Un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Essex y la Universidad Anglia Ruskin, en el Reino Unido, identificó 14 genes que podrían estar relacionados con la capacidad del cuerpo humano para perder peso en respuesta al ejercicio.
Los resultados muestran que ciertas variaciones genéticas influyen en la forma en que cada persona reduce su masa corporal tras un programa de entrenamiento de resistencia.
Sin embargo, los investigadores destacan que esta no es una fórmula mágica contra la obesidad. Tal como subrayó consultada por Infobae la médica especialista en Medicina Interna y Nutrición y coordinadora del Grupo de Obesidad de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), Marianela Aguirre Ackermann (MN 151.867), “la predisposición genética no define el destino de una persona; los factores ambientales y el estilo de vida siguen siendo determinantes”.
Impacto de las variaciones genéticas en la pérdida de peso
Las diferencias genéticas entre individuos pueden influir de manera significativa en la efectividad de los programas de entrenamiento físico.
El estudio, publicado en la revista Research Quarterly for Exercise and Sport, demostró que los participantes con un mayor número de variaciones en los genes identificados lograron perder en promedio hasta cinco kilogramos, mientras que aquellos con menos variaciones apenas lograron reducir dos kilogramos de masa corporal.
Esto evidencia, según Aguirre Ackermann, que ciertos polimorfismos de un solo nucleótido (SNP), tal como se conoce al tipo de variación genética más común entre las personas, “pueden facilitar procesos metabólicos específicos durante el ejercicio, contribuyendo a una mayor pérdida de peso en algunas personas”.
En la misma línea, la médica integrante de los grupos de trabajo de Obesidad y de Cirugía Bariátrica de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN) y directora de posgrados en la Universidad Favaloro Ana Cappelletti (MN 76523) explicó a este medio que “el peso de una persona está influenciado por múltiples factores, más allá de los hábitos alimentarios o la actividad física. Cada individuo tiene un ‘punto de equilibrio’ o ‘set point’ psico-neuro-endocrino, que representa su peso natural, determinado por múltiples genes que se expresan, o no, según factores ambientales que influyen desde el útero materno”.
Según ella, “este entorno predispone a un peso que el cuerpo tiende a mantener mediante complejos mecanismos de regulación. La regulación del peso corporal es un proceso fisiológico complejo, con interacciones entre factores genéticos, ambientales, biológicos y conductuales que influyen en el equilibrio energético”.
Estos factores interactúan de manera única en cada persona, estableciendo un punto de referencia que el organismo defiende para mantener su peso de equilibrio natural.
¿En qué consistió el estudio y qué implicancia tienen los genes hallados en la pérdida de peso?
El estudio se realizó con 38 adultos de entre 23 y 40 años, divididos en dos grupos: uno de control y otro de ejercicio. Durante ocho semanas, el grupo de ejercicio realizó carreras de 20 a 30 minutos, tres veces por semana, mientras que el grupo de control se abstuvo de realizar actividad física. Al final del periodo, se realizaron pruebas de ADN para identificar variantes genéticas, enfocándose en aquellos SNP que podrían estar asociados con la pérdida de peso.
Uno de los genes que más llamó la atención fue el PPARGC1A, que codifica la proteína PGC-1-α , una clave reguladora del metabolismo energético. Según el estudio, la presencia de este gen en quienes perdieron más peso sugiere que juega un papel fundamental en la forma en que las células gestionan la energía.
“Identificaron variaciones en 14 genes que parecen influir en la pérdida de peso, pero el PPARGC1A es especialmente relevante por su papel en el metabolismo celular y la biogénesis mitocondrial”, explicó Aguirre Ackermann, para quien “los hallazgos indican que la combinación de estas variantes genéticas con el entrenamiento explicó el 62% de la variación observada en la pérdida de peso dentro del grupo de ejercicio”.
La importancia de los enfoques más personalizados en el tratamiento de la obesidad
Uno de los aspectos más relevantes que destacan los resultados del estudio es la necesidad de diseñar estrategias de pérdida de peso adaptadas a las características individuales de cada persona.
A pesar de que todos los participantes realizaron el mismo tipo de ejercicio, los resultados variaron significativamente entre ellos, lo que refuerza la idea de que no existe un enfoque único para todos. “El estudio confirma que los tratamientos y las recomendaciones deben adaptarse a las necesidades individuales -resaltó Aguirre Ackermann-. Un mismo programa de ejercicio no va a funcionar de la misma manera para cada persona”.
Esta personalización podría optimizar la efectividad de los programas de pérdida de peso, especialmente para quienes tienen una predisposición genética menos favorable.
Además, para Cappelletti, “las respuestas individuales al ejercicio físico y la alimentación varían considerablemente, ya que el cuerpo de cada persona procesa y adapta estos estímulos de manera distinta. La misma rutina de ejercicio o dieta puede generar diferentes efectos en el peso corporal y en la composición corporal dependiendo de la biología”.
“Los hallazgos del estudio refuerzan la necesidad de enfoques más personalizados en los programas de tratamiento de la obesidad -señaló Aguirre Ackermann-. No todas las personas responden de la misma manera al mismo tipo de ejercicio, por lo que (si bien aún no tenemos disponible para aplicarlo en la práctica) un conocimiento más profundo de las variaciones genéticas podría ayudar a diseñar programas de entrenamiento más efectivos según el perfil genético de cada persona, mejorando los resultados en la práctica clínica para los pacientes”.
Aplicaciones potenciales de la genética en la medicina personalizada
Los avances en la identificación de genes relacionados con la pérdida de peso podrían tener un impacto importante en el campo de la medicina personalizada .
Según Aguirre Ackermann, “estos descubrimientos permiten soñar con la posibilidad de desarrollar programas de entrenamiento diseñados específicamente para el perfil genético de cada paciente, lo que podría mejorar los resultados en la práctica clínica”. Esto sería especialmente valioso para tratar la obesidad, una condición que, de acuerdo con estudios previos, tiene un componente genético significativo, con una heredabilidad que se estima entre el 40% y el 70%.
Sin embargo, los investigadores enfatizan que estos conocimientos aún están en fase de investigación y que su implementación práctica podría tomar tiempo.
“La medicina de precisión, también conocida como medicina personalizada, se está perfilando como una de las grandes revoluciones en la atención de la salud en el futuro -consideró Cappelletti-. Al integrar datos genéticos, ambientales y de estilo de vida, podremos ofrecer tratamientos más efectivos y personalizados”.
En su mirada, “el futuro de la medicina de precisión no sólo se enfocará en lo genético, sino también en cómo los factores ambientales y el estilo de vida influyen en la salud”.
Aun así, la identificación de estos 14 “genes de la delgadez” abre nuevas puertas para comprender mejor la relación entre genética y pérdida de peso. Si bien todavía no se trata de una herramienta disponible para la práctica clínica generalizada, es un avance que subraya la complejidad del control del peso y la necesidad de enfoques integrales y personalizados.
En palabras de Aguirre Ackermann , “la genética es solo una pieza del rompecabezas, y el estilo de vida y la voluntad de cada persona siguen siendo fundamentales para alcanzar una mejor salud”.