El pasado viernes 10 de julio, luego de un fallo del Consejo de Estado de Turquía, el presidente Recep Tayyip Erdogan decretó que Santa Sofía, la emblemática basílica ortodoxa, devenida en mezquita y luego en museo y Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, vuelva a ser un templo para los fieles musulmanes. Como no podía ser de otra manera, su decisión desató la polémica y un masivo rechazo.
La resolución, publicada en el Boletín Oficial del Estado solo momentos después de conocerse la sentencia del Danistay, quita las competencias de gestión del edificio al Ministerio de Cultura y Turismo, al que le correspondía hasta ahora, siendo una de las principales atracciones turísticas de Estambul con 3,8 millones de visitantes en 2019.
Aunque por el momento no se conocen los efectos prácticos de la decisión, sería difícil imaginar que los fieles vayan a rezar bajo una cúpula decorada con imágenes de Jesucristo y la Virgen, cuando el islam rechaza la presencia de imágenes humanas -y menos aún, divinas- en sus templos.
El rechazo a la reconversión de la Básilica Santa Sofía en una Mezquita fue unánime. Además del Consejo Mundial de Iglesias, al repudio se sumaron EEUU, Francia, Rusia, la Unesco y, durante las últimas horas, el Papa. “El mar me lleva lejos, a Estambul. Pienso en Santa Sofía y estoy muy dolorido”, lamentó Francisco, durante el rezo del Ángelus desde la Plaza de San Pedro.
El Primer Ministro de Grecia, Kyriacos Mitsotakis, por su parte, también condenó la decisión del Presidente Turco, y afirmó que se trata de una “provocación directa al mundo civilizado”. Por su parte, la ministra de Cultura del país heleno, Lina Mendoni, afirmó que la decisión, que tiene lugar como “resultado de los objetivos políticos del presidente Erdogan, es una provocación a aquellos que reconocen el único valor y la ecuménica naturaleza del monumento”, según informaciones del diario Kathimerini.
Desde la Federación Pan Helénica de Argentina, institución con más de 30 años de trayectoria que nuclea a a todas las entidades griegas del país, emitieron un comunicado en que manifestaron una “profunda aflicción y gran preocupación” por la noticia. “En un contexto de extrema sensibilidad mundial, que nos convoca a unirnos aun más como seres humanos, bregamos por el cese de este tipo de actitudes, en procura de sostener el respeto cultural que la humanidad y el mundo merecen”, sostiene el comunicado.
En diálogo con Infobae, el Presidente en ejercicio de la Federación Pan Helénica de Argentina, Nicolás Petrópulos, se mostró muy afligido por esta decisión. “El hecho de que la basílica Santa Sofía, que durante casi cien años funcionó como Museo y Patrimonio Histórico, abriendo las puertas a todas las culturas, hoy vuelva al estado de mezquita es un atropello. Considerando que originariamente, y por 1200 años, funcionó como símbolo del cristianismo en Oriente: va en contra de las relaciones entre el Islam y el Cristianismo en la actualidad”, apuntó el directivo en comunicación con este medio.
Santa Sofía, construida en el siglo VI por los bizantinos que coronaban allí a sus emperadores, está declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad y es una de las principales atracciones turísticas de Estambul. Convertida en mezquita tras la toma de Constantinopla por los otomanos en 1453, fue transformada en museo en 1934 por el dirigente de la joven República turca, Mustafa Kemal Atatürk, que deseaba “ofrecerla a la humanidad”.
Desde la llegada de Erdogan al poder en 2003, las actividades ligadas al islam se incrementaron en Santa Sofía, con sesiones de lectura del Corán u oraciones colectivas en el atrio del monumento.
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