La maratón de la Gran Muralla China: más de 5 mil escalones hasta la gloria

Más de 2500 runners de 60 países se reúnen cada año en una de las grandes maravillas del mundo para experimentar una odisea inigualable. Adrenalina, agotamiento y resistencia en una de las carreras más complejas y pintorescas de todo el planeta

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En China se corre una
En China se corre una de las maratones más impresionantes (The Great Wall Marathon/Facebook)

En el año 215 a. C. comenzaba a edificarse la Gran Muralla China bajo las órdenes del emperador Qin Shi Huangdi. El origen de la majestuosa obra arquitectónica respondió a una idea de construir una enorme línea defensiva contra las tribus nómadas merodeadoras de las estepas del norte, que amenazaban la estabilidad del imperio con sus incursiones.

Lejos en el tiempo y ya asentado sobre el presente, hoy a la gran construcción que se extendió por centenares de años no se la identifica como un sistema materializado de prevención, sino como un patrimonio cultural de la humanidad.

Calificada como una de las siete maravillas del mundo, es un icono representativo del Lejano Oriente, uno de los destinos turísticos más codiciados por los viajeros. Y también, es el lugar que acoge a una de las competiciones deportivas más pintorescas y complejas del mundo.

Desde su creación en 1999 producto de una iniciativa de una agencia de viajes danesa, la Maratón de la Gran Muralla es reverenciada por mucho más que ser una de los maratones más duras que existen. Es un desafío de suma exigencia en medio de uno de los mayores monumentos del globo. Una combinación que compone una experiencia inolvidable para los amantes del running en un escenario que ofrece vistas únicas e invoca la faceta más desaforada de los atletas.

El paisaje y la demanda
El paisaje y la demanda física conforman un combo ideal para los runners que desean una experiencia diferente (The Great Wall Marathon/Facebook)

La prueba ofrece tres distancias a elegir: además de la tradicional 42k, se corren una media maratón (21k) y una modalidad menor, de 8.5k. El período para completar la carrera es de ocho horas.

Como se lleva a cabo en el apogeo de la primavera, en general transcurre con una temperatura agradable, muy caracterizada por la humedad. Aunque en ocasiones, el calor es agobiante. Cada año se corre el tercer sábado de mayo. En 2018, será el 19 del propio mes.

Los participantes deben recorrer los
Los participantes deben recorrer los 5,164 escalones (The Great Wall Marathon/Facebook)

El camino se traduce en puro desgaste. Los participantes deben afrontar subidas y bajadas empinadas, y 5,164 escalones de altura y ancho variable que ponen a prueba los límites de las capacidades humanas. Los desniveles, las pronunciadas inclinaciones, son permanentes.

El recorrido es caracterizado por una abundante vegetación. Y la hoja de ruta, también por discurrir en medio de distintos pueblos y aldeas. La superficie no requiere un calzado especial: la carrera se ejecuta en asfalto en buenas condiciones, señalan desde la organización.

Los habitantes locales alientan a
Los habitantes locales alientan a los corredores (The Great Wall Marathon/Facebook)

Los factores climáticos y la interminable continuidad de escalones provocan que los tiempos para completar la carrera nunca hayan bajado de las tres horas. Un ejemplo es el caso del actual ganador, el polaco Marcin Swierc, quien cruzó la meta luego de tres horas, 14 minutos y 34 segundos.

A su vez, por esta extensión, hay puestos de hidratación separados entre sí por aproximadamente cada cuatro kilómetros. En ellos se proporcionan botellas de agua, bebidas energéticas y bananas. Y además, a la altura de los kilómetros 26 y 35, a los corredores se les ofrece geles energéticos.

La carrera tiene otras dos
La carrera tiene otras dos distancias además de la tradicional, 21k y 8,5k (The Great Wall Marathon/Facebook)

A pesar de ser una osada y demandante aventura para correr, sufrir, disfrutar y pelear por las medallas en juego, es una oportunidad de contactarse con gente de otros lares del planeta. El exótico evento recibe a alrededor de 2.500 corredores (en la primera edición fueron 350 participantes) llegados desde más de 50 países.

La camaradería entre los corredores es normal y no distingue de idiomas o banderas. Pese a la dureza de la competición, el clima de fiesta nunca deja de ser una constante. La atmósfera agradable domina cada rincón del trayecto. Los pobladores locales se suman como espectadores, siempre con una sonrisa.

Los tramos finales reflejan una imagen uniforme: el cansancio domina el andar y los ánimos. Sentados, mareados, acalambrados los atletas deambulan por el camino. Muchos desistieron y abandonaron la gesta. Otros, los menos, llegan a la meta que parece cada vez más lejana con los últimos restos de fuerza. El sufrimiento nunca le gana a la motivación: cada uno que vive la experiencia desea volver.

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