Cynthia Zaiatz trabaja como neuropsicóloga (MN 60.105 - MP 92.892) en el Sanatorio Modelo de Caseros. Partió rumbo a Miami el 22 de junio y tendría que haber vuelto el 3 de julio pasado, pero por las restricciones su vuelo fue reprogramado. Copa Airlines le propuso volar a Uruguay -desde donde podría regresar a la Argentina en Buquebús- pero Cynthia no puede entrar a ese país ya que no es ni ciudadana, ni residente.
Intentó buscar otro vuelo en el aeropuerto, pero tampoco tuvo éxito. Unos días después, Copa Airlines le ofreció un pasaje a Buenos Aires por 7 mil pesos, pero para volver recién en septiembre. Finalmente, tuvo que comprar un pasaje por Aerolíneas Argentinas, con el que espera poder retornar el 15 de julio.
“Necesito volver urgente porque tengo que trabajar y, además, vivir acá no es fácil a nivel económico. Pedí el reembolso del pasaje pero no me lo dieron, así que tuve que volver a sacar otro por un vuelo que me llevaría directo a Ezeiza, pero claro: realmente no sé si va a salir. Como soy personal de salud, no vine a vacunarme, porque ya tengo dos dosis de Sputnik V. Acá, te ofrecen las vacunas y hasta te pagan para que te las apliques”, le dijo Cynthia a Infobae.
“Mis pacientes me preguntan cuándo vuelvo, me dicen que me necesitan urgente, y realmente no sé cuando voy a poder regresar. Me encargo de hacer las rehabilitaciones neuronales, por ejemplo, después de un ACV. También, me ocupo de los casos de traumatismos craneales y atiendo a pacientes con Alzheimer, todo en conjunto con los neurólogos. Trato a gente que está deprimida y, hace tres días, me llamó un paciente para contarme que su cuadro empeoró y que está todo el día en la cama. Hay gente que perdió a sus familiares y no saben cómo manejarlo. Somos pocos los neuropsicólogos y, aparte, tengo personal a cargo en el sanatorio. No me puedo borrar así. Me fui solo por 10 días. Están jugando con la plata y, también, con la salud física y mental de la gente”, lamentó.
Cynthia dijo que el motivo principal de su viaje es la adquisición de insumos hospitalarios que no se consiguen en la Argentina, o que están a un precio más alto que en los Estados Unidos. Su objetivo está cumplido y ya tiene todo empacado.
“Compré todo lo que se necesitaba para el sanatorio, como insumos para insulinodependientes que allá no se consiguen, vitaminas especiales y medicaciones que no llegan, tests rápidos de COVID-19 etc. Todos insumos que no hay en la Argentina. Como no nos dan respuestas, tenemos que buscar todo por nuestros propios medios y yo trabajo en un sanatorio que jamás cerró sus puertas. Al contrario, tuvimos el triple de trabajo y pusimos más camas. Trabajamos a destajo y jamás dejamos de dar insumos, ni de atender”, aseguró.
“Nunca dejé de ir a trabajar desde que empezó la pandemia. Siempre atendí y me expuse. Entonces, me da mucha bronca que no pueda volver a ayudar a mis pacientes por estar varada. En algún momento, yo voy a poder regresar, pero la verdad es que hay gente que hoy necesita salud y es lo último que le están dando. Ya se perdieron córneas, hay gente diabética varada que no tiene plata para pagarse la insulina, personas a las que se les acabó la medicación... Mis pacientes me piden que vuelva porque necesitan seguir con la terapia. Me parece una falta de respeto: yo vine a tratar de buscar una solución que en Argentina no me dan”, expresó.
Después de haber trabajado sin respiro desde que empezó la pandemia, Cynthia se tomó unos días de vacaciones en Miami, mientras se ocupaba de conseguir los insumos médicos que necesita traer al país. Asegura que, quienes trabajan como personal de salud, no tuvieron ni un descanso, ni vacaciones.
“Lógicamente, también vine por turismo porque, si el personal de salud no puede tener vacaciones, entonces, es algo verdaderamente injusto y eso es lo que parece. Vine con un nivel de estrés alto y ahora me pasa esto. Descansé unos días, pero otra vez me subió el estrés. Realmente, estaba muy cansada, porque venía trabajando 12 horas diarias sin parar”, indicó.
“Es una falta de respeto que jueguen con la salud de la gente en general, no solo con la mía. Me indigna que, aquellos que tienen la posibilidad económica, se tengan que ir de su país para poder vacunarse, porque eso pasó por un mal manejo de la pandemia. Te cierran las fronteras por un mal manejo de ellos y la gente se tiene que ir a vacunar. Lo de las vacunas se tendría que haber resuelto en septiembre y no lo hicieron. Entonces, si esto es un error de ellos, ¿por qué nosotros tenemos que pagarlo? No puedo volver a mi casa y, además, tengo a mi madre enferma que me espera”, agregó.
Otro tema clave que le preocupa tanto a ella como al resto de los varados, es el económico, ya que viajaron contemplando el gasto que tendrían según la cantidad de días que planeaban pasar en el exterior.
“Venís con una cantidad de dinero y traés un poco más por las dudas, pero no como para quedarte un mes demás. Uno se siente preso. Te penalizan por haber salido del país y, encima, que te dicen que no tendrías que haber viajado en plena pandemia. El Consulado no te atiende y tampoco tengo la seguridad que el 15 de julio vaya a volver. No me dejan entrar a mi país”, lamentó.
Cynthia expresó que el Gobierno argentino debería ocuparse de la repatriación y, además, reembolsarle el dinero de los pasajes.
“¿Por qué me tuve que volver a comprar otro pasaje? Si Argentina fuera un país serio, me deberían repatriar sin cobrarme nada. O, al menos devolverme la plata que puse, pagarme la repatriación y, además, el reembolso de mis pasajes”, dijo.
“Cuando pasan estas cosas, lo primero que pienso es que no quiero vivir más en Argentina, porque lo único que hacen es ponerte palos en las ruedas. Tratás deshacer bien tu trabajo, ayudás, no molestás a nadie, pagás tus impuestos y, tu propio país, te hace todo esto. Si no fuera por la gente que tengo a cargo en el sanatorio, que es una estructura muy grande, y porque mi mamá esta enferma, ya me hubiera ido hace tiempo. Estoy segura que, después de esto, se va a ir aún mucha más gente de la que ya se fue”, finalizó.
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