Se estima que uno de cada tres tumores que se detectan en la Argentina es un cáncer de mama y cada año, más de 22 mil mujeres son diagnosticadas la enfermedad en la Argentina, según las estadísticas del Instituto Nacional del Cáncer. Estos números reflejan la incidencia de la afección y la posiciona como el tipo de cáncer más común entre la población femenina.
Pero como en todo problema de salud, detrás de cada diagnóstico, se esconde una historia de vida, un momento de conmoción y el inicio de un camino lleno de desafíos tanto físicos como emocionales.
En el Mes de Concientización sobre el Cáncer de Mama, la Sociedad Argentina de Mastología (SAM) organizó el 8 de octubre el encuentro “Compartiendo experiencias”.
En esta jornada se presentaron tres obras relacionadas con la enfermedad, que invitaron a los asistentes a reflexionar sobre las emociones y vivencias que atraviesan las pacientes durante el tratamiento. El objetivo fue humanizar la experiencia de la afección y permitir que cada persona conectara con sus sentimientos y con otros individuos que vivieron o se encuentran atravesando situaciones similares.
La humanización de la experiencia del cáncer de mama
El tratamiento del cáncer de mama se basa en la detección temprana y la elección de una estrategia terapéutica personalizada. En ese marco, en los últimos años surgió una tendencia hacia la humanización del abordaje de la enfermedad. Esta corriente busca acompañar a las pacientes no solo en el aspecto médico, sino también en el emocional. El objetivo se centra en que cada persona pueda expresar sus sentimientos, trabajar sus miedos y compartir experiencias con quienes vivieron procesos similares.
Según la doctora Carola Allemand (MN 114.058), mastóloga y miembro de la Sociedad Argentina de Mastología, este enfoque ofrece “una oportunidad de sentirse acompañadas y comprendidas en un momento de gran vulnerabilidad. Ver reflejados sus temores, incertidumbres y emociones en las historias de otras mujeres puede generar una sensación de pertenencia y aliviar el aislamiento emocional que muchas veces acompaña a un diagnóstico de cáncer”.
La reunión “Compartiendo experiencias” tuvo como eje las sensaciones vividas durante las distintas fases del cáncer de mama. Se expusieron tres obras que les permitieron a los participantes explorar sus sentimientos con respecto a la enfermedad, los libros actuaron como un “gatillo” para que cada persona conectara con sus propias emociones. Estos libros y fanzines, caracterizados por un fuerte impacto visual, se proyectaron durante el evento.
Entre los participantes se encontraban pacientes que aún transitan el cáncer, otras que ya superaron la enfermedad, y profesionales del área de la salud que las acompañaron. Una de las características especiales de la jornada fue que todos los presentes recibieron un cuaderno en blanco, el cual, a lo largo del encuentro, utilizaron para confeccionar su “libro” personal con las ideas y pensamientos que les generaban las interpretaciones de las obras.
María Elena Tixi, una paciente que viajó desde Mar del Plata para participar en la jornada, comentó: “Salí muy nutrida. Tuve la oportunidad de encontrarme con mujeres que hablamos el mismo idioma. Al escuchar a las expositoras contar sus cuentos, por dentro decía ‘soy yo, soy yo, esto me pasó a mí’. Una sensación increíble”.
Tixi fue diagnosticada con cáncer de mama tras descubrirse un bulto a fines del año anterior. En marzo, fue operada por la doctora Allemand, y desde entonces buscó diferentes formas de canalizar sus emociones. Al principio se centró en cumplir con el tratamiento, pero más tarde comenzó a asistir a talleres que le permitieron compartir su experiencia y acompañar a otras pacientes. Este tipo de encuentros, le ayudaron a sentirse menos sola y a conectar con otras mujeres que atravesaron procesos similares.
Las obras que se presentaron en el encuentro “Compartiendo experiencias”
Entre las obras presentadas, se destacó el libro “TUMOR, una mirada animada sobre el cáncer”, escrito por la psicóloga y especialista en Psicoprofilaxis Clínica y Quirúrgica, Mariana Naiman. Nació de su experiencia al ser diagnosticada con cáncer de mama y, a través de imágenes y textos breves, busca provocar la emoción de los lectores. “Me hubiese gustado contar con un libro así durante mi propio tratamiento”, afirmó Naiman, quien demostró su satisfacción al ver que su obra ayudaba a otros pacientes a expresar lo que muchas veces es difícil de comunicar.
Otra de las obras fue el fanzine “Lo que no decimos”, elaborado por Camila Gómez, estudiante de terapia artística que, durante la pandemia, realizó su tratamiento de cáncer de mama. Utilizó el humor y las imágenes para plasmar las frases que escuchaba mientras transitaba el proceso. Según comentó, ver cómo otras pacientes conectaron con su creación le generó una gran alegría. Para ella, compartir su experiencia fue el inicio de un nuevo camino hacia la expresión y la búsqueda de nuevos lenguajes artísticos.
El encuentro finalizó con la presentación de “El viaje del Zorro”, un libro escrito por Leonardo La Valle, quien enfrentó un cáncer renal durante diez años. Tras su fallecimiento, su esposa Analía Barberio compartió su obra con los asistentes. Para ella, el libro no solo le permitió a su esposo expresar sus emociones, sino que también le brindó a su familia una forma de conectar con sus propios sentimientos. Según explicó, este proyecto ayudó a sus hijos a procesar y aceptar la partida de su padre.
“Es una emoción infinita, saber que el cuento está ayudando a otras personas a atravesar la experiencia de la enfermedad, es sin dudas el mejor homenaje que podemos hacerle. Es trascendencia pura”, manifestó Barberio, cofundadora de la Red Cruzar, una organización cuyo objetivo es visibilizar la carga emocional de los niños, niñas y adolescentes cuando uno de sus padres o hermanos padece una enfermedad crónica.
La doctora Allemand concluyó que la humanización del abordaje del cáncer de mama se centra en la importancia de crear espacios donde las pacientes pudieran abrirse y sentirse acompañadas. Señaló que son esenciales para el bienestar emocional y mental, ya que no solo alivian el estrés, sino que también promueven la creación de una red de apoyo y solidaridad.
“Este tipo de encuentros permiten que cada persona pueda procesar la enfermedad de manera individual y personal, en lugar de verse empujada a seguir un modelo rígido de enfrentamiento o aceptación, se facilita un ambiente donde las pacientes pueden conectar con su propia experiencia de manera más sincera y profunda”, finalizó la experta.