Lucía está atravesando una crisis existencial. Tiene miedo, se siente cínica, disgustada, irritada. Un varón le dice que debe ser la crisis de los cuarenta o que está menopáusica. No, eso no es. Pero se cruzó al pie de la escalera de un bar con un hombre de cincuenta y pico de años e hizo un juego para ver si él la estaba mirando, como ocurría cuando era joven, que seducía incluso sin buscarlo. El resultado la destrozó: “Se acabó, te volviste invisible”, se dijo a sí misma. La escena es del libro La hija del Caníbal, de la escritora española Rosa Montero. "Ya lo dicen las encuestas: a partir de determinada edad desaparecés”, piensa el personaje.
Eso es lo que el mercado -laboral, social y sensual- parece decirle a las mujeres cuando se acercan a la menopausia. El mensaje de invisibilidad que reciben puede sonar así: “La jubilación está cerca por eso ya no sos competitiva en el mercado laboral. Como se acerca la vejez ya no sos tan interesante. Y, sobre todo, vas a dejar de ser linda, atractiva, y sexualmente activa”.
Pero, ¿es así en realidad? La respuesta es no, pero varía según cada mujer u hombre trans. Para que el tránsito por la menopausia sea más sano y con menos prejuicio, la información y la comunicación es clave.
“Pasé de ser una mujer deseable a ser una mina grande no mirada por la mayoría. Al principio me resultó raro, me pregunté si había desaparecido, pero al final eso me liberó, me siento mucho más cómoda, siento mucho placer con mi cuerpo, no sólo a nivel de la sexualidad, también con el ejercicio, conmigo misma, y después eso se traduce en un otro”, dice Andrea Grün, una empresaria porteña de 57 años.
Para ella, el cambio en el deseo no fue con la desaparición de la menstruación sino con “el tsunami de la maternidad y la productividad”. La menopausia le trajo un período de enormes hemorragias que hicieron que su atención estuviera puesta en el cuerpo desde la preocupación, hasta que entendió qué le estaba pasando.
La menopausia y la vida sexual
¿Qué es la menopausia y cuándo se da? Es el cese de la función reproductiva de la mujer o varón trans, es decir que ya no menstrúa. Se produce porque los ovarios dejan de producir folículos y las hormonas estrógeno y progesterona. La edad promedio de la última menstruación es entre los 48 y los 55 años; entre los 45 y los 48 se habla de menopausia temprana y antes de los 45, de menopausia precoz.
“Es una crisis vital; es un cambio, pero la vida continúa”, dijo Sandra Magirena, ginecóloga de la UBA y especialista en sexología. “Cada mujer lo vive de una manera particular”, agrega. "Los impactos son óseos, cardiovasculares, del aparato vaginal, en la piel y en el sistema nervioso central, el que regula las emociones. “Es el período que llamamos ‘Las 3 i’: irritable, insomne e inestable”, bromea Magirena, la doctora influencer de Instagram con su cuenta @consultoriomagirena.
Como es un período donde el organismo empieza a secarse (se siente, sobre todo, en el pelo y la piel), hay que tomar ciertos recaudos en la vagina también: “Como el cuerpo físico pierde elasticidad, la vagina tiene que estar humectada e hidratada, eso se hace con cremas con estrógenos, humectantes naturales o los lubricantes comunes. Además hay que hacer un masaje vaginal: con sexo, masturbación o con juguetes”, recomienda la doctora.
El cambio de punto de vista es el factor común entre todas. La experiencia transforma pero no elimina nada: “No es que se pierde el deseo sexual, es que la erotización cambia. Por ahí lo que ocurre es que están aburridas después de tantos años de hacer las cosas igual, porque si se dan las condiciones de deseo aparece con toda la furia como cuando lo tuvo a los 20 años”, señala la sexóloga y ginecóloga Magirena.
Para la experta, lo que hace falta es ver representaciones reales de los cuerpos y salirse de los prejuicios del cuerpo perfecto. “Hay pocas películas que muestran las relaciones de personas adultas como La Cama, de Mónica Lairana. La ausencia de imágenes reales crea prejuicio y mitos, que después lo padecen más las mujeres que están muy paradas en la eterna juventud, en lo estético, en el exitismo”.
Los cambios corporales son un hecho. Carolina Balderrama es docente universitaria y periodista. Conduce “Un cuarto propio”, en Radio Caput y forma parte de Red PAR (Periodistas de Argentina en Red por una Comunicación No Sexista) y está atravesando la premenopausia a sus 47 años.
En los últimos meses la menstruación empezó a desaparecer durante largos períodos y a aparecer de manera sorpresiva. “Eso fue un alivio, no tener que pensar más en cuándo me va a venir, fue una liberación”. Además, lo que sintió fueron los sofocos de calor nocturno que no la dejaban dormir bien, la mantenían en un estado de vigilia e irritabilidad.
“Sentía como fuego, empecé a despertarme mucho durante la noche, pero lo tomé como una vuelta a pensar mi cuerpo, a alimentarme mejor, a ejercitarme de otra manera para poder estar activa y no tan cansada durante el día. No creo que me haya afectado el deseo en términos de erotización”, dice desde sus vacaciones.
El mito de la anulación del impulso sexual no es más que un mito. “Hubo un cambio de deseo, pero no fue por la menopausia sino desde que empecé a tener relaciones sexoafectivas y a vincularme con femeneidades, desde que es con otras. En términos de erotización creo que estoy en un momento muy potente”, cuenta.
Sin embargo, la disminución del estrógeno es fuerte en el cuerpo de la mujer durante la etapa del climaterio, “y en la última menstruación la caída es abrupta”, explica la doctora Magirena, y es lo que puede generar cambios en la forma en la que se percibe el cuerpo y el deseo.
El debate alrededor del chip sexual
En la tele se habla de estrategias tecnológicas para combatirlo con el chip sexual. Cathy Fulop estaba en el estudio de Tardes Bellas, el programa de Ciudad Magazine, con su marido Ova Sabatini y la hija de ambos, Tiziana. La pareja contaba que en 2018 se colocaron un chip sexual, y cuando el periodista le pregunta a ella si hubo “un antes y un después”, Cathy duda, hace una expresión de “mehh”.
Pero la interrumpe la hija: “Yo creo que sí, porque los escucho los sábados después de cenar y los veo cómo se hacen mimitos y se tocan todos los días”. Entre risas, Cathy y Ova lo admiten.
¿Qué es el chip sexual? También llamado el chip de rejuvenecimiento, es una aplicación subcutánea del tamaño de un granito de arroz que tiene pellets de testosterona bioidéntica que se obtiene de las plantas. Se coloca en la cintura sobre el tejido adiposo y tiene una duración de entre 4 a 6 meses.
La psicóloga, sexóloga y especialista en erótica femenina, Adriana Arias, dice que el chip sexual es del orden de la estimulación genital. “Si entendiera la sexualidad únicamente así estaría de acuerdo, pero no apuntaría para ese lado si tuviera que estimular a las mujeres a una mayor y mejor sexualidad”, dice consultada por Infobae.
Y agrega: “La anorexia sexual post menopausia, o la disminución del deseo sexual es un mito, porque para considerarlo una verdad tendríamos que reducir el erotismo exclusivamente a la genitalidad. Si llegás a los 50 años y reducís el erotismo a eso estás sonada, tenés una sexualidad limitada, porque el erotismo es mucho más que lo genital”, dice Adriana Arias.
Es que para ella los mitos negativos en relación a la menopausia sobreviven las culturas, pero con suerte se están rompiendo con los movimientos masivos de mujeres. “Todavía tenemos una sexualidad falocéntrica cuando el efector del orgasmo es el clítoris”, agrega.
Arias, que recomienda el uso de juguetes estimulantes y lubricantes, asegura que la única pérdida es la disminución de estrógeno y progesterona. “No vamos a tener el aporte hormonal que teníamos a los 25, no va a estar la lubricación de la juventud, pero a su vez va a estar a favor la experiencia ganada, la libertad de un cuerpo que no tiene la amenaza de un embarazo, y la mujer más liberada, porque no es casual que haya mujeres separándose a los 50. Es que el erotismo todo cambia”.
Sandra Magirena está de acuerdo: “La sexualidad es juego, no es sólo el coito”, dice. Para ella, el chip es una exigencia más para la mujer.
“Estamos acostumbrados a una disciplina del cuerpo, y eso termina siendo una cárcel. El feminismo abre una puerta para salir de la disciplina del cuerpo, del tabú de la menstruación, del cuerpo perfecto, del sexo en la menopausia. ¿Por qué en vez de ponerse un chip hecho de manera artesanal sin homologación oficial no le piden a sus parejas que exploren más?”, se pregunta.
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