LUNES, 25 de noviembre de 2024 (HealthDay News) -- Las personas del sur de California con exposiciones relativamente altas al humo de los incendios forestales durante una década también tenían unos riesgos significativamente más altos de demencia, advierte un estudio reciente.
De hecho, la contaminación por partículas finas creada por estos incendios parece estar más estrechamente relacionada con los problemas cerebrales que los contaminantes similares de las fábricas y los gases de escape de los automóviles, anotaron los investigadores.
A largo plazo, cada aumento de un microgramo por metro cuadrado de contaminación atmosférica generada por los incendios forestales "se asoció con un aumento del 18 por ciento en las probabilidades de diagnóstico de demencia", concluyó un equipo dirigido por Joan Casey. Es profesora asociada de ciencias ambientales y de la salud ocupacional en la Universidad de Washington, en Seattle.
El nuevo estudio observó los datos de salud de más de 1.2 millones de miembros del sistema de salud Kaiser Permanente del Sur de California. Se realizó un seguimiento de los participantes durante los años 2008 a 2019.
El equipo de Casey correlacionó los cambios en la salud neurológica de cada miembro con las exposiciones a los incendios forestales locales. Estos incendios han ido en aumento en el sur de California en los últimos años debido al cambio climático.
Los investigadores observaron específicamente un contaminante en el aire llamado PM 2.5. Es un producto de la combustión que es tan pequeño que puede penetrar profundamente en los pulmones, e incluso se cree que es capaz de cruzar la barrera protectora del cerebro y la sangre.
Los estudios sobre las PM 2.5 generadas por la industria o los vehículos motorizados han mostrado durante mucho tiempo que están "asociadas con la demencia incidente", anotaron los investigadores.
¿Serían diferentes las PM 2.5 generadas por los incendios forestales?
Según los resultados del estudio, podría ser mucho más perjudicial para el cerebro que otras formas de PM 2.5.
Aunque la alta exposición a largo plazo a las partículas de los incendios forestales aumentó las probabilidades de demencia en un 18 por ciento, las exposiciones similares a las PM 2.5 generadas por otras fuentes aumentaron el riesgo de las personas en apenas un 1 por ciento, calcularon los investigadores.
De los más de 1.2 millones de californianos cubiertos por el estudio, ciertos grupos parecían estar en particular riesgo.
Las personas que tenían menos de 75 años cuando entraron en el estudio parecían más propensas al daño cerebral relacionado con el humo en comparación con las personas mayores, y las personas que vivían en áreas más pobres también se enfrentaban a un mayor riesgo de demencia relacionada con el humo de los incendios forestales.
¿Por qué la pobreza marcaría la diferencia?
Como explicaron los investigadores, se aconseja a las personas que permanezcan en el interior siempre que el humo de los incendios forestales nuble el aire, pero las familias más pobres podrían tener "viviendas de menor calidad [que] podrían aumentar la infiltración de humo". También podrían no poder permitirse unos costosos dispositivos de filtrado de aire, apuntó el equipo de Casey.
La pobreza y la raza con frecuencia se interconectan, así que el hallazgo de que el vínculo entre el humo de los incendios forestales y la demencia era más fuerte entre los participantes negros e hispanos, en comparación con los blancos, no fue sorprendente, añadieron los autores del estudio.
Debido a las condiciones más cálidas y secas provocadas por el cambio climático, "los incendios forestales, que antes eran raros y estaban limitados geográficamente, ahora afectan regularmente a las poblaciones de EE. UU.", anotó el equipo de Casey.
Ayudar a prevenir estos incendios y proteger mejor a los residentes del humo cuando ocurren, "podría reducir los diagnósticos de demencia" en los próximos años, creen.
El estudio aparece en la edición del 25 de noviembre de la revista JAMA Neurology.
Más información
Obtén más información sobre el efecto de la contaminación del aire en el cerebro en la Universidad de Harvard.
FUENTE: JAMA Neurology, 25 de noviembre de 2024