Las proposiciones anecdóticas de que la música es especial como clave de memoria han sido respaldadas parcialmente por investigaciones que demuestran que puede evocar recuerdos autobiográficos cualitativamente distintos a otras claves sonoras. Sin embargo, se desconoce si tales disparidades en las cualidades de la memoria pueden atribuirse a diferencias inherentes en las propiedades de las señales de recuperación.
Cuando uno está caminando por una calle concurrida de camino al trabajo y se encuentra un músico callejero que toca una canción que no se ha escuchado en años, de pronto, en lugar de permanecer en el momento y percibir todo lo que sucede en la ciudad, se revive mentalmente la primera vez que se escuchó la canción. Esa pieza musical lleva directamente a donde se estaba, con quién y los sentimientos asociados con ese recuerdo.
Esta experiencia, cuando la música trae recuerdos de eventos, personas y lugares de nuestro pasado, se conoce como memoria autobiográfica evocada por la música. Es una experiencia común. A menudo ocurre como un recuerdo involuntario. Es decir, que no se hace ningún esfuerzo por tratar de recordar esos recuerdos, simplemente vienen a la mente espontáneamente.
Una investigación reciente que acaba de publicarse en la Revista de Investigación Aplicada en Memoria y Cognición ha comenzado a descubrir por qué la música parece ser una buena señal para invocar recuerdos. En primer lugar, tiende a acompañar muchos eventos distintivos de la vida, como bailes de graduación, bodas y funerales, por lo que puede desempeñar un papel importante para volver a conectar con estos momentos autodefinitivos.
También suele captar la atención, debido a la forma en que afecta la mente, el cuerpo y las emociones. Cuando la música atrae nuestra atención, aumenta la probabilidad de que se codifique en la memoria junto con los detalles de un evento de la vida. Y esto significa que puede servir como una pista efectiva para recordar este evento años después.
Buenos y malos recuerdos
En una investigación reciente, Kelly Jakubowski, especialista de la psicología de la música de la Universidad de Durham descubrieron que la naturaleza emocional de una pieza musical es un factor importante en la forma en que sirve como clave para la memoria. “Comparamos la música con otras señales de memoria emocional que un gran grupo de participantes había calificado como transmisoras de la misma expresión emocional que los extractos musicales que usamos -relata-. Esto incluía comparar la música con sonidos emocionales, como los ruidos de la naturaleza y de una fábrica, y palabras que pueden transmitir reacciones emocionales, como dinero y tornado”.
Cuando se comparó con estas señales emocionalmente combinadas, la música no provocó más recuerdos que las palabras. Pero lo que sí encontraron los científicos fue que la música evocaba recuerdos positivos de manera más consistente que otros sonidos y palabras emocionales. Este fue especialmente el caso de los estímulos emocionales negativos. Específicamente, la música triste y que revela enojo evocaba más recuerdos positivos que los sonidos o palabras del mismo tipo.
“Da la sensación, entonces, que la música parece tener la capacidad de reconectarnos con momentos emocionalmente positivos de nuestro pasado. Esto sugiere que el uso terapéutico de la música puede ser particularmente fructífero”, señala Jakubowski.
La familiaridad de una pieza musical también juega un papel de valor. En otro estudio reciente realizado por el mismo equipo descubrieron que la música más familiar evoca más recuerdos y los trae a la mente de manera más espontánea. “Entonces -sigue Jakubowski-, parte de la razón por la cual la música puede ser una pista más efectiva para los recuerdos que, por ejemplo, nuestra película o nuestro libro favoritos, es que normalmente nos volvemos a conectar con las canciones a lo largo de nuestra vida en comparación con otros estímulos.
Las situaciones en las que se escucha música también pueden influir. Investigaciones anteriores muestran que es más probable que los recuerdos involuntarios regresen durante las actividades en las que la mente está libre para pensar en el pasado. Estas actividades tienden a no ser exigentes en términos de la atención e incluyen cosas como ir al trabajo, viajar, hacer las tareas del hogar y relajarse.
“Este tipo de actividades se alinean casi perfectamente con las registradas en otro estudio en el que les pedimos a los participantes que llevaran un diario y anotaran cuándo la música evocaba un recuerdo, junto con lo que estaban haciendo en el momento en que sucedió -cuenta Jakubowski-. Descubrimos que las actividades diarias que a menudo van de la mano con escuchar música tienden a generar más recuerdos involuntarios en primer lugar. Esto contrasta con otros pasatiempos, como mirar televisión, que pueden requerir que nuestra mente esté más enfocada en la actividad en cuestión y, por lo tanto, es menos probable que deambule por escenarios de nuestro pasado”.
Según los especialistas, la música no solo es buena para evocar recuerdos, sino que también los momentos en los que es más probable que se escuche música son aquellos en los que la mente, naturalmente, es más proclive a divagar de todos modos.
La música también está presente durante muchos eventos de la vida que son distintivos, emocionales o autodefinitivos, y este tipo de recuerdos tienden a recordarse más fácilmente. “De hecho, el poder de la música para conectarnos con nuestro pasado muestra cómo la música, los recuerdos y las emociones están todos vinculados, y parece que ciertas canciones pueden actuar como una línea directa con nuestro yo más joven”, concluye Jakubowski.
La investigación también contó con la participación de Tuomas Eerola, profesor de cognición musical en la Universidad de Durham, Reino Unido.
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