ACV en mujeres y adultos jóvenes, una amenaza silenciosa que está en aumento

Los síntomas atípicos en las mujeres, el aumento en menores de 45 años y la influencia de la contaminación ambiental son algunos factores que no se tienen en cuenta al hablar de esta patología

Las drogas recreativas y el alcoholismo elevan el riesgo de hemorragia cerebral, pero poco se los considera (Getty)

Día Mundial del Accidente Cerebrovascular: aumentan los casos en jóvenes y mujeres

  • Uno de cada cuatro adultos mayores de 25 años tendrá algún tipo de accidente cerebrovascular (ACV).
  • El ACV aumenta en jóvenes por factores de riesgo como la obesidad y el consumo de drogas.
  • Las mujeres son subdiagnosticadas y tienen mayor riesgo de mortalidad y secuelas.

Lo esencial: cada 29 de octubre se celebra el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una fecha para recordar que una de cada cuatro personas mayores de 25 años tendrá un ACV en su vida. Este año, el mensaje de concientización se centra en la prevención a través de la actividad física, pero se destaca un fenómeno alarmante: el aumento del ACV en jóvenes y en mujeres. Investigaciones recientes muestran un incremento del 30% en la incidencia de ACV en menores de 45 años, vinculado al aumento de obesidad, diabetes, hipertensión y al uso de drogas recreativas. En mujeres, el diagnóstico de ACV es más difícil por síntomas atípicos y factores específicos como el uso de anticonceptivos, que aumentan el riesgo de ACV isquémico.

Por qué importa: el Día Mundial del ACV busca ampliar el enfoque tradicional en factores de riesgo y síntomas para incluir poblaciones de riesgo y secuelas menos visibles.

  • La tasa de ACV en jóvenes aumenta en paralelo a enfermedades modernas como obesidad y diabetes.
  • Las mujeres, con mayor riesgo de secuelas graves, suelen recibir diagnósticos erróneos en las “horas de oro”.
  • La atención en secuelas cognitivas y emocionales tras un ACV es clave para una recuperación integral.
El ACV es una emergencia médica tan grave como el infarto cardíaco o el traumatismo grave (Imagen Ilustrativa Infobae)

El 29 de octubre se conmemora el Día Mundial del Accidente Cerebrovascular (ACV), una fecha clave para promover la concientización sobre esta enfermedad que, cada año, afecta a millones de personas en todo el mundo. De manera general se dice que una de cada cuatro personas mayores de 25 años presentará alguna forma de ACV en el curso de sus vidas.

Como todos los años así como en otros días de concientización se utiliza una idea-fuerza y en este año es la de la actividad física en la prevención y así por ejemplo en nuestro medio se realizará una caminata.

Es habitual referirnos a los factores de riesgo, como hipertensión, sedentarismo, etc. y a la sintomatología y los diferentes tipos y regiones el cerebro que pueden ser afectadas, así como las consecuencias, pero, aunque la información sobre los tipos de ACV (isquémico y hemorrágico), sus síntomas comunes y factores de riesgo es ampliamente difundida en sucesivas campañas e informes, hay otros aspectos menos conocidos y abordados, pero igualmente importantes, que merecen atención.

Cuando el ACV se produce en personas jóvenes

Un reciente estudio indica un incremento del 30% en la incidencia de accidentes cerebrovasculares en jóvenes, considerados más vulnerables debido a sus hábitos poco saludables y causas ambientales

El ACV en jóvenes y adultos menores de 45 años es un fenómeno que, si bien sigue siendo menos frecuente que en la población de mayor edad, está en notable aumento. Es decir, si bien, tradicionalmente se ha considerado al ACV como una enfermedad casi exclusiva de personas mayores, datos de la práctica clínica, así como de la literatura científica de los últimos años de manera cada vez más frecuente muestran que un 10-15% de los ACV ocurren en personas jóvenes.

Un estudio publicado en la revista Stroke y en Annals of Neurology, mostraron que, en las últimas dos décadas, la tasa de ACV en adultos jóvenes ha aumentado en un 30%. El incremento acompaña al observado en otras enfermedades de la actualidad como el aumento de la obesidad, la diabetes tipo 2, la hipertensión, el uso de drogas mal llamadas recreativas como la cocaína y las anfetaminas y algo poco tomado en cuenta como el alcoholismo y especialmente las bebidas energizantes, que elevan todas significativamente el riesgo de hemorragia cerebral.

El subdiagnóstico del ACV en mujeres

Un segundo factor poco tomado en cuenta y difundido es el subdiagnóstico del ACV en mujeres. Esto parece acompañar la idea del “identikit” del ACV que es un hombre y de cierta edad. Esto a su vez es paradójico porque algo conocido es que las mujeres tienen es un mayor riesgo de mortalidad tras un ACV y mayores probabilidades de padecer secuelas incapacitantes a mediano y largo plazo, pero en muchos casos no reciben el diagnóstico correcto de la gravedad del cuadro en las “horas de oro” de la aparición de los primeros signos.

Los signos atípicos de ACV en mujeres fomentan diagnósticos erróneos, aumentando la mortalidad y las probabilidades de desarrollar secuelas severas según investigaciones recientes (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un trabajo en The Lancet “Diferencias en la evaluación y tratamiento del ictus según el sexo de los pacientes”, muestra que las mujeres tienen más probabilidades de presentar síntomas atípicos, como confusión, debilidad generalizada o dolor, en lugar de los clásicos como la debilidad de un lado del cuerpo o dificultad para hablar, etc.

Esto trae como consecuencia que se considere ese dolor, mareos o debilidad como algo ligado a otro diagnóstico y así han existido casos en que la paciente es regresada de la sala de guardia con un ibuprofeno, al no considerar a estos síntomas entre las posibilidades diagnósticas de un ACV, que es encontrado en una segunda consulta de urgencia.

Las mujeres tienen aparte factores específicos de riesgo que a veces no son considerados. El uso de anticonceptivos orales, la combinación de estos con tabaquismo, no indagar sobre el consumo de drogas recreativas o medicamentos popularizados “para adelgazar”, pero que en realidad son anfetaminas, entre otros, generan una combinación que aumenta de manera significativa el riesgo de un ACV isquémico en mujeres jóvenes. En relación a esto, el embarazo o el puerperio, diversos cambios hormonales generan cambios en el hemograma que incrementan el riesgo de trombosis, durante el embarazo.

Los efectos cognitivos, socioeconómicos y ambientales

Contaminación del aire impacta directamente en la incidencia de ACV

Los signos de alerta que se difunden hasta aquellos bajo formulas nemotécnicas que son de suma utilidad, son evidentes y reconocidos, sin embargo, los efectos cognitivos y/o emocionales suelen pasar desapercibidos tanto para los pacientes, sus familias e inclusive consultas de guardia. Esta situación se repite en las etapas posteriores a un ACV en las que los demarcadores de evolución a veces no consideran factores de este tipo.

Estudios demuestran que aproximadamente un 30% de pacientes que han sufrido un ACV experimentan diversos grados de deterioro cognitivo en los meses posteriores al episodio, con alteraciones de las diversas formas de memoria, en particular la ejecutiva, atención, etc. Al mismo tiempo, hay un alto porcentaje que desarrolla trastornos de tipo emocional, con fuerte ansiedad o una depresión particular de base orgánica, como la llamada depresión post-ACV, y que según un estudio de Stroke llegaría a ser entre el 30 y el 50%.

Este factor, padecer de una depresión con pérdida de motivación, entre otras, influye negativamente en su recuperación y dificulta, por ejemplo, su adherencia a programas de rehabilitación. A partir de esto el llamado a insistir en la necesidad de evaluar los temas psíquicos, emocionales, cognitivos y no solo los motores o del habla, como si los primeros fueran de menor importancia y gravedad o correlato inevitable dada la patología.

Patologías que pueden desencadenar o estar asociadas al padecimiento de un ACV son la diabetes, la obesidad y la hipertensión

Por último, un factor que forma parte de nuestra realidad y es el impacto de los factores socioeconómicos y ambientales. La vida en las ciudades y más aún en ámbitos donde la contaminación ambiental sea significativa está asociada a un mayor riesgo de ACV.

La llamada contaminación del aire a partículas finas (PM2.5) ha sido estudiada en ciudades y muestra la correlación con ACV ). A su vez otros estudios demostraron que aun disminuciones pequeñas en el porcentaje de partículas finas reducían de manera significativa la incidencia de ACV.

La incidencia de la temperatura también ha sido evaluada en otros estudios que mostraron correlación positiva, pero quizás el factor de las disparidades económicas son los que intervienen de manera central en esta patología, así como en otras, pero aumentada en casos en que el acceso a la salud y la concientización son bienes no considerados primordiales. Existe un menor acceso a la salud, pero en particular a la atención primaria y la evaluación y alerta preventivas.

Estudios demuestran que aproximadamente un 30% de pacientes que han sufrido un ACV experimentan diversos grados de deterioro cognitivo en los meses posteriores al episodio (Imagen Ilustrativa Infobae)

Al mismo tiempo, los factores nutricionales, y tóxicos ligados a los ambientales general generan un conjunto que muestra en estas poblaciones una mayor incidencia global de ACV. Patologías que pueden desencadenar o estar asociadas al padecimiento de un ACV como diabetes, obesidad, hipertensión cursan durante años inclusive en la infancia sin atención.

El Día Mundial del ACV es una oportunidad para concientizar y recordar los factores de riesgo y los signos de alerta temprana y la compresión de la importancia de las primeras horas en el tratamiento y de allí a las posibilidades de recuperación. También al mismo tiempo es una fecha para comenzar a agrandar el espectro de estos signos y considerar al ACV en personas jóvenes, el subdiagnóstico en mujeres, las secuelas cognitivas y emocionales, y el impacto de los factores socioeconómicos y ambientales como temas que deben entrar en la agenda de salud y que merecen una mayor atención, en particular la correlación entre diferentes formas de patologías psiquiátricas y el ACV tanto como factores desencadenantes como secuelares.

* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista

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