Esta semana tomó protagonismo la presencia de una superbacteria que habita entre los 9 astronautas de la Estación Espacial Internacional (EEI), situación que inmediatamente generó preocupación mundial por la salud de estos tripulantes que viven a 400 kilómetros de la Tierra.
La noticia la confirmó un equipo de investigadores del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA que descubrió recientemente la
Se trata de la superbacteria Enterobacter bugandensis, conocida por su resistencia a los antibióticos y que puso en a la comunidad científica y a los expertos de varias agencias espaciales como la NASA, ESA (Europa) y Roscosmos (Rusia), porque sus astronautas podrían estar en peligro en un entorno cerrado y aislado como es el del espacio.
Según publicó la NASA, el investigador principal, el Dr. Kasthuri Venkateswaran, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés), estudió las distintas cepas de la especie bacteriana Enterobacter bugandensis aisladas de la Estación Espacial Internacional y llegó a una conclusión preocupante.
“Se aislaron 13 cepas de E. bugandensis, una bacteria conocida por ser resistente a múltiples fármacos. Los hallazgos del estudio indican que, bajo estrés, las cepas aisladas de la EEI sufrieron mutaciones y se volvieron genética y funcionalmente distintas en comparación con sus contrapartes terrestres. Las cepas pudieron persistir de manera viable en la EEI a lo largo del tiempo con una abundancia significativa. E. bugandensis coexistió con muchos otros microorganismos y, en algunos casos, podría haber ayudado a esos organismos a sobrevivir”, precisó la Agencia Espacial de EEUU.
Según Venkateswaran, los entornos cerrados construidos por humanos, como la Estación Espacial Internacional, son áreas únicas que brindan un entorno extremo sujeto a microgravedad, radiación y niveles elevados de dióxido de carbono. “Cualquier microorganismo introducido en estas áreas debe adaptarse para prosperar. Al profundizar en la dinámica microbiana en entornos extremos, esta investigación abre las puertas a medidas preventivas efectivas para la salud de los astronautas”, completó el experto.
Qué hace y cómo actúa esta superbacteria
Se trata de un género de bacterias de la familia de las Enterobacteriaceae, que viven en el ser humano como parte de una población microbiana normal. Pero en otras ocasiones, algunas enterobacterias patógenas causan principalmente infección del tracto urinario y del tracto respiratorio. Recientemente se ha descrito que la especie E. bugandensis podría ser la más virulenta del género.
“El enterobacter Buganda en sí es una bacteria del grupo de las enterobacter que crece aún sin oxígeno, por eso se llama anaeróbica. Es quizás dentro de todas estas variedades que tienen las enterobacter la más agresiva. Es una bacteria resistente fundamentalmente a los antibióticos. Y hay un detalle que es importantísimo en su comportamiento y es que generalmente busca atacar al organismo, por ejemplo al intestino o vías urinarias”, explicó a Infobae Hugo Pizzi, infectólogo, epidemiólogo, Magister en Salud Pública y Profesor de la Universidad Nacional de Córdoba.
Respecto a los astronautas que están conviviendo con este patógeno, Pizzi resaltó que están viviendo aislados en una cápsula en el espacio, hecho que pone al organismo humano en un estado, no de indefensión, pero sí de baja de defensas notables.
“Entonces, si yo tengo una bacteria que ya per se es agresiva y no tengo la medicación adecuada como para destruirla y se encuentra en un terreno proficuo como para desarrollarse, es probable que inclusive deje lo que sería aparato digestivo o aparato urinario y pueda llegar a otros aparatos y hacer más daño, por ejemplo, en el aparato respiratorio”, concluyó el experto.
En diálogo con Infobae el doctor Gerardo Laube, médico infectólogo del Hospital Muñiz de la ciudad de Buenos Aires y profesor titular de Infectología, Medicina del viajero y Microbiología de la Facultad de Medicina de la Fundación Barceló, precisó que “esta bacteria en general está dentro del grupo de patógenos muy resistente a distintos antibióticos. Y su actuar se observa particularmente en cuanto a su complejidad en individuos con déficits inmunitarios, es decir, inmunodeficientes. En los centros de salud se hallan en las terapias intensivas”.
“Siempre puede haber bacterias en el ambiente, que son resistentes a distintos antibióticos. Pero está claro que el mayor riesgo lo viven los individuos que tienen déficits inmunológicos. Lógicamente, estar en estas circunstancias dentro de una estación aeroespacial y encontrarse con un microorganismo de este tipo es un motivo de preocupación. Aunque también creo que la situación de los astronautas en su salud no debería tener mayor inconveniente”, sostuvo Laube.
Y agregó: “Lógicamente, cualquier ambiente puede favorecer la presencia de algunos microorganismos, pero según los últimos comunicados de la NASA, no hay ningún tipo de situación conflictiva ni nada por el estilo”.
La NASA explicó que la bacteria, permanece aislada de varios lugares dentro de la EEI, y no solo sobrevivió, sino que además mutó en 13 cepas distintas. En concreto, las cepas fueron localizadas en áreas críticas como el sistema de circulación de aire, el baño del laboratorio y en una máquina de ejercicio.
Además, aclararon que “estas variantes coexistieron con otros microorganismos, en algunos casos favoreciendo una supervivencia mutua, una simbiosis que podría poner en riesgo la inmunidad y la salud de los astronautas”.
La propagación de bacterias en la EEI es un tema de gran importancia, ya que los astronautas confirmaron que el ambiente microgravitacional influye en el comportamiento y la resistencia de los microorganismos, por ello, la aparición de una superbacteria pone en peligro, no solo la salud de los astronautas, sino también la integridad de futuras misiones espaciales.
Desde la Tierra, los científicos indicaron que las infecciones por Enterobacter pueden causar en los tripulantes enfermedades como bacteriemia, infecciones del tracto respiratorio inferior, infecciones de la piel y tejidos blandos, infecciones del tracto urinario (ITU), endocarditis, infecciones intraabdominales, artritis séptica, osteomielitis, e infecciones oftálmicas.
Al hacer pública la presencia de esta superbacteria, los investigadores de la NASA publicaron un estudio científico donde brindaron detalles del seguimiento que vienen haciendo del patógeno en distintas misiones espaciales en el complejo orbital.
El estudio, que se publicó en la revista Microbiome, utilizó técnicas analíticas avanzadas como la modelización metabólica, que permitió descubrir las complejas interacciones entre las comunidades microbianas que conviven con E. bugandensis a lo largo de varias misiones espaciales, lo que brindó información y detalles sobre la dinámica del ecosistema microbiano del particular hábitat sin gravedad.
“Desentrañamos las trayectorias evolutivas de genes fundamentales, especialmente aquellos que contribuyen a las adaptaciones funcionales y la posible resistencia a los antimicrobianos. Una hipótesis central de nuestro estudio fue que la naturaleza singular de las tensiones del entorno espacial, distintas de las de la Tierra, podrían estar impulsando estas adaptaciones genómicas”, sostuvieron los expertos en el paper científico.
Y agregaron: “Ampliando nuestra investigación, mapeamos meticulosamente la prevalencia y distribución de E. bugandensis en la EEI a lo largo del tiempo. Este análisis temporal proporcionó información sobre la persistencia, la sucesión y los posibles patrones de colonización de E. bugandensis en el espacio. Esta exploración reveló interacciones microbianas intrincadas, lo que ofrece una ventana a la dinámica del ecosistema microbiano dentro de la ISS”.
Como conclusión, los especialistas indicaron que las implicaciones de estos hallazgos son dobles. “En primer lugar, arrojan luz sobre el comportamiento, la adaptación y la evolución microbianos en entornos extremos y aislados. En segundo lugar, subrayan la necesidad de adoptar medidas preventivas sólidas que garanticen la salud y la seguridad de los astronautas, mitigando los riesgos asociados a las posibles amenazas patógenas”, finalizaron.