Hoy es el Día Mundial de la Visión, una fecha para recordar la importancia de cuidar la salud ocular. Cada vez hay más preocupación por el aumento del estrés y el uso en aumento de las pantallas de celulares, computadoras y otros dispositivos electrónicos -especialmente por los niños- que pueden impactar en la visión.
Se recomienda hacer un control con un especialista en oftalmología u oculista al menos una vez por año para detectar problemas a tiempo. Sin embargo, no todos lo tienen en cuenta. Diversos estudios permitieron conocer 3 impactos del estrés y las pantallas sobre la visión:
El estrés altera la visión
Los ojos sufren cambios, como un aumento de la presión intraocular, cuando se está estresado o ansioso, ya sea por poco tiempo o de forma regular, según la Academia Estadounidense de Oftalmología. Estos cambios suelen ser temporales, pero es importante saber cómo puede afectar el estrés a los ojos, sobre todo si se padece glaucoma o una enfermedad de la superficie ocular como el ojo seco.
“La relación entre el estrés y los ojos no se conoce del todo, pero esto es lo que sabemos: Cuando nos sentimos estresados, nuestro cuerpo libera unas hormonas llamadas cortisol y adrenalina. Estas hormonas preparan al organismo para responder a las amenazas percibidas. Puede que lo reconozca como la reacción de “lucha o huida”. La adrenalina, por ejemplo, hace que nuestras pupilas se dilaten para que podamos ver más claramente las posibles amenazas”, explicó la Academia.
Con el tiempo, unos niveles elevados de estas hormonas pueden provocar presión ocular elevada, sensibilidad a la luz, espasmos oculares, tensión ocular y visión borrosa, entre otros efectos.
Se pueden generar retrasos en el desarrollo infantil
Uno de los últimos estudio se publicó en la revista JAMA Pediatrics y reveló que la cantidad de tiempo que los niños de un año pasan frente a una pantalla está relacionada con retrasos en el desarrollo. Este hallazgo fue realizado por investigadores de la Universidad de Tohoku, con colaboradores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Hamamatsu, Japón.
La investigación examinó a 7.097 parejas madre-hijo participantes. La exposición de cada niño a la pantalla se evaluó mediante cuestionarios de los padres, que abarcaban el visionado de televisores, pantallas de videojuegos, tabletas, teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos con pantallas visuales.
Los niños del estudio estaban divididos casi por igual entre niños (51,8%) y niñas (48,2%). Su exposición a la pantalla se asignó a las categorías de menos de una hora (48,5% de los sujetos), de una a menos de dos horas (29,5%), de dos a menos de cuatro horas (17,9%), y cuatro o más horas (4,1%).
En el caso de los niños de dos años, el aumento del tiempo frente a la pantalla al año de edad se asoció con retrasos en el desarrollo en todos los ámbitos, excepto en la motricidad gruesa. Sin embargo, a los cuatro años, el aumento del tiempo frente a la pantalla se asoció con retrasos en el desarrollo sólo en los ámbitos de la comunicación y la resolución de problemas.
Una dificultad que existe es que pocas personas son conscientes del impacto del tiempo sobre las pantallas en la visión. La Encuesta Nacional sobre Salud Infantil del Hospital Infantil C.S. Mott de la Universidad de Michigan en los Estados Unidos encontró que sólo la mitad de los padres reconocen que el tiempo frente a la pantalla tiene un impacto importante en la salud ocular de sus hijos.
“Muchos padres pueden no ser conscientes de los problemas de salud a corto y largo plazo relacionados con el exceso de tiempo frente a la pantalla, incluido su efecto sobre los ojos de los niños”, dijo la codirectora de la encuesta, Sarah Clark.
“Nuestros hallazgos sugieren que algunos padres pueden tener percepciones inexactas de las actividades que afectan a la salud ocular y la visión de sus hijos y cómo minimizar los riesgos.”
El informe, representativo a escala nacional, se basó en las respuestas de 2.002 padres de niños de entre 3 y 18 años encuestados en abril. La encuesta se hizo al considerar que la combinación de un mayor tiempo frente a la pantalla y menos tiempo al aire libre pueden exponer a los niños a un mayor riesgo de desarrollar miopía. La tasa de miopía infantil ha aumentado drásticamente en los últimos 30 años.
Menos de un tercio de los padres afirmaron que sus hijos llevan gafas que bloquean la luz azul de los dispositivos. Aunque la cantidad de luz azul no daña los ojos, puede afectar a los ritmos circadianos y dificultar que los niños concilien el sueño. Los expertos recomiendan que los niños dejen de utilizar pantallas con luz azul al menos una hora antes de acostarse.
Puede aumentar el riesgo de espasmos acomodativos y ojo seco
En España, siete de cada diez personas consideran que la vista les hace disfrutar más de la vida. Sin embargo, el estado de visión de la población recibe un “aprobado justo de un 5,22″, según el III Barómetro del Bienestar Ocular, un estudio que alertó del efecto del estrés y la exposición las pantallas en los ojos.
El trabajo fue llevado a cabo con más de 1.000 encuestas por los centros oftalmológicos Miranza. Se encontró que la mayoría de encuestados (75 %) percibe su salud ocular como “razonable”, el porcentaje desciende al 3 % si solo se considera a los que opinan que es “buena o excelente”.
El oftalmólogo Alió del Barrio advirtió sobre los efectos de la ansiedad y el estrés en la vista, ya que, además de provocar alguna patología como la serosa central, que afecta a la retina, comportan un mayor riesgo de sufrir diabetes, problemas del sueño, trastornos alimenticios y migrañas.
Estos problemas repercuten en la visión y empeoran procesos como el ojo seco. “Es un círculo vicioso”, opinó del Barrio. Señaló que los efectos de las pantallas aumentan la miopía infantil, los espasmos acomodativos especialmente entre las personas con presbicia o vista cansada, y el ojo seco, sobre todo con la menopausia. Los espasmos mencionados suelen producirse cuando una persona está sometida a estrés o cuando está leyendo durante un largo período de tiempo.
Además, para tratar el ojo seco, que es un problema que está muy relacionado con la falta de parpadeo frente a las pantallas, la doctora Itziar Martínez-Soroa, jefa de la sección de oftalmología, superficie ocular, córnea y cristalino en el Hospital Universitario Donostia en España, aconsejó hacer una consulta y obtener un diagnóstico preciso. “Se trata de una enfermedad multifactorial, que requiere un abordaje personalizado más allá de las lágrimas artificiales”.
El doctor Germán Bianchi, médico oftalmólogo, jefe de trasplante de córnea, cirugía refractiva y cataratas, en Clínica Nano, sostuvo por su parte que los períodos prolongados de tiempo frente a una pantalla conducen a que los ojos se cansen y causar dolores de cabeza. “La regla 20-20-20 es una manera fácil de evitar que esto suceda, consiste en mirar algo a 20 pies (6 o 7 metros) de distancia durante 20 segundos cada 20 minutos. Y parpadear con frecuencia para mantenerlos húmedos. Está demostrado que las personas que pasan más de 6 horas al día frente a una pantalla tienen más probabilidades de padecer ojo seco, una patología que puede generar una sintomatología muy molesta y, además, afectar la visión”, expresó.
Y siguió: “En la infancia (y no en los adultos), el globo ocular está en desarrollo y, en estos casos, aumenta el largo axil. O sea, el ojo se hace más alargado y se favorece a que la imagen cercana quede bien enfocada en la retina. Entonces, el cerebro “está contento” porque logra modificar el tamaño del ojo para mejorar la visión que entiende que es la más importante (la cercana), pero se va perjudicando para ver de lejos, o sea, a partir de los 2 metros”
Bianchi explicó que se recomienda alternar actividades de visión cercana con lejana. “Con la pandemia por COVID, millones de niños estuvieron recluidos y con clases virtuales, mientras que los adultos recurrieron al homeoffice, y ya se estima que patologías como miopía y ojo seco se han disparado en los últimos años”, dijo.
Por otra parte, Bianchi sostuvo que se han encontrado datos claros que sugieren que la luz natural también podría ejercer un factor protector para el desarrollo de la miopía y, a la inversa, la luz azulada de las pantallas, exacerbarla. “Si bien esto no es nuevo, en las últimas 3 décadas del siglo XX, se comenzó a enfatizar sobre la importancia de grandes ventanales en las escuelas, algo que en la actualidad se sigue manteniendo”, dijo.
Y siguió: “Cuando se emplean de noche, luego de la cena o, peor aún, en la cama, la luz azulada altera el ritmo circadiano, que es el ciclo que rige las actividades orgánicas del sueño y de la vigilia. El organismo cuenta con un “sensor” localizado también en la cabeza, la glándula pineal, encargada, principalmente, de la secreción de melatonina, habitualmente, en horas nocturnas. Ésta preparará muchos acontecimientos importantes del organismo durante el descanso, pero la luz, y sobre todo la azulada, inhibe su liberación, afectando el proceso fisiológico del sueño. Por el momento, la sugerencia es dejar de usar el celular o la tablet al menos una hora antes de ir a dormir”.
Por otra parte, “tampoco hay que frotarse los ojos porque se los puede irritar y dañar los vasos sanguíneos e, incluso, producir lesiones en la córnea, además de empeorar los eventuales síntomas existentes. En la misma dirección, constantemente, las manos recogen microorganismos que no necesitan estar cerca de los ojos, pero pueden llegar a ellos. Por eso, hay que asegurarse de que estén limpias si se necesita tocarse los ojos”, cerró el experto.