Cuando observamos algo, nuestros ojos no solo se enfocan en los detalles que se encuentran directamente en el centro de nuestra mirada, sino que también están atentos a los elementos que ocurren en la periferia de nuestro campo visual. Un reciente estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) reveló cómo este procesamiento ocurre durante los breves momentos en los que nuestros ojos permanecen fijos en un punto, según informó el medio científico Phys Org.
Este complejo proceso de análisis visual es fundamental para nuestra capacidad de reaccionar en situaciones dinámicas. La investigación también evidenció las diferencias en la forma en que se maneja la información visual según el tiempo transcurrido de fijación ocular.
El sistema visual humano tiene la capacidad de procesar simultáneamente información de la fóvea —la región central de la retina encargada de percibir los detalles con mayor precisión— y de la periferia, que nos permite captar el entorno de manera más amplia.
Esto ocurre durante los periodos de fijación, breves instantes que duran entre 250 y 350 milisegundos, cuando los ojos dejan de moverse tras un movimiento sacádico. Durante estos periodos, el sistema visual se encarga de extraer la información más relevante del centro de la mirada, pero sin perder de vista lo que ocurre en la periferia, lo que es crucial para anticipar el siguiente movimiento ocular.
Este proceso fue investigado en un estudio liderado por Cristina de la Malla, de la Universidad de Barcelona, y Martina Poletti, de la Universidad de Rochester, quienes compararon cómo el sistema visual detecta los cambios tanto en la región foveal como en la periférica durante estos breves intervalos de tiempo. “Se trata de un paso más en la comprensión de la dinámica temporal del procesamiento visual”, afirmó de la Malla en un comunicado de la universidad catalana.
Diferencias en la dinámica temporal del procesamiento visual
Los resultados del estudio revelan diferencias significativas en la forma en que se procesa la información visual foveal y periférica durante los momentos de fijación.
En las fases iniciales de la fijación, el sistema visual es más efectivo para identificar cambios que ocurren en la fóvea, donde procesan los detalles de mayor precisión. Sin embargo, conforme la fijación avanza, la capacidad para detectar cambios en la periferia mejora de manera notable.
Este hallazgo es crucial para entender cómo el sistema visual se adapta a situaciones cambiantes en tiempos tan cortos. Los investigadores sugieren que este incremento en la percepción periférica podría estar relacionado con la necesidad de programar el siguiente movimiento sacádico, lo que facilita la exploración visual de escenas complejas.
“Para obtener información del entorno dirigimos la mirada hacia la parte de la escena que consideramos más relevante en cada momento. Pasamos de mirar un punto a otro moviendo los ojos muy rápido, en lo que llamamos movimientos sacádicos”, explicó de la Malla en el comunicado.
Así, a medida que la fijación progresa, el sistema visual se vuelve más receptivo a los estímulos periféricos, lo que optimiza nuestra capacidad para reaccionar ante el entorno.
“Existen muchos trabajos previos que demuestran que los movimientos sacádicos afectan a la percepción. En cambio, generalmente se ha asumido que el procesamiento visual es estable durante periodos cortos de fijación, y se ha comparado el procesamiento foveal y periférico sin considerar las posibles diferencias que pueden producirse durante el periodo de tiempo que dura una fijación”, afirmó la líder de la investigación.
Impacto en entornos complejos y actividades de alta precisión
Estos descubrimientos tienen importantes implicaciones para comprender cómo procesamos la información visual en situaciones que requieren precisión y decisiones rápidas, como en tareas de alto riesgo o la manipulación de maquinaria delicada.
En estos contextos, es fundamental que el sistema visual no solo capture los detalles más relevantes del entorno inmediato, sino que también mantenga un monitoreo constante de lo que sucede en la periferia, ya que los elementos fuera del foco central pueden influir en nuestras acciones.
La autora principal, De la Malla, cerró el comunicado de la universidad: “Por ahora, los resultados se han obtenido en entornos controlados. Queda por ver cómo evoluciona este proceso en entornos más complejos. También sería relevante saber si esta forma de procesar la información cambia, por ejemplo, a medida que envejecemos o debido a lesiones cerebrales”.