Jimena y su madre Mónica son de Mendoza y llegaron de vacaciones a Pinamar el fin de semana de Año Nuevo. Tras disfrutar de unos días de la ciudad, cuando el viernes pasado por la noche organizaron los planes para la mañana siguiente, se encontraron con una propuesta que las atrajo: ver el amanecer en la playa, meditando y practicando yoga. “Lo vimos por mi Internet anoche y preguntamos en el centro en información turística”, cuenta la hija, que está iniciándose en la meditación. Así, ambas viajeras decidieron comenzar la jornada de una manera diferente.
La propuesta en cuestión se llama “Amanecer en Cariló” y es una iniciativa de la profesora de yoga Silvina Lamorte. Se trata de una actividad libre y gratuita que se realiza dos veces por semana y tiene como escenario la orilla del mar en Cariló. Consiste en contemplar la salida del sol, meditar, practicar un tipo de yoga distinto cada ocasión y cerrar el encuentro con un pícnic, en un total clima de relajación.
En diálogo con Infobae, Lamorte cuenta que la actividad comenzó a originarse en una fiesta de fin de año. “Estaba con un amigo de La Plata que vacaciona en Valeria del Mar y me dijo ‘vamos a ver el primer amanecer del año’. Nunca había tenido conciencia de ver el amanecer y me gustó mucho. La salida del sol me pareció un momento único, mágico. Más adelante, como dos años después, me hice profesora de yoga y empecé a linkearlo con la salida del sol”.
Sus primeros invitados fueron familiares y amigos. También un hombre muy conocido de las playas de Cariló, Ronco, el guardavidas que vive en una camioneta estacionada a unos metros y que este verano realizó su rescate más desafiante. “Aunque no fuera su horario de trabajo, Ronco se copaba por si alguien se quería meter al agua”, recuerda Lamorte, que también es locutora. Con el tiempo, la actividad ganó en frecuencia y cada vez fue sumando adeptos hasta reunir a turistas de distintos lugares del país, vecinos de Pinamar y habitantes de localidades cercanas, como General Madariaga.
Las citas -siempre que la lluvia no la impidan- son los miércoles y sábados y a quienes quieran participar se les piden que lleven una manta, lona o esterilla. Los horarios del amanecer van cambiando algunos minutos día a día. “Hay que rechequearlo hasta último momento”, dice la organizadora. También cambia el estilo de yoga: unas veces es Vinyasa Flow, otras Hatha yoga y, por su puesto, Kundalini, que “es un estilo de yoga que tiene series de ejercicios para tener distintos beneficios en el cuerpo distintos y en las cuales también trabajás la energía, la columna y la conciencia”.
Hay una cosa que nunca cambia, agrega Lamorte: “El protagonista es el sol”.
Baños de bosque, otra opción
Lejos de los centros urbanos y de la vida agitada, en Pinamar se encuentran propuestas orientada a “sintonizar la armonía entre cuerpo y alma” en ámbitos naturales. Desde hace unos años, a las sesiones de yoga, meditación, reiki, reflexología, zen shiatsu o terapias florales se les sumó los baños de bosque.
Se trata de una práctica forestal conocida como Shinrin-yoku que tiene su origen en la década del 80, en Japón, desde donde se extendió por todo Asia. Básicamente, esta experiencia de bienestar es un paseo “placentero, reparador, revelador” y guiado que permite despertar los cinco sentidos para dejar atrás el estrés, el malestar e inclusive la angustia. En Cariló se lleva a cabo por iniciativa de Rocío Ferraro, guía de Baños de Bosque y profesional de Terapia de Bosque por Forest Therapy Hub.
Ferraro señala que “los años intensos de horarios extremos y en duro contacto con la realidad y las noticias” fueron propulsores de su afán por “resignificar el vínculo con el mundo natural”. La especialista comenta que en los baños de bosque encontró muchos de los significados de su “conexión intuitiva” con la naturaleza y asegura que puede pasar “días enteros en medio de la pura naturaleza”.
Esta práctica, poco conocida en Latinoamérica, la hizo viajar al Parque Oncol de Valdivia, en Chile, para recibir la formación académica del Forest Therapy Hub y convertirse en guía certificada. “Asumí con el compromiso incondicional de dar a conocer esta práctica restaurativa de la salud y el bienestar, que impulsa la resiliencia de las personas y les devuelve su memoria ancestral de unión con la naturaleza”, dice.
Los baños de bosque pueden ser individuales, grupales, en pareja o familiares. Son caminatas libres aunque guiadas de dos horas por el sendero natural del bosque de Cariló. “Muchos turistas o inclusive residentes vienen a la costa y nunca visitaron el bosque. Aquí la flora es mixta: encinos, eucaliptos, laureles y pinos. El paisaje es ideal porque no hay fauna peligrosa”.
Las fechas de los paseos son dinámicas por el clima. Hay de dos a cuatro paseos por semana con un máximo de 8 a 10 personas. “Desde el 1 de enero al 15 vinieron unas 30 personas. Desde 15 de diciembre a fin de año unas 15. En total desde 2020 guié a unas 300 personas, contando meses de pandemia en que no se pudo trabajar”, concluye Ferraro.
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