La deuda de los padres: 7 de cada 10 madres separadas no recibe la cuota alimentaria

Una investigación que se hizo en la provincia de Buenos Aires indica ese alarmante porcentaje de mujeres que sustentan en soledad los costos que implican tener hijos. A 9 de cada 10 de las que cuentan con algún aporte paterno no les alcanza para mantenerlos. Son las mujeres quienes deben afrontar la inflación y la falta de paridad en la responsabilidad en la crianza

(Getty Images)

El 51,2% de las madres separadas no percibe cuota alimentaria, ni el progenitor de sus hijos e hijas cubre otros gastos. El 24,9% cobra dinero de manera rregular; el 15,3% cobra dinero de manera irregular; el 7,9% no recibe cuota alimentaria pero el padre cubre otros gastos y en el 0,7% de los casos el papá falleció. Para la mitad de las madres que sus hijos e hijas coman, se vistan y vayan a la escuela es una responsabilidad que afrontan 100% solas y para un cuarto es una lotería saber si cuentan con unos pesos que no son dados con sistematicidad sino como una lotería en donde prima el azar y no la responsabilidad. O sea que la mitad más uno (más un cuarto) cría sola con los cuidados, los costos y la inflación en sus espaldas: ¡Mamita!

El 66,5% no recibe obligación alimentaria o sólo la percibe eventualmente. Casi 7 de cada 10 mujeres padecen la deuda interna: crían, cuidan y trabajan sin poder bicicletear la merienda, la sopa, los lápices o la cuota de futbol con padres que se borran, se hacen los distraídos o les pasan a sus hijos e hijas una tarifa subsidiada por el esfuerzo de las madres que si la crianza fuera una empresa les deberían cortar la luz de la paternidad.

Por el contrario, llama la atención que, ni siquiera, 1 de cada 10 padres separados (a pesar de la avalancha de quejas de todo lo que hacen por sus bendiciones y lo que le sacan las jabrus de sus ex) hacen lo que tienen que hacer: pagar una cuota digna y/o cumplir con el pago directo de gastos e inversiones en salud y educación y vivir con ellos de manera paritaria (sin la idea que se es padre solo cuando toca como si los hijos fueran un billete del Quini6 que si sale sale y si no sale no genera obligaciones) para afrontar la misma cantidad de pago de luz, gas, médicos/as, comida, viandas, juguetes, niñeras y otras demandas.

La paridad en la crianza no es igual en Suecia que en Argentina no solo por licencias al momento de nacer, sino por la licencia social para la fuga de minicapitales en borrarse del cuidado real de chicas y chicos. Pero esa fuga, además, se agrava por la inflación. Y la pagan las madres y las criaturas o los y las adolescentes (que no dejan de ser hijos e hijas porque van al secundario o a la facultad).

En esta época ningún sueldo alcanza. Pero si las cuotas quedan congeladas las que se convierten en bancos que financian la crianza de sus chicos son las madres. Ellas no pueden abrirse de manos y decir que no hay para desayunar o cenar y tienen que sacar de donde no tienen, endeudarse, dejar de gastar en ellas o hervir en la olla hasta la mala sangre para hacer lo posible por disimular la inflación y la desigualdad de género y pucherear igual.

La Ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires presentó el informe sobre alimentos junto a Lucía Portos, Dora Barrancos y la diputada María Rosa Martínez

Ellos, en general, dicen que no tienen, que no les alcanza, que se fueron de la casa, que tienen que pagar el alquiler o el gimnasio (y nada está mal) pero ellas están peor. Tanto peor que, dentro de las que entran en el margen de suerte que sí reciben cuota alimentaria, solo el 10% asume que les alcanza.

La gran mayoría de las mujeres que no comparten heladera con los padres de sus hijos sufren en carne propia (y en la falta de dinero para comprar carne, verduras y frutas) la desigualdad y el padecimiento. Pero no es una desigualdad light, sino brutal. No solo no hay paridad sino que casi 7 de cada 10 no recibe cuota alimentaria -o un arreglo justo sobre gastos y días de tenencia- o la recibe irregularmente y a 9 de cada 10 que la recibe no le sirve para mantener a sus hijos e hijas.

Si a las mujeres les llega algún aporte económico de la parte paterna a la mitad no le alcanza para lo mínimo (48%), al 33% solo para alimentos, al 7% solo para educación o salud, al 2% para actividades extraescolares y solo al 10% de las madres le pasan una cuota alimentaria con la que llegan a sostener a sus hijos e hijas.

Los datos que radiografían la angustia de criar con el peso de la carga económica en un país en terremoto inflacionario permanente surge del informe “Incumplimiento de la obligación alimentaria en la Provincia de Buenos Aires: Un problema estructural que profundiza las desigualdades de género”. La presentación de la investigación se realizó el 29 de junio y estuvo a cargo de la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual Estela Díaz, la subsecretaría de Políticas de Género y Diversidad Sexual Lucía Portos, la jefa de Gabinete de la Subsecretaría Sabrina Cartabia, la diputada María Rosa Martínez y la historiadora Dora Barrancos.

La investigación se realizó entre junio y agosto de 2021 con una encuesta autoadministrada y espontánea mediante plataforma virtual con 6.442 respuestas y entrevistas en profundidad a 52 personas. La coordinación del informe estuvo a cargo de Sabrina Cartabia, Sol Calandria y Lucía Cavallero y el equipo de trabajo estuvo compuesto por Mariana Frega, Lucía Keogan, Paula Soza Rossi, Lucía Nosseinte, Lucía Sánchez Barbieri, Maia Domnanovich, Agustina Medrano, Luisina Carrizo Dalsgaard y Celeste Medone.

Las mujeres no llegan a mantener a sus hijos e hijas solas y uno de los efectos financieros de la desigualdad es que terminan endeudadas

Las que no reciben cuota reman en dulce de leche repostero. Las que reciben cuota reman en dulce de leche. Pero todas reman. Maternar, criar y llegar a fin de mes se convierten en deportes extremos. Argentina, no lo entenderían. Un país con avances de género y retrasos en la responsabilidad parental que deberían despabilar a los que quieren que el día del padre sea todos los días (y no solo para recibir regalos).

“El 33% considera que el aporte únicamente cubre alimentos, el 7% responde que ese aporte monetario sólo permite cubrir gastos escolares o de salud y el 2% menciona que alcanza solo para actividades extra escolares. En los testimonios de las mujeres entrevistadas, algunas señalan que aquellos progenitores que aportan una “cuota” mensual no participan económicamente de otros gastos, como por ejemplo indumentaria, recreación, etc”. Ni hablar cuando a tu hija le hacen falta bombachas o medias o a tu hijo un regalo para llevar a una fiesta o un extra para tomarse un café antes de dar un exámen. Anda a cantarle a Gardel, porque de igualdad real a la hora de críar, ni hablar.

Las “malabaristas” son las mujeres que son nombradas por la socióloga Eleonor Faur para describir a las madres que se las arreglan con malabares para lograr el tiempo o las redes (de la vida real, no de Instagram) para cuidar a sus hijos e hijas y trabajar. El problema es que las malabaristas tienen que malabarear tiempo y dinero -y a veces eso choca y puede hacer estallar la salud, las redes o las vulnerabilidades que genera la tensión extrema- porque si, por ejemplo, es difícil conciliar vida familiar y laboral, conciliar el cuidado de los hijos con dos, tres o cuatro trabajos, horas extras, changas y dificultad para que se queden en escuelas, jardines, casas de amigos o familiares las tensiones estallan por el aire o, mejor dicho, por la falta de aire en los cuerpos de las mujeres.

“Frente a la insuficiencia del monto percibido, o directamente ante el incumplimiento de las obligaciones alimentarias, las mujeres encuestadas describen múltiples estrategias que desarrollan para garantizar las necesidades de sus hijas e hijos. Muchas de estas estrategias implican un costo alto para sus condiciones de vida y las del hogar. Principalmente para las mujeres trabajadoras y de sectores populares, esto significa incrementar los niveles de dependencia de otras redes, tanto económicas como de cuidado, ante la ausencia de los progenitores, o bien incrementar la cantidad de horas de trabajo”, describe el informe del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual.

El Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad de la Provincia de Buenos Aires presentó el informe sobre Incumplimiento de la Cuota Alimentaria

El estudio fue realizado en la Provincia de Buenos Aires, pero es un problema nacional (llevado al extremo por una dinámica inflacionaria que deja atrasado todos los acuerdos económicos) con paritarias en las que el gremio maternal que queda aislado y débil frente a la necesidad de alimentar a los hijos e hijas y normas legislativas y judiciales que no están a la altura de proteger una crianza compartida hacen que las madres sean las que descarrillen en la bicicleta financiera familiar.

“Sabemos que no es exclusividad de los padres bonaerenses no hacerse cargo, mayoritariamente, de las obligaciones alimentarias. Es una triste regla que podemos encontrar en el resto del país. Así lo demuestran estudios similares que se hicieron en las provincias de La Pampa y Catamarca, y los innumerables testimonios y reclamos que las mujeres realizan en diversos ámbitos para poder lograr cambiar esta realidad”, sostiene la ministra de Mujeres bonaerense, Estela Díaz.

“Los cuidados de las personas siguen siendo una responsabilidad que recae mayoritariamente en las mujeres. Necesitamos asumir cada vez más que cuidar es también un tema de varones, tanto como que la reproducción cuidada de la vida es prioritaria para nuestras sociedades porque cuidar a las infancias es una tarea de corresponsabilidad, entre las/los/les progenitores, el Estado, la sociedad y las comunidades”, subraya Díaz.

Por su parte, Lucía Portos, Subsecretaria Políticas de Género y Diversidad Sexual del Ministerio de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual acentúa: “El principio de la corresponsabilidad parental que adoptó el Código Civil y Comercial de la Nación, vigente desde 2015 -receptando las nuevas realidades familiares y los preceptos del derecho internacional en la materia-, sólo podrá efectivizarse mediante una profunda transformación cultural que acompañe también con responsabilidad social las crianzas”.

"Sabemos que no es exclusividad de los padres bonaerenses no hacerse cargo, mayoritariamente, de las obligaciones alimentarias. Es una triste regla que podemos encontrar en el resto del país", acentúa la Ministra bonaerense Estela Díaz

¿Por qué no reclamas por alimentos?, le preguntan a las madres que se quejan. Pero la sociedad señala negativamente a las madres que reclaman y la justicia deja desamparadas a las que tienen que criar con un viejo lema de la televisión (“las excusas no se televisan”) que podría traducirse en “las excusas no maternan”, ni se deberían paternar, pero, en cambio, las excusas (si tienen trabajo, si no tienen, si no es formal, si no les alcanza) siempre están a mano de la justicia par no encontrar la forma de que paternar sea sinónimo de responsabilidad.

“En la mayoría de los casos resulta un desincentivo para iniciar reclamos, por lo cual algunas mujeres terminan optando por no continuarlos. Se generan situaciones de violencia, agotamiento e incluso endeudamiento para poder pagar un servicio jurídico, sin garantías de que todo ese esfuerzo redunde en el cobro efectivo de la obligación alimentaria que hijas e hijos necesitan”, contextualiza la investigación.

Si demandar al progenitor para que cumpla con sus obligaciones implica gastar dinero, tiempo, paciencia, dolor y no va a servir de nada (con varones que festejan como un Mundial ganar por cansancio en la justicia para no hacerse cargo de sus hijos e hijas y deteriorar la salud materna y la calidad de vida de su descendencia) son muchas las que bajan los brazos antes o después de empezar. Pero no es porque se encuentran soluciones extra judiciales, sino porque es un problema al que no se le buscan soluciones.

Las mujeres no acceden a la cuota alimentaria por falta de información sobre los derechos de sus hijos, porque los varones lo perciben como un castigo y por falta de acceso a la justicia (Getty Images)

Los obstáculos para lograr la cuota alimentaria son: el desconocimiento (el 46% de las mujeres no conoce el derecho de sus hijos a ser sostenidos por el progenitor), que los varones lo ven como una pena o una penitencia y por eso evaden su responsabilidad y esconden sus ingresos o los boicotean con tal de no pagar y que el 65% padece la falta de acceso en asesoramiento jurídico.

Otro foco que traba la imposibilidad de acceder a la cuota alimentaria es que la ley permite que los abuelos o abuelas se hagan cargo de la cuota alimentaria si el padre no quiere o no puede. Pero muchas mujeres no quieren que se resienta la relación de sus hijos e hijas con el abuelo o tienen culpa y ahí es donde esa palabra maldita emparentada con la maternidad (la CULPA) también hace que la espalda quede jorobada de tanto cargar solas por no jorobar a nadie más.

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