Sofía tenia 17 años cuando murió su mamá. Quedó devastada. No supo qué hacer con ese dolor que derivó en trastornos de la alimentación: sufrió bulimia y anoréxia. Pesaba 35 kilos con 23 años y rogó por ayuda, pero no la encontró en ninguna parte. Tampoco la tuvo mientras padecía otros golpes: la violencia de género.
Al cumplir los 24, decidió cambiar aquello que la dañaba, liberarse del violento y concentrarse en su alimentación porque sentía que “necesitaba dejar de temerle a la comida”, confía. Y así inició un camino impensado: buscando quien le enseñe a alimentarse conoció a Pablo, su pareja desde hace 7 años, y además el instructor que la motivó para competir en los torneos nacionales y sudamericanos de Fitness.
“La buena alimentación, los buenos hábitos, el ejercicio físico y el gimnasio me salvaron la vida”, asegura.
Sofia Villareal hoy tiene 33 años, vive en Santa Fe y compite desde 2020, año en que logró el tercer puesto nacional en la categoría Bikini Fitness; en noviembre de 2021 se convirtió en Subcampeona Argentina Bikini IFBB y el 11 de diciembre pasado conquistó el podio en tres competiciones de su categoría. A nivel mundial, ocupa el puesto 33 de la Federación Internacional de Fisicoculturismo (IFBB). Ahora se prepara para un torneo que se disputará en septiembre.
La historia
“Muchos dirán que es superficial decir que el fitness salvó mi vida, que un trastorno lleva al otro, que personas que tuvieron Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) no deberían estar en el fitness... Sin embargo, cuando estuve en los peores momentos de mi vida, cuando casi muero, nadie pudo levantarme como mis ganas de entrenar. Ir a un lugar saludable, sea cual sea, mientras te dé satisfacción, genere bienestar y te llene, hace bien. Yo lo encontré en el gimnasio. En el fitness encontré salud, encontré el amor y lo más valioso de todo: el amor propio”.
Sofia reflexiona, cuenta su historia y decide darle un objetivo a su testimonio: alentar a otras personas que están atravesando alguna situación critica a encontrar su propia motivación. “Si lo que cuento sirve para ayudar a otros, adelante”, permite incursionar en su vida que comienza a relatar con la muerte de su madre, sin ahondar en la causa, y el vacío que su ausencia le dejó.
No sabe cómo ni cuándo, pero su relación con la comida cambió durante el duelo: padeció la bulimia y luego la anorexia.
“Se cree que los TCA son casos donde se busca estar delgado por estética y eso es algo alejado de la realidad. Pasan otras cosas, cosas duras, adentro de cada uno, y con los años se logra sobrellevar el problema. Si hubiera más concientización sobre el cuidado de la salud física y mental, si fuéramos más solidarios, creo que habría mucho menos de qué estar preocupados y menos problemas para tratar”, considera.
En esos años duros, formó pareja con un violento. Fueron ocho años pero logró salir de la relación. Buscó reconciliarse con la vida y pidió nuevamente socorro. “Busqué que me ayudaran. Fui a psicólogos y nutricionistas, pero sentí que ninguno me podía guiar. Un día, navegando en Instagram, veo publicaciones sobre comida saludable, recetas y posteos de vida fitness en una cuenta, eso me llamó la atención”, relata Sofia el inicio de su nueva etapa.
En ese momento ella vivía en Buenos Aires y Pablo, entrenador físico y el hombre de los posteos que la sorprendieron, en Santa Fe. Entre comentarios y mensajes, algo nació entre ellos y Sofia se animó a viajar para conocerlo. “Ya había vivido con un violento, ¿qué más me podía pasar? Quizás era buen tipo”, pensó y viajó hace 7 años.
“Desde que llegué a Santa Fe -donde vive desde entonces- me propuso entrenar y comenzar a alimentarme mejor; pasé de tenerle miedo a la comida a usarla también como una herramienta para estar bien. Y luego de unos años me hizo otra propuesta: competir como bikini fitness. Así comencé mi camino como atleta”, resume el recorrido que la ayudó a dejar atrás los años más tristes.
Poco a poco, volvió a mirarse al espejo.
Apreció los cambios en su cuerpo y entendió que adentro de ella había un fuego interior que ya nada ni nadie podría apagar. ”Sentí fortaleza y no solo en lo físico sino internamente. Descubrí una autoestima que no tenía por tantos años de maltratos; sentí fuerza de voluntad y ganas de conocerme en cada situación desconocida. ¡Mentalmente me sentía poderosa! Estaba superándome a mi misma en cada entrenamiento y cuando hacía cada comida diaria”, dice con orgullo de sí misma.
En su voz, suave pero firme, Sofía refleja aquello que sintió. “Lo hago por mí, sin que nadie me obligue. Fue increíble todo lo que cambió: tengo otra vida”, asegura la Subcampeona Argentina Bikini IFBB y ganadora en las categorías Bikini Senior, Bikini Master y Bikini Overall (campeona de campeonas) de la Copa Evolution Rosario que se disputó en diciembre pasado en esa ciudad.
También reconoce que Pablo es su mano derecha en la actividad que aprendió a amar al punto de haberse formado como Instructora en Musculación. Trabaja en el gimnasio donde entrena de lunes a sábados.
El entrenamiento
La Federación Internacional reconoce las categorías Fitness y Culturismo. Sofía compite desde 2020 en la primera que se subdivide en: Bikini Fitness y Bikini Wellness, Bikini Fitness Junior, Bikini Fitness Senior y Bikini Fitness Master.
Se prepara durante todo el año porque, cuenta, el fitness es un estilo de vida. “Pablo me arma la rutina anual, que no varía mucho, sino que buscamos superar las cargas y los pesos. Sí cambia la alimentación que va por etapas y según los requerimientos de la competición en cada mes”, explica y dice que lo hace de acuerdo a los requerimientos de su categoría para la que entrena seis días a la semana, dos horas diarias que duplica en la etapa previa a la competencia.
En ese período de “puesta a punto” (mes previo a subir al escenario) es cuando sabe cómo llegará a la competición.“Llegué a ponerme alarmas para hacer ejercicios de cardio, para desayunar, para entrenar, para comer porque sino se cronometra es imposible hacer todo en el día”.
“Se cocina todo el día: por las noches hay que preparar el desayuno y la comida de media mañana. Al mediodía, el almuerzo y la merienda. Pero como esa tarea suele hacerla Pablo, que no compite sino que entrena atletas, a la noche me relajo un poco más con ese tema. Él es mi mano derecha en este camino”, reitera el cumplido y aclara que la suya es una alimentación “natural, variada y rica en verduras” que suplementa solo con proteína en polvo y un multivitamínico el mes previo a la competición, cuando se hacen dietas muy bajas en grasas.
“Este es un deporte muy exigente que tiene que gustar mucho para practicarlo, pero que rinde frutos. Se está unos minutos en el escenario mostrado lo que se trabajó en todo un año”, agrega.
Ese día esperado será con la mente calma. Con un desayuno rico en carbohidratos y ejercicios de bombeo en los músculos claves (hombros, glúteos y piernas) para que lo que se comió vaya directo a esa zona gracias al shock logrado en la ingesta. Antes de subir al escenario, se pinta con un aceite que da color de bronceado y aceite en rociador de cocina que aporta el brillo que harán que las luces definan el contorno muscular.
Al volver a casa, Sofía mira sus medallas con orgullo porque ese premio no es solo por su cuerpo sino al valor de haberse impuesto otro camino y al coraje por todo lo que superó.
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