En la búsqueda de comprender mejor el proceso de envejecimiento y su relación con la salud, la empresa de biotecnológica Tally Health desarolló una herramienta innovadora llamada CheekAge. Esta prueba busca medir la edad biológica de una persona a través de células de las mejillas.
La edad biológica difiere de la edad cronológica: la primera refleja la condición de células y tejidos, mientras que la segunda se limita al tiempo transcurrido desde el nacimiento. La brecha entre ambas puede ser un factor determinante en el riesgo de mortalidad y en la propensión a diversas enfermedades.
La mayoría de los métodos existentes de medición de la edad biológica emplean muestras de sangre para analizar la metilación del ADN, un proceso natural que consiste en la adición de etiquetas químicas al ADN, lo que puede cambiar la función de los genes sin modificar la secuencia genética en sí. Estos cambios, influenciados por factores como la dieta, el estrés, el ejercicio, el consumo de alcohol y la exposición a contaminantes, reflejan cómo las células se alteran con el tiempo y cómo responden a factores externos.
A diferencia de los métodos convencionales, este test propone un enfoque no invasivo basado en un hisopado de mejilla. Esto hace que sea más accesible y cómodo para los usuarios, permitiendo realizar la prueba sin necesidad de extracciones de sangre.
La precisión y eficacia fueron evaluadas en un estudio reciente publicado en Frontiers in Aging, donde se usaron datos de un grupo de adultos mayores en Reino Unido. El estudio incluyó más de 1.500 participantes que fueron seguidos durante varios años, con muestras de sangre recolectadas cada tres años. Con estas muestras, se analizaron los niveles de metilación del ADN para predecir su edad biológica utilizando la tecnología del test. Los resultados mostraron una correlación significativa entre la edad biológica obtenida a través de esta prueba y el riesgo de mortalidad.
El estudio reveló que una diferencia importante entre la edad biológica y la cronológica se asocia con un mayor riesgo de mortalidad. Esto refuerza la importancia de la metilación del ADN como un indicador del envejecimiento y destaca el potencial de la prueba para reflejar la salud general de una persona.
Otro aspecto fundamental de la prueba radica en su capacidad para asociar la edad biológica con diversos factores del estilo de vida. Los estudios han señalado que aspectos como el sueño, la actividad física y el consumo de alcohol tienen un impacto directo en la metilación del ADN y, por lo tanto, en la edad biológica de un individuo. Incluso, se observó que haber tenido COVID-19 es un factor relacionado con la edad biológica. Este tipo de datos ofrece información valiosa para las personas que buscan comprender cómo su estilo de vida afecta su envejecimiento y salud a lo largo del tiempo.
El desarrollo de este sistema no es un caso aislado en la búsqueda de comprender el envejecimiento biológico. Otras herramientas, como DNAm PhenoAge, que utiliza muestras de sangre para predecir el riesgo de enfermedades crónicas y mortalidad, también forman parte de esta nueva generación de “relojes” biológicos.
Al utilizar una muestra de células bucales, los usuarios pueden obtener una estimación de su edad biológica, lo que abre la puerta a la posibilidad de adaptar y modificar sus hábitos de vida en función de los resultados obtenidos. Esto permite, además, que se tomen medidas preventivas para mejorar la salud general y reducir el riesgo de enfermedades asociadas con el envejecimiento.