Aprender a andar en bicicleta es un acontecimiento especial. No ocurre siempre en la niñez. A veces queda como una asignatura pendiente. Lo bueno es que nunca es tarde para descubrir el placer de andar por la vida pedaleando.
Desde 2010, el Gobierno de la Ciudad lleva adelante el programa Soltate, dejá tus rueditas para que los chicos de 3 a 12 años aprendan a soltarse solos con la bicicleta, con la guía de instructores. Y sin frustrarse. No hace falta llevar una bicicleta. Las clases las proveen, igual que los cascos de seguridad.
Los encuentros, completamente gratuitos, se organizan los sábados y domingos, de 11 a 16 horas y van rotando de plaza en plaza. Todos los viernes se anuncia en Instagram(@baecobici) dónde se dictará la clase.
La propuesta, dirigida por varios docentes, la mayoría profesores de educación física, ofrece un circuito señalizado con mensajes de educación vial para que los chicos puedan tener también un primer acercamiento a las reglas de tránsito.
Luz Cárdenas, docente del programa y profesora nacional de educación física, da una entrevista a Infobae al cierre de actividades en Plaza Irlanda, en el día de ayer, luego de una tarde agitada, rodeadas de chicos, padres y más profesores, todos dando vueltas por el circuito montado sobre el playón de cemento. “El éxito de Soltate, dejá las rueditas se basa en el interés que tienen los padres en traerlos, porque no siempre tienen tiempo. Les resulta difícil esta enseñanza ”, asegura la profesora.
La docente recomienda el uso de camicletas para los chicos a partir de los tres años, esas bicis sin pedales. “Es un error poner ruedas porque el chico se acostumbra a no desarrollar el equilibrio”, explica. Cuando se le pregunta cuánto tarda cada chico en aprender, no tiene una respuesta exacta, cada alumno es único. “Algunos aprenden algunos en tan solo media hora y otros tardan meses. Es muy personal, igual que lo que ocurre con los adultos. Depende si está desarrollado el equilibrio, de la psicomotricidad de cada uno. Y siempre influyen las vivencias anteriores”, agrega.
Para mantener el equilibrio, Cárdenas recomienda: una buena postura, como ponerse derecho, mirar siempre hacia adelante y nunca los pedales, frenar con los pies bien fuerte (los pies deben apoyar de lleno en el piso y no con las puntas para sentir seguridad) y no soltar el volante jamás.
¿Cuáles son los errores más comunes de los padres al enseñar? La profesora de bici cuenta que muchas veces llevan a los chicos torcidos y lo básico que estén derechos, ya que el centro de gravedad tiene que estar alineado con la bicicleta. Por otra parte los chicos suelen tirarse de la bici del costado en que acompaña el padre. Siempre deben frenar con los pies. “Mi consejo es que le digan a sus hijos que se pongan derechos, que no miren las ruedas, que miren para adelante y les enseñen a frenar con los pies. El chico tiene que tener el control de la bici y no al revés”, expresa.
Luz Cárdenas cuenta que cuando los chicos se largan a pedalear solos manifiestan mucha alegría con un sonido particular que se repite y lo escucha casi siempre. Lo viven con mucha intensidad.
Además de iniciarlos en el mundo de las bicicletas, estás prácticas también incluyen una parte más avanzada, para desarrollar mayor destreza. Habilidades que les permitan manejar distintas velocidades, alturas, curvas y reconocimiento de señales de la vía pública. Todo para formar excelentes ciclistas urbanos de cara al futuro.
Desde que se enteró por una amiga, Lidia Otero lleva todos los fines de semana a su hijo Patricio (8 años) a las prácticas. “La primera vez fuimos al Parque Thays. La experiencia es positiva porque los profesores son muy claros al dar indicaciones. Los padres no sabemos cómo hacerlo. Además, nos enseñan el método para ayudarlos. Hoy le fue bastante bien. Le cuesta un poquito el equilibrio pero Patricio está muy contento. Durante la pandemia le quedó chica la bici y me costaba llevarlo. Por otra parte, los profes le hacen sentir confianza en sí mismos. En cambio, los padres los ponemos nerviosos”, asegura y compara esta experiencia a la del aprendizaje de manejo de vehículos. Nunca es bueno que enseñe un familiar. Por su parte, su hija Lara, de 13, aprendió en una clase.
Desde hace dos meses, también comenzó un programa para adultos. Tanto para los que nunca se subieron a una bicicleta, como aquellos que dejaron de andar por 20 o 30 años y necesitan sentirse seguros, especialmente para lanzarse a andar por la ciudad. La convocatoria fue un éxito rotundo. Hubo filas con mucha gente con ganas de lanzarse a pedalear. Y los resultados, como siempre “toda una emoción”, subraya la instructora.
Las clases para los mayores de 12 se dictan la primera semana de cada mes. El programa se llama Soltate. Y los encuentros se comunican también por el Instagram @baecobici
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