Se despliegan a lo largo de todo el planeta a excepción de los dos polos y cabe decir que son inofensivas al contacto humano e incluso para otros tipos de plantas. No corren la misma suerte algunas crías de rata o lagartija, que cuando caen en las garras de una planta carnívora grande -pueden llegar a medir hasta 30 centímetros- es posible que experimenten un desenlace fatal.
Lo que no puede ocurrir es que coman carne humana o de un animal de tamaño mediano o grande que resulta ser el principal mito que rodea a estas especies, debido principalmente a la desinformación y también en parte a la icónica película de terror de 1960, The little shop of horrors (La pequeña tienda de los horrores).
Recientemente, en la serie El encargado, protagonizada por Guillermo Francella y disponible en Star+ desde el 26 de octubre, el personaje principal tiene una gran devoción por ellas y en varias escenas, se lo puede ver alimentándolas y hablándoles.
Las plantas carnívoras no se alimentan de animales grandes. Por el contrario, entre sus presas favoritas están las moscas e insectos pequeños. A diferencia de otras plantas, las carnívoras no obtienen sus nutrientes del Sol. Por el contrario, en lugar de realizar fotosíntesis, son capaces de cazar y atrapar a sus propias presas.
Con las fauces abiertas al Sol, las plantas carnívoras esperan pacientemente a su siguiente presa. Como no pueden treparse en árboles o movilizarse para cazar, sólo les queda esperar a que una mosca o algún insecto se acerque a ellas, con la intención de fertilizarlas. Por ello, se les considera depredadoras.
Según Pablo Picca, doctor en Biología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), “se trata de plantas que tienen adaptaciones en las hojas que les permiten capturar a diferentes animales. De esa manera, sacan los nutrientes de estas presas en vez de, por ejemplo, del suelo donde viven”.
“Todas las plantas poseen en sus tejidos clorofila y pueden hacer fotosíntesis para fabricar sus propios nutrientes y crecer. Pero las plantas carnívoras además tienen otros requerimientos nutricionales que satisfacen a través de la degradación de algunos pequeños insectos, artrópodos e incluso algunos animales pequeños que cazan con trampas”, explicó en diálogo con este medio el experto.
La International Carnivorous Plant Society (ICPS) las define como “plantas con flores depredadoras que matan animales para obtener nutrición de sus cuerpos. En general, documenta la rganización sin ánimo de lucro, las plantas carnívoras se alimentan de arañas, moscas, mariposas, crustáceos pequeños y otros insectos disponibles en su entorno. Buscando flores para polinizar, estos animales quedan atrapados en los filamentos de las plantas y ya no pueden escapar.
Para Picca, “resultan muy llamativas por sus trampas jarra, llenas de un líquido que atrae a los insectos. Los atraen, después los hacen resbalar y caer, y por último, las encimas hacen el resto del trabajo. Hay otras que tienen un mecanismo más violento de atrape, como las venus atrapamoscas, en las que las hojas se cierran y se pliegan cuando los insectos tocan sus pelos muy sensibles al tacto”.
Hasta ahora, según los registros del Natural History Museum en el Reino Unido, se conocen “630 especies de plantas carnívoras conocidas por la ciencia”. Ninguna de ellas tiene ni las dimensiones ni la intención de comer humanos, a diferencia de lo que se cree.
Aunque es cierto que hay plantas carnívoras que consumen lagartos o mamíferos pequeños, estas se encuentran principalmente en los trópicos, alejadas de los patios y jardines particulares, y por lo tanto, lejos del alcance humano. En su entorno natural, se les puede encontrar en “sitios húmedos y bajos en nutrientes, como ciénagas, pantanos, masas de agua, cursos de agua, bosques y sitios arenosos o rocosos”, documenta la institución británica.
Ahora, ¿qué pasa si un humano toca a una planta carnívora? En realidad, no mucho: para pesar de la ciencia ficción, no tienen las dimensiones ni las capacidades para ingerir humanos completos.
Por eso, también, es seguro tenerlas en casa como plantas de adorno o decorativas. “Si bien su aporte puede ser limitado, uno de los beneficios de contar con ellas en casa es que ayudan con la tarea de acabar con los insectos”, concluyó el experto de la UBA.
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