Habló con una psicóloga en ese momento y tomó la decisión de contarnos a mi hermana y a mi lo que estaba pasando. Hasta ese momento no sabía lo que era maldad, no sabía que existía este tipo de cosas. Vivía en una burbuja hermosa, por llamarla de alguna manera, y mi papá era lo más importante que yo tenía en el mundo”.

El festejo de Estefi del 18 de julio de 1985, cuando cumplió un año, en brazos de su mamá Marcela y junto a su papá, Luis

Cuando la tragedia atravesó la vida de Estefi, unos amigos que llegaron desde los Estados Unidos quisieron tramitar el cambio de fecha del fallecimiento, para que figure el 19 de julio y que Estefi no sufriera tanto en su cumpleaños. Un placebo. Una mentira piadosa. Pero la burocracia dijo no. Para ella, cada 18 de julio sigue siendo un día difícil. Hasta hace poco tiempo no lo festejaba. Apenas respondía los saludos por educación, pero no había torta, ni globos, ni canción de cumpleaños. Ahora, algo cambió: “Intento sacar fuerzas de donde no puedo por mis hijos y no estar triste. Tengo un nene de 5 y una nena que en agosto cumple 3, son chiquitos y les quiero mostrar que la vida sigue. Fueron tremendos los primeros años. Hoy aprendí a convivir con la muerte de mi papá, aunque lo amo y lo extraño todos los días”.

Las gafas de Luis Kupchik, uno de los objetos que atesora Estefi de su papá

Las fotos familiares que guarda Estefi en una caja van pasando una tras otra. Sabe, porque se lo contó su mamá, que sus padres se conocieron por un amigo en común y se gustaron desde el vamos. Y que después del casamiento, no esperaron mucho tiempo para tenerla. Y que un año y 8 meses más tarde llegó Natalia, su hermana, que ahora vive en Miami, Estados Unidos. Su madre, por estos días, está de visita allá. Elige una foto donde los cuatro están sonriendo. Es de unas vacaciones. “Por lo general viajábamos a Brasil en invierno. Íbamos a un lindo hotel en Río de Janeiro. A veces también venían mi tía y mi prima. Yo no tengo tantos recuerdos de mi papá, fueron pocos años de mi vida. Pero los que tengo son muy felices”, cuenta.

Sonrisas en años felices: Estefi en brazos de su padre y junto a su madre

En verano, la familia solía ir a Punta del Este. “Yo era chiquita, casi todo lo que sé de mi papá son cosas que me contó mi mamá con el tiempo, cuando me hice adulta y empecé a preguntar. Me dijo que, para él, mi hermana y yo éramos lo más importante que tenía. Para mi madre fue muy difícil todo, sucedió de un día para el otro, no fue que papá tuvo una enfermedad. Cuando lo pienso a veces no puedo entender lo que pasó…. A mamá le resulta complicado hablar del tema hasta hoy. Podíamos charlar en su momento con mi prima, con mi tía -la hermana de papá- y con mis abuelos paternos, que ya fallecieron. Siempre nos acordamos de él de la mejor manera. Con sus amigos también tenemos relación. Y hasta el día de hoy mamá sigue siendo muy amiga de las mujeres de ellos”

Pero hay algo que sí tiene bien presente de su niñez y de su padre. Muestra una foto que, dice, pinta a Luis Kupchik de pies a cabeza: “Este era mi papá. Siempre fue así, de vestirse bien, de gustarle salir, ir de shopping, viajar, disfrutar de la vida. Lo que siempre dijimos con mi familia es que lo poco que vivió, lo vivió bien…”. Que la memoria la golpee de lleno, que no sea un esfuerzo acordarse de un momento, eso la quiebra. Y continúa: “A él le gustaba jugar al fútbol. Tenía muchos amigos, y a mi hermana y a mi nos gustaba verlo jugar. Él jugaba en el club donde voy, y desde un techito que había al lado de la cancha, con mi hermana nos subíamos y lo veíamos. Los fines de semana, por lo general, yo me despertaba temprano y él ya estaba en el living leyendo el diario. Yo me quedaba a upa de él y después nos íbamos a desayunar a una confitería. Nos gustaba salir, pasear y tomar algún cafecito”.

Así recuerda Estefi a su papá: "Era de vestirse bien, de gustarle salir, ir de shopping, viajar, disfrutar de la vida... Siempre dijimos: lo que vivió, lo vivió bien"

Es ahí, en el club Náutico Hacoaj, donde imagina la foto que le sacaría a su papá hoy: “Me cruzo con sus amigos o voy por el club y la gente me para. Me dicen ‘yo conocí a tu papá, era muy buen amigo, le encantaba el fútbol, era gracioso, le gustaba hacer chistes’. Y cuando camino al lado de las canchas de fútbol, y me encantaría que esté ahí”.

Hace 28 años que el terror le gana la partida a la verdad y la justicia. Estefi, dice, dejó de seguir la causa por el atentado a la AMIA. Quizás sea esa una de las peores derrotas de un país: la falta de fe de sus ciudadanos. “A mi papá me lo sacaron y no me lo van a devolver. En este país dejé de creer hace bastante tiempo. En cualquier lugar del mundo la justicia sabe lo que pasó a las dos horas del hecho. Es increíble que pasen años y años y nada. Mejor no pienso por qué pasa eso. No me voy a meter con los presidentes y la política. No me voy a enganchar con eso, porque sino es para suicidarse. Pero ojalá me pueda ir cuanto antes de la Argentina”.

VIDEO: Realizadores : Alejandro Beltrame - Lihueel Althabe / Producción periodística : Hugo Martin / Edición: Cecilia Arizaga

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