Entre las personas que tienen esclerosis múltiple puede haber notables diferencias. Algunas necesitan de la ayuda de una silla de ruedas para movilizarse después de 5 años de haber recibido el diagnóstico. Otras, en cambio, pueden seguir corriendo maratones después de 15 años de conocer que tienen la enfermedad.
Esa variedad ha llamado la atención a científicos y médicos que investigan y atienden a los pacientes con esclerosis múltiple, un trastorno que afecta a 3 millones de personas en el mundo y tiene impactos sanitarios, sociales y económicos significativos.
Un grupo de investigadores de 70 instituciones de diferentes países se puso a buscar una respuesta y la encontró. Descubrieron la primera variante genética asociada a una progresión más rápida de la enfermedad, que puede reducir la movilidad y la independencia de los pacientes con el paso del tiempo.
El hallazgo, a partir de un estudio observacional con más de 22.000 pacientes, se publicó en la revista Nature. Fue liderado por el científico argentino Sergio Baranzini, que trabaja en la Universidad de San Francisco, en los Estados Unidos, y Stephen Sawcer, de la Universidad de Cambridge, en el Reino Unido.
Cómo comienza la esclerosis múltiple
La esclerosis múltiple se produce como resultado de un ataque erróneo del sistema inmune al cerebro y a la médula espinal. Da lugar a brotes con síntomas -que se conocen como “recaídas” y a una degeneración a más largo plazo, conocida como “progresión”.
Los síntomas incluyen la pérdida del equilibrio, los calambres, la sensación anormal en cualquier área del cuerpo, los problemas para mover los brazos o las piernas, para caminar, con la coordinación y haciendo pequeños movimientos, la visión doble, los movimientos rápidos e incontrolables de los ojos y la pérdida de la visión, entre otros.
En diálogo con Infobae, el doctor Baranzini comentó que “la mayoría de los pacientes con esclerosis múltiple desarrolla el tipo remitente-recurrente, que se manifiesta con exacerbaciones periódicas al azar. Luego de un período variable (por lo general años), esos pacientes desarrollan el tipo secundaria progresiva, en las que no hay exacerbaciones evidentes, pero el deterioro es gradual y continuo”. Además, un bajo porcentaje de pacientes desarrolla el tipo progresivo desde el principio. Se conoce como “esclerosis múltiple primaria progresiva”.
Una vez diagnosticados, “nadie sabe con qué velocidad se desarrollará el deterioro neurológico. Al tener en cuenta la gran variabilidad entre paciente y paciente, nos preguntábamos si esa característica estaba genéticamente determinada, aunque fuese en parte”, comentó.
Cuando no se tiene ningún gen candidato para estudiar, se recurre a un estudio de asociación del genoma completo. Los investigadores decidieron entonces realizar ese tipo de investigación. Buscaron millones de variantes genéticas en cada individuo. Luego se hizo un estudio estadístico para ver si alguna de las variantes estaba asociada con la severidad.
Estudios anteriores ya habían demostrado que el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple se deriva en gran parte de la disfunción del sistema inmune. También se había demostrado que parte de esa disfunción puede tratarse y así se enlentece la enfermedad. Pero estos factores de riesgo no explicaban la progresión más rápida en algunos pacientes.
Los científicos de las 70 instituciones -incluyendo el Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña y Hospital Universitario Valle de Hebrón, en España- examinaron más de siete millones de variantes genéticas y detectaron una que se encuentra asociada a una progresión más rápida de la enfermedad. La variante se sitúa entre dos genes sin relación previa con el trastorno, que se llaman DYSF y ZNF638.
El primero interviene en la reparación de las células dañadas y el segundo ayuda a controlar las infecciones virales. La proximidad de la variante a estos genes sugiere que pueden estar implicados en la progresión de la enfermedad. Estos genes están normalmente activos en el cerebro y la médula espinal, más que en el sistema inmune. De acuerdo con Adil Harroud, coautor del estudio y ex investigador postdoctoral en el Laboratorio Baranzini, el hallazgo sugiere que “la resistencia y la reparación en el sistema nervioso determinan el curso de la progresión de la esclerosis y que deberíamos centrarnos en estas partes de la biología humana para mejorar las terapias”.
Para Baranzini, el descubrimiento de la variante genética puede cambiar el rumbo en el tratamiento de muchos pacientes en el futuro. Consideró que “es relevante desde el punto de vista genético, clínico y terapéutico”.
Desde el punto de vista de la genética, “es la primera vez que se detecta una asociación con severidad. Antes, se conocían 236 asociaciones con el riesgo de manifestar la enfermedad”, precisó.
Desde la perspectiva clínica, ahora se sabe que aquellas personas que tienen dos copias de esa variante pueden necesitar un bastón para caminar casi 4 años antes que aquellos que no la poseen.
En cuanto al desarrolla de terapias, el hallazgo también tiene su mérito. “La variante que identificamos modificaría la expresión de genes del sistema nervioso central, en contraste con las variantes de susceptibilidad, que en su gran mayoría afectarían el sistema inmune. Si bien, muchas terapias actualmente controlan la etapa inflamatoria de la enfermedad, ninguna es efectiva contra el deterioro neurológico subsecuente. Por eso, este descubrimiento podría iniciar una nueva línea de terapias dirigidas a controlar la progresión neurológica”, resaltó Baranzini en la entrevista con Infobae.
“Los estudios genéticos anteriores demostraban predisposición a desarrollar la enfermedad y estaban basados fundamentalmente en la respuesta inmunológica e inflamatoria. También todos los factores que se pensaban que condicionaban la progresión de la enfermedad (y por lo tanto la discapacidad) eran ambientales. Uno de ellos es el tabaquismo. Este nuevo estudio publicado en Nature evaluó factores genéticos relacionados con la gravedad y por ende con las posibilidades de determinar mayor discapacidad en los pacientes”, dijo Jorge Correale, jefe del Servicio de Neuroinmunología y Enfermedades Desmielinizantes de FLENI, en Argentina.
“Los hallazgos genéticos se correlacionaron con la evolución clínica prospectiva de esos pacientes, pero también con lesiones observadas en material de autopsia que evidenció los hallazgos esperables durante la progresión de la enfermedad”, afirmó. También el experto destacó que “los datos genéticos identificaron los logros educativos como un factor de protección. Eso significa que es importante la reserva neurocognitiva de los pacientes en la evolución de su enfermedad”.
Para el doctor Correale, identificar factores que impactan en el desarrollo de la enfermedad -como la variante genética que se descubrió– podría ser un blanco terapéutico. Además, podría ser útil para determinar los factores pronósticos de progresión. Se podría considerar que los pacientes con la variante deberían recibir tratamientos más agresivos para evitar la progresión de la enfermedad. Sin embargo -señaló-, aún no se sabe si los tratamientos actuales en estos pacientes serán adecuados.
“El trabajo es importante ya se que incluyeron a más de 22.000 pacientes. Abre esperanzas porque se podría considerar a la nueva variante para predecir la severidad en los pacientes y decidir los tratamientos de manera más temprana y cuidar la reserva cognitiva y la calidad de vida”, opinó la doctora Adriana Carrá, jefa del área de Enfermedades Desmielinizantes del Hospital Británico de Buenos Aires y directora médica de la organización Esclerosis Múltiple Argentina (EMA), quien no participó en el estudio internacional.
La experta consideró -al ser consultada por Infobae- que el hallazgo “ayudará también para llevar adelante una hoja de ruta que se consensuó recientemente para buscar curas para la esclerosis múltiple”.
Esa hoja de ruta fue difundida semanas atrás por organizaciones de Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Italia, Reino Unido y la Federación Internacional de Esclerosis Múltiple. Consiste en un compromiso colectivo con una estrategia mundial de investigación para abordar mejor el trastorno. Se evitarán duplicaciones de estudios, y será un modo de acelerar la investigación.
Para hacer todo el estudio publicado en Nature, contaron con subsidios de los Institutos Nacionales de Salud / Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Ataques Cerebrovasculares de los Estados Unidos, el Programa de Financiación de la Investigación y la Innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea, y la Sociedad de Esclerosis Múltiple de Canadá.
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