El próximo desafío de Guillermo García será el último. No porque el hombre de 29 años haya decidido abandonar una disciplina que requiere mucho más que miles de horas de entrenamiento; sino porque sus objetivos son cortos, específicos y contundentes. El próximo será el último, pero le dará inicio a uno nuevo, que lo volverá a tener arriba de su bicicleta pedaleando casi 100 kilómetros o corriendo otros 21 alrededor de algún lago de Bariloche.
El 11 de marzo de este año, su nombre fue tapa de todos los diarios locales con un crono de 4h31m19s, fue el primer barilochense en cruzar la meta del Ironman -en la cual compite de manera amateur- que se hace cada año en la ciudad. Fue el más rápido, en una prueba que pasó por el Lago Moreno (1,9 kilómetros a nado), Circuito Chico (90 kilómetros de ciclismo) y las principales calles de Bariloche (21 kilómetros de pedestrismo).
"Tiré toda la localía ese día. Hacía mucho frío, fue difícil. Llovió, hubo viento. Es una fecha que se vuelve una lotería. Me preparé corriendo en las banquinas, caminos de tierra, tengo cinta para correr en casa, lo mismo que la bici, así que entreno bastante adentro, porque hay que pensar primero en cuidarse a uno mismo y no exponerse al mal clima", dice a Infobae.
A los 16 años un cartel le llamó la atención. Era un concurso de triatlón, de 750 metros de nado, 20 kilómetros de bici y 5 kilómetros de correr. "Duraba poco más de una hora y media, me gustó la idea y me anoté. Hacía fútbol y básquet, también nadaba. Pero no estaba preparado para algo así, ese fue el inicio", agrega.
Pidió un traje y un casco prestado, nadó la cantidad de metros necesaria a ojo en la pileta y se lanzó a la aventura. "La primera vez que nadé en un lago me asustó no ver el fondo, esa fue la única vez que me generó miedo esta actividad", sostiene García, quien viajará en septiembre a Sudáfrica, precisamente a la Bahía Nelson Mandela en el World Championship 70.3 (división 25-29 años). El número responde al Half Ironman; es decir, una de las series de carreras de triatlón de media distancia, organizado por la World Triathlon Corporation (WTC).
García corrió el Ironman 70.3 en Pucón, Chile, a la cual va todos los años. Allí clasificó para ir a Sudáfrica. "En el Ironman full el nivel es muy alto. Yo soy un competidor amateur, lo hacemos a la par de los profesionales pero ellos lo hacen por un premio. A veces les ganamos a algunos profesionales, porque entrenamos a la par de ellos. Sólo que quizá pueden dedicarse full time, tienen sponsors y compiten por grandes premios. Pero no es un deporte que te haga millonario", cuenta.
Cada mañana, al despertar, García tiene una certeza: debe entrenar. Sólo un día a la semana no lo hace. "Hay días que me permito dormir una hora más o salir a entrenar después del almuerzo. Sé que mi límite para entrenar es hasta las 19. Luego tengo que ir a trabajar", explica. Es que a una cuadra del centro cívico, junto a sus hermanos, lleva adelante Manush, una cervecería que fabrica su propia cerveza y que lo tiene atendiendo cada noche a más de 150 personas.
Un entrenador, una masajista, dos veces por semana al gimnasio y una alimentación en la que suele evitar las harinas. No come fritos ni grasas saturadas. "Pescado, pollo, verduras y quizá fideos o arroz al mediodía. Ensaladas como mucho. También cereales y frutos secos. Vivo en un lugar en el que hace mucho frío y es difícil el tema de la comida. Bariloche es bastante cruel. Podría pesar tres kilos menos, pero no repercute a la hora de entrenar o competir", dice García.
"La nutrición es fundamental en las carreras largas. Hay que entrenar el estómago para una carrera de 8 ó 9 horas, en el caso del Ironman completo". La diferencia con el 70.3 es simple: se multiplican al doble las distancias. La alimentación durante la competencia (al igual que la hidratación) se vuelve indispensable para que los deportistas puedan afrontar toda la competición sin lesiones y soportando el cansancio de la mejor manera posible para llegar al final.
"Cuanto más larga es la carrera, más momentos duros se presentan. Corrí 12 Ironman y en todos me pasó algo. En Sudáfrica, por ejemplo, me había propuesto determinados tiempos que venía cumpliendo bien, sin cansancio. Pasé la etapa de nado y llegué a la bici, en donde también tenía un plan. En el kilómetro 110, la carrera me pegó una trompada letal. Me faltaban 70 kilómetros de bici y luego correr. Sentía que me desvanecía, no podía más. Pero fue instantáneo", recuerda.
La carrera se convierte, como en aquella experiencia africana, en una competencia contra él mismo. A bordo de su camioneta, mientras señala los lugares en donde suele entrenar, rememora las imágenes que se aparecen en su mente cuando el físico no quiere seguir. "Son apagones, pero no quiero arruinar la carrera. Pienso en tantos momentos solo, entrenando, con mucho cansancio y sacrificio. 'No puede ser en vano todo eso', me digo. Y empiezo a recuperar, hasta llegar a la meta".
La soledad es tal que el barilochense confiesa que "tanta disciplina y tanto enfoque en los entrenamientos me hizo perder a mi última pareja. Es muy difícil estar con alguien que vive pensando en el próximo desafío, que dedica muchas horas del día a los entrenamientos y que resigna los fines de semana para seguir la preparación. En este momento mi única novia es mi bici", dice, entre risas.
"Después de cada competición descanso 48 horas y vuelvo a arrancar. Quizás dejo de correr durante una semana. Pero acá la clave está en prevenir cualquier lesión e imprevisto y así enfocarse siempre en el próximo objetivo. Llevo 10 años haciendo esto", agrega.
-¿Y hasta qué edad pensás hacerlo?
– Espero no dejarlo nunca.
Fotos: Adrián Escandar
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