Al momento de inclinarse por un modo de hacer ejercicio, entran en juego los gustos, la personalidad, las necesidades. Algunos prefieren hacer la tarea en soledad, otros optan por la compañía. También están los que no les queda más remedio, no tienen la posibilidad de elegir en forma voluntaria. De cualquier forma, el rendimiento siempre se verá afectado.
Ambas estilos tienen sus pros y contras. Por ejemplo, entre las ventajas de practicar en solitario sobresalen una mejor organización y una reducción de distracciones y pausas de espera entre cada ejercicio. Por el contrario, el aburrimiento, la dificultad de progresar y la facilidad de estancarse figuran entre los posibles inconvenientes.
En tanto que para cuando la actividad se realiza acompañado puede ser más dinámica, se cuenta con la ayuda permanente (para señalar un error, motivar o incrementar el grado de dificultad del ejercicio) y es también una competencia sana con el colega, una medida para evaluar la progresión. Y también, según un estudio reciente, el que mejores frutos produce en cuanto a la performance.
Una investigación, publicada en The Journal of the American Osteopathic Association, tuvo como objetivo conocer el impacto en la calidad de vida de seguir rutinas de ejercitación física en soledad o en grupo. Para ello se centraron en la respuesta de estudiantes de medicina, el grupo de universitarios que mayormente se ha relacionado con altos niveles de estrés.
Los resultados del informe fueron contundentes: revelaron que entrenar acompañado mejora la calidad de vida, ya que reduce el estrés en un 26 por ciento. La evaluación estuvo liderada por Dayna Yorks, especialista del Centro Médico Lankenau, en Pensilvania (Estados Unidos).
En total, el estudio abarcó a 69 estudiantes, que fueron divididos según el tipo y la manera de entrenamiento que adoptaron durante 12 semanas. Al final de cada mes, los participantes completaron una encuesta en la que calificaban sus niveles de estrés percibido y la calidad de vida en tres categorías: mental, física y emocional.
Las conclusiones marcaron que quienes participaron en el ejercicio grupal mostraron mejoras significativas en los tres parámetros de medición: mental (12.6 por ciento), física (24.8 por ciento) y emocional (26 por ciento). También informaron una reducción del 26,2 por ciento en los niveles de estrés percibidos.
Por el contrario, aquellos lo hicieron individualmente arrojaron que pese a ejercitarse el doble de tiempo (y de elegir la modalidad de entrenamiento) solo aumentaron un 11 por ciento la calidad de vida mental. "Los beneficios comunes de reunirse con amigos y colegas y hacer algo difícil, mientras se animan mutuamente -concluye Yorks en un comunicado-, rinde dividendos más allá del ejercicio solo".
Los efectos de entrenar en grupo llevan a un mejor rendimiento, y consecuente progreso en el tiempo. El hallazgo es además particularmente importante para los estudiantes de medicina, debido a que, según indica la investigación, "asistir a clases grupales semanales de ejercicios podría ser una solución para mejorar el bienestar emocional de los estudiantes" y disminuir la angustia psicológica intensa que genera la carrera.
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