-¿Y si nos retiramos de la rutina porteña?-, le propusó Alejandro Gowland (63) a su cuñado, Aurelio Martín (65).
-¿Adónde nos vamos ?- contestó Aurelio sin dudar.
-¡A Barreal!
-¿Dónde queda eso?
-¡Frente a la imponente Cordillera de los Andes!
Tentando con la idea, Aurelio -que se encontraba recorriendo el país- viajó junto a su mujer, Claudia Parenti (64), a Barreal, provincia de San Juan. "¡Fue amor a primera vista, imposible sacar la vista del paisaje natural: los colores de la Cordillera, la vegetación del Cuyo, acompañado todo por los sonidos de la naturaleza”, recuerda en diálogo con Infobae.
A la semana, Alejandro, casado con la hermana de Claudia, Cristina, lo llamó para contarle que había encontrado una parcela a la venta en Internet. “El lugar perfecto para su futuro proyecto: la Posada Paseo de los Patos”. Ese fue el primer paso. Desde 2012 estos matrimonios se convirtieron en socios.
“Con apenas un click compramos el lote, que hoy ya son catorce hectáreas. Es el mejor de la zona porque tiene vista directa a la Cordillera, y es lindero a un terreno fiscal. Hicimos una oferta, después otra contraoferta y en diez días, ¡era nuestro! Creo que si lo hubiéramos planeado, no nos salía tan bien”, cuenta Aurelio.
Cambio de vida a los 58
Claudia y Aurelio se casaron en 1978. “Nos conocimos en una fiesta de colegios, yo estudiaba en el Newman y ella en el Michael Ham. Cuando la vi entrar pensé: ‘Me voy a casar con esta mujer’ ¡Y lo cumplí!”. Hoy tiene tres hijos -Aurelio, Dolores y Candelaria- y nueve nietos.
Mucho antes de embarcarse en esta aventura turística, el matrimonio pasó por un sinfín de profesiones. “Claudia tenía una fábrica de dulces artesanales, y yo hice de todo: fui campeón de ski acuático, después di clases, más tarde vendí insumos relacionados a la industria. Los últimos años me dediqué a trabajar junto a mi suegro en una empresa de maquinarias agrícolas".
-¿Se habían propuesto algún día tener un emprendimiento propio?
-No. Menos relacionado al turismo.
-¿Cómo financiaron el proyecto?
-Teníamos ahorros, pero vendimos todo: la fábrica de Claudia, autos, muebles e incluso la casa. Tenemos tres hijos, la más chica aún vivía con nosotros y se tuvo que mudar a lo de su abuela.
-¿Cómo reaccionaron sus hijos ante la idea ?
-Al principio costó el radical cambio de vida. Nos desprendimos de todo lo material para emprender una nueva vida en un lugar que hasta el momento era desconocido. No lo tomaron del todo bien, la más chica encima tuvo que convivir con la mamá de Claudia, pero el día que viajaron al norte entendieron todo.
-¿Qué diseño eligieron para la posada?
-Lo dejamos en mano del arquitecto y artista sanjuanino Carlos Gómez Centurión. Lo único que le pedimos fueron los amplios ventanales para disfrutar el paisaje. El resultado: una casona de once habitaciones, con patios grandes, columnas idénticas a las de las ruinas de Hilario, techos de caña con rollizos de palo…
-¿Ponerlo de pie fue un trabajo personal o lo delegaron?
-Los cuatro estuvimos sumamente involucrados en cada detalle. Es un trabajo personal grande. La limpieza de obra, que implicó levantar tornillos y restos de pintura, la hicimos entre todos. Fue un trabajo físico y personal. Curamos hasta los pisos, colgamos cada cuadro, hasta las cortinas de baño.
-¿Cómo surgió el nombre?
-Es un homenaje al recorrido que hizo el General San Martín a través de la Cordillera.
-¿Paso de los Patos funcionó comercialmente desde la apertura?
-Desde el primer día. Todo fue boca en boca. Quedan fascinados con el servicio familiar, la tranquilidad del lugar y el paisaje: tiene los mejores amaneceres y atardeceres que vi en mi vida. No puedo creer cómo sigue creciendo año tras año. Nos ayudó la minería local, que trae muchos trabajadores entonces siempre tenemos un fijo semanal.
-¿Cómo se reparten la administración entre cuñados ?
-Tenemos una dinámica muy aceitada. Vivimos quince días en Buenos Aires, y otros quince en el hotel. Durante el tiempo que estamos en San Juan, el hotel le pertenece a ese matrimonio, aunque mantenemos una política de servicio y calidad. Cuando estoy con Claudia, yo me ocupo de los temas administrativos, de la relación directa con los huéspedes. Mi mujer, en cambio, está al mando de la cocina: elabora scones, panes y yogures para el desayuno. El menú es regional, ofrecemos locro, humitas, pastel de pollo, empanadas cuyanas para acompañar con vinos de San Juan y Mendoza.
-Además del hospedaje, ¿qué otros servicios ofrecen?
-Un restaurante completo y actividades típicas de la zona, cabalgatas, rafting, y también se acercan feriantes con sus diseños artesanales.
-¿Recibieron huéspedes ilustres?
-Tenemos turistas locales y de todo el mundo. Viajan muchos europeos: de Suiza, Alemania, Holanda que alucinan con el lugar. También vino el presidente Mauricio Macri, el jefe de Gabinete Marcos Peña, el artista Alejandro Lerner...
-¿Qué es lo que más disfrutan de este cambio de vida?
-Es lo que nos apasiona. Personalmente me llena el alma el contacto directo con los visitantes. Nos hacemos amigos de los que vienen. Nos juntamos fuera de la posada a comer un asado o incluso estamos organizando un viaje. Mi hijo mayor me dijo: "Si vos a los 58 años te animaste a dejar todo para empezar de cero... yo no le puedo tener miedo a nada'.
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