A medida que una persona va envejeciendo, la tarea de ponerse en forma se dificulta mucho más. Puntualmente, en la edad madura el organismo pierde eficiencia para quemar la energía contenida en las células de grasa abdominal. Esto deriva en la acumulación del tejido adiposo en el vientre, una de las zonas más "rebeldes" para trabajar con actividad física.
El aumento de la grasa abdominal en los adultos mayores (independiente del peso corporal) está emparentado -entre otras razones- con la genética, el estilo de vida y, por supuesto, el metabolismo. Este es el conjunto de reacciones bioquímicas y procesos fisicoquímicos que ocurren en una célula y en el organismo, incidiendo, por ejemplo, en el funcionamiento hormonal.
"Nuestro metabolismo se lentifica con el paso de los años porque hay menos secreción hormonal, especialmente de aquellas hormonas que favorecen el crecimiento de la masa muscular que consume energía", explicó Claudia Lescano, licenciada en preparación física y alto rendimiento, en diálogo con Infobae.
La especialista especificó por género: "En la mujer, el paso de las décadas genera el descenso de estrógeno estradiol, que es aquella que da la forma femenina, ayuda a deshacer la grasa y aumenta la estrona, que lleva directamente la grasa a la panza". Y agregó: "Por el lado del hombre, el descenso de la testosterona también influye en el aumento de la grasa abdominal".
La relación del incremento de grasa con enfermedades metabólicas se acentúa mucho más con el paso de los años. En el caso de los hombres, la especialista recalcó que es algo más peligroso porque aumenta con mayor facilidad la grasa visceral (aquella que recubre los órganos y hace que la barriga sea prominente), vinculada con distintas patologías como la hipertensión o la diabetes.
La clave para combatir el incremento de grasa abdominal pasa por acelerar el metabolismo. En ese sentido, Lescano recomendó una serie de hábitos propicios para lograrlo:
– Crear masa muscular, que "es metabólicamente activa y todo el tiempo pide combustible". Al buscar este objetivo en el ejercicio difícilmente se creará tejido graso. "Con el paso de los años debemos trabajar con más carga para poder mantener el mismo porcentaje muscular", apuntó.
– "Es fundamental realizar alguna actividad que libere el estrés, ya que el exceso de cortisol hace que la grasa se deposite en nuestra panza", añadió.
– Chequear las hormonas: cortisol, hormonas tiroideas, insulina, estrógenos y testosterona. Esto ayudará a tener conocimiento sobre si se está en función de quemar grasa o en función de acumularla.
– "Si se desea tener un porcentaje graso bajo, a partir de los 40 años nuestra forma de alimentarnos debe ser cumpliendo las cuatro comidas al día. Y no cada dos o tres horas como nos recomendaron, ya que este hábito contribuirá solo a incrementarlo", señaló.
– En cuanto a los tipos de alimentos, no es conveniente consumir frutas ni nada dulce por la noche (hay que evitar un alto grado de glucosa antes de descansar), reducir la ingesta de harinas refinadas, pero no abandonarlas por completo. En tanto, es esencial cumplir con la correcta hidratación.
Otros tips son mantener la glucosa y la insulina en niveles bajos. Y siempre que se pueda aumentar el gasto calórico. "Moverte es lo mejor que podés hacer por tu salud", dijo Lescano.
Por último, aconsejó activar la grasa parda: "Esta es súper lipolítica, cargada de mitocondrias que generan energía". Una manera de activarla es regulando la temperatura corporal. Sentir frío es una buena señal.
Los resultados no son típicos y pueden variar de persona a persona.
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