La dinámica entre la apoplejía y el sueño, medida tanto en cantidad como en calidad, es compleja. La investigación ha demostrado ampliamente que la falta de sueño o dormir más de 9 horas al día puede aumentar el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Tener un derrame cerebral también puede causar cambios en los patrones de sueño.
Dado el enorme impacto de los accidentes cerebrovasculares en la salud pública mundial, comprender mejor sus conexiones con los trastornos del sueño no podría ser más importante. De hecho, en su informe del año pasado la Organización Mundial de la Salud (OMS), indica que el riesgo de desarrollar un accidente cerebrovascular a lo largo de la vida ha aumentado en un 50% en los últimos 17 años y ahora se estima que 1 de cada 4 personas sufre uno en su vida.
Ahora, un nuevo estudio dirigido por un equipo de investigación de la Facultad de Medicina de Ottawa ahonda en la prevalencia de los trastornos del sueño en adultos en busca de posibles asociaciones con una apoplejía, una de las principales causas de muerte o discapacidad que ocurre cuando se bloquea el suministro de sangre a una parte del cerebro o un hemorragias en los vasos sanguíneos del cerebro.
Sus hallazgos podrían ayudar al seguimiento de intervenciones precisas en más casos. Recientemente publicado en el Canadian Medical Association Journal (CMAJ), el estudio ha revelado que casi dos tercios de las personas con accidente cerebrovascular muestran síntomas de trastornos del sueño.
Y que quienes vivían con los efectos de una apoplejía tenían hasta 7 veces más probabilidades de reportar múltiples problemas de sueño en comparación con la población general. Eso es importante porque las pautas actuales para la atención de accidentes cerebrovasculares solo mencionan brevemente los problemas del sueño en el contexto de la fatiga posterior a un ictus.
Matthew Jeffers, especialista de la Escuela de Epidemiología y Salud Pública de la Facultad, primer autor del estudio, afirma que “se necesita una mayor conciencia, orientación para el tratamiento e investigación sobre cómo manejar los problemas del sueño en el contexto de un ictus, considerando que estos trastornos afectan a la mayoría de las personas con apoplejía. Nuestro objetivo general para los médicos en el entorno de atención primaria es aumentar su conciencia sobre la gran cantidad de pacientes con accidentes cerebrovasculares que presentan síntomas de trastornos del sueño. Dado lo común que es esto, puede valer la pena que los doctores consideren la detección de trastornos del sueño subyacente en pacientes con un ictus”.
Riesgos del mal dormir
Para completar este estudio, el equipo de investigación empleó varias técnicas estadísticas para un análisis transversal de la Encuesta de Salud de la Comunidad Canadiense (CCHS), una encuesta extensa y completa sobre el estado y los determinantes de salud de las personas incluidas en la base. Este recurso les dio una idea mucho mejor de cuán comunes son los problemas del sueño en la población que los estudios anteriores, que generalmente tienen tamaños de muestra pequeños.
“Descubrimos que casi dos tercios de las personas que informaron un accidente cerebrovascular también tenían al menos un tipo de trastorno del sueño, con un riesgo de trastornos del sueño de 1,3 a 2,2 veces mayor que la población general, según el tipo específico de trastorno. El riesgo de tener distintos problemas al dormir de modo concurrente fue de 1,9 a 7,4 veces superior”, firmó el científico.
Los especialistas hallaron que los trastornos del sueño fueron más frecuentes entre las personas que reportaron un accidente cerebrovascular que en la población general. El tipo de desbalance más común entre los que informaron un accidente cerebrovascular fue el sueño no reparador, mientras que el tipo mal sueño con efecto más alto para este grupo fue la dificultad para mantenerse despierto.
Este grupo tenía un riesgo significativamente mayor de tener más trastornos del sueño concurrentes que aquellos que no reportaron un accidente cerebrovascular, lo que refuerza la asociación potencial entre ambos.
En general, la interacción entre una apoplejía y el sexo o la edad no fue significativa, lo que indica que la calidad del sueño vinculada al accidente cerebrovascular fue similar para hombre y mujeres y a lo largo de la vida.
Jeffers sugirió que se necesitará más investigación para “estudiar grupos de pacientes en laboratorios del sueño para obtener una comprensión más completa y objetiva de la relación entre el accidente cerebrovascular y tipos específicos de trastornos del sueño, como la apnea del sueño y el insomnio “. El especialista también contó con la participación de Yue Chen, quien fue uno de varios coautores, sumó el análisis estadístico de Marie-Hélène Roy-Gagnon y el apoyo de los supervisores de su Facultad, Dean Fergusson y Manoj Lalu.
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