Si estás luchando contra los síntomas de la perimenopausia, el sexo puede ser lo último en lo que pienses. Deslizarse entre las sábanas adquiere un significado totalmente nuevo cuando las noches están dominadas por horribles sudores, mientras que la caída de los niveles de estrógeno que causa la menopausia también puede hacer que las relaciones sexuales sean más dolorosas.
Según una encuesta reciente de la marca de bienestar OTO, las áreas de la vida de las mujeres más afectadas por la menopausia son la confianza en la apariencia (33%), el bienestar mental (29%) y el sexo (27%). Pero la ayuda puede estar al alcance de la mano.
Las investigaciones sugieren que el orgasmo femenino puede estimular al cuerpo para que libere un cóctel de hormonas del bienestar que podrían ayudar a aliviar algunos de los síntomas de la menopausia. Un estudio de 2009 sobre 40 mujeres premenopáusicas publicado en The Journal of Sexual Medicine descubrió que los niveles de estrógeno aumentaban y los de cortisol, la hormona del estrés, disminuían en respuesta a los estímulos sexuales.
En diálogo con The Telegraph, Tania Adib, ginecóloga asesora del Hospital Lister, perteneciente a HCA Healthcare UK, afirmó: “El orgasmo envía señales al cerebro que provocan la liberación de oxitocina, la hormona del bienestar, y dopamina”. Aunque el jurado aún no se ha pronunciado, hay datos que indican que podría provocar un pico de estrógenos”.
El estímulo que nos dan estas hormonas del bienestar podría ayudarnos a aliviar los síntomas de la menopausia, como el insomnio y los sofocos. En esa línea, la doctora Susanna Unsworth, médica de cabecera y asesora de salud femenina de Intimina, fabricante de productos de higiene femenina, afirmó: “Tener un orgasmo aumenta la dopamina y la serotonina, y estas hormonas tienen funciones que se interrelacionan. A veces recetamos medicamentos que aumentan los niveles de serotonina para aliviar los síntomas de la menopausia, sobre todo los sofocos. Ésa es potencialmente una de las maneras en que tener un orgasmo podría ayudar”.
Además, según Matthews, hay estudios que indican que los orgasmos pueden reducir la tensión arterial a largo plazo. Y añadió: “Un orgasmo nocturno puede ayudar a conciliar el sueño porque aumenta la liberación de vasopresina, que a su vez aumenta la melatonina. También es un analgésico natural”. La vasopresina es una hormona antidiurética que interviene en la regulación del ritmo circadiano y la melatonina es una hormona que ayuda a controlar el ciclo del sueño.
Por su parte, la doctora Shahzadi Harper, médica de cabecera y especialista en menopausia de The Harper Clinic, indicó: “Los orgasmos no sólo proporcionan una sensación de bienestar, sino que también ayudan a fortalecer los músculos del suelo pélvico y a mantener la anatomía vulvo-vaginal. A menudo digo: ‘Úsalo o piérdelo’: si no somos sexualmente activas, la vagina puede contraerse”.
Ése es el quid de la cuestión: aunque los orgasmos pueden ser una droga milagrosa en sí mismos, no hay duda de que el sexo en la mediana edad es una situación complicada, no sólo por la caída de la libido, sino también porque las mujeres pueden tardar más en tener un orgasmo.
“Cuanto más se practica el sexo, más apetece, y cuanto menos se practica, menos apetece”, detalló Matthews. “Si tenés sequedad y de repente te sentís incómoda al practicar sexo, eso va a tener un gran impacto en tu capacidad de llegar al orgasmo. Además, alrededor del clítoris hay flujo sanguíneo y terminaciones nerviosas que, con la edad, pierden sensibilidad y capacidad de respuesta”.
Pero hay soluciones. La realidad es que, si nuestro cuerpo ya no produce estrógenos, vamos a necesitar ayuda para sustituirlos. “El sexo y la respuesta sexual pueden hacer cosas increíbles: el sexo habitual puede regular un ciclo irregular, por ejemplo”, explicó Matthews. “Y puede influir en el eje cerebro-ovario, pero sólo mientras se produce estrógeno. Después, ningún orgasmo va a hacer que lo produzcas, a menos que lo tomes externamente”.
“Lo primero que yo haría es probar la Terapia Hormonal Sustitutiva sistémica, que a diferencia de la píldora no afectará a la libido. Si no puedes tomar TRH, entonces prueba un producto de estrógeno vaginal, que es clave para los orgasmos vaginales. Un especialista puede recetarte algo llamado ‘Scream Cream’ -crema de DHEA- que puede potenciar la respuesta del clítoris y los orgasmos”.
Adib está de acuerdo y explica: “Los dos tercios superiores de la vagina tienen receptores de estrógenos y el tercio inferior y la vulva tienen predominantemente receptores de testosterona. Un tratamiento como Vagifem -que contiene estradiol, una forma de estrógeno- a menudo sólo trata la parte superior de la vagina y no la sequedad de la entrada o de la vulva. Mientras que la DHEA trata toda la vagina. Esta crema se elabora a partir de la dehidroepiandrosterona, una hormona que puede convertirse en estrógeno y testosterona en el organismo”.
Por otra parte, las mujeres que sufren de libido baja pueden beneficiarse de los análisis de testosterona y gel transdérmico a las mujeres con bajo deseo sexual relacionado con la menopausia que no se benefician de la terapia de reemplazo hormonal estándar con estrógenos. El gel de testosterona puede tomarse como parte de la terapia de reemplazo hormonal, pero es aconsejable consultarlo antes con el médico.
Los expertos también aconsejan probar con un vibrador. “No es necesario tener una pareja para llegar al orgasmo. Los juguetes sexuales pueden ser buenos y pueden utilizarse de forma proactiva como dispositivo médico en el sentido de ayudar a fortalecer los músculos del suelo pélvico”, afirmó Harper.
Puede que te sorprendan los resultados. Paul Telford, fundador de los masajeadores íntimos Emotional Bliss, lleva 20 años investigando el orgasmo femenino. “Lo que hemos descubierto es que las mujeres menopáusicas necesitan más estimulación, y más gradual”, dijo.
Este año, Telford llevó a cabo un estudio no científico a pequeña escala con 30 mujeres, que utilizaron su masajeador tres veces a la semana durante las dos primeras semanas y después un mínimo de una vez a la semana, y registró su estado de ánimo y cualquier cambio físico. “Una mujer sufría sudores, dolores articulares y libido baja. A las tres o cuatro semanas de hacer el estudio se había apuntado a un gimnasio y su relación había vuelto a la normalidad. Es sólo un ejemplo”, concluyó.
Las pruebas son un recordatorio de que tener un orgasmo no es sólo cuestión de placer, sino que podría formar parte de una receta para una vida menos estresada.
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