Es una emoción frecuente, que invade todos los ámbitos humanos, que genera culpa y representa uno de los obstáculos más importantes para lograr la felicidad. Se trata de la envidia.
Como dijera en una nota reciente en Infobae el doctor Eduardo Abadi, médico psiquiatra, psicoanalista y escritor: “Obstaculiza la posibilidad de aprender, disfrutar, crecer y amar. En la envidia mi única preocupación es que el otro no tenga lo que a mí me falta”.
A raíz del éxito de la nueva serie “Envidiosa”, interpretada por Griselda Siciliani, este sentimiento del que poco se habla ha surgido a la luz y es materia de debates.
Pero, ¿qué es la envidia exactamente? La doctora en Psicología Gladis Mabel Tripcevich Piovano, miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina y autora del libro: “Envidia”, (Ed. Dunken), explicó a Infobae que es “un sentimiento de pesar por un bien ajeno, pero también es un deseo de emulación y un deseo honesto”.
La experta describió que es el único sentimiento que permite visualizar lo que no tenemos, lo que nos falta, por lo tanto provoca malestar. “De cómo se procese ese malestar, tendremos un sentimiento que apunta a concretar un deseo, hasta ese momento no del todo consciente tal vez, e ir por él (envidia constructiva); si no logra procesarse adecuadamente y partimos de la imposibilidad de concretarlo, estamos en presencia de la envidia destructiva, que es letal, pues apuntará a destruir el bien ajeno y/o a su poseedor de diversas maneras: ignorándolo, destruyéndolo (”si yo no puedo tenerlo, vos tampoco”), negando su valor, transformándolo en malo, etc.”
En diálogo con Infobae, Alexis Alderete (MP 85367), licenciado en Psicología, egresado de la Universidad del Salvador, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades, explicó que “la envidia es una emoción que surge cuando una persona experimenta un deseo por algo que otra persona posee, ya sea una cualidad, un logro o una situación en la que esa persona quisiera estar. Este sentimiento de comparación, al no poseer ese determinado objeto preciado, va acompañado de una sensación de insatisfacción o frustración, que puede generar resentimiento hacia la persona envidiada”.
Las personas experimentan la emoción de la envidia cuando empiezan a compararse con los éxitos o capacidades que tienen los demás, señaló el psicólogo. “Está relacionada con sentimientos de inferioridad, baja autoestima o insatisfacción personal, ya que lo que deseamos en el otro refuerza lo que percibimos como carencias propias. Mientras más cualidades posea la persona a la que se le tiene envidia, peor se va a sentir la persona, debido a que se siente inferior. Es una constante comparación”, afirmó.
Y describió que estos sentimientos se desarrollan en las primeras experiencias vitales. “Cuando esta emoción predomina en la vida cotidiana de las personas, se sienten impulsadas y motivadas para trabajar en obtener lo que los demás tienen, mejoran sus vidas y quienes son importantes para ellos. Pero también lleva a tener conductas de menospreciar o criticar la importancia de lo que tienen los demás, cuando poseen más que ellos, esto se lleva a cabo para igualar la sensación de inferioridad que están experimentando”, manifestó Alderete.
La envidia en las mujeres y en los hombres
En la serie Envidiosa, Vicky, la protagonista, envidia a sus amigas cada vez que se casan antes que ella. Y así entra en crisis y decide cambiar su situación antes de cumplir 40 años.
Pero ¿realmente siente envidia el personaje? La doctora Tripcevich Piovano respondió: “Sí, siente envidia, se la ve enajenada en el deseo de los otros, en su caso, sus amigas que se casan mientras ella no lo logra. Le da culpa sentir envidia, por eso no logra nunca lo que quiere, se sabotea porque la niega. No se escucha a sí misma. Quiere lo que tienen ellas, casarse, tener hijos, es un cliché, pero en el fondo solo quiere ser amada, sin embargo, al no escucharse a sí misma va tras los hombres que no le dan su lugar e ignora al que la ama, atrapada en conseguir lo que las otras tienen y cree que eso la hará feliz”.
La experta destacó: “Es común en las mujeres este tipo de envidia, en tanto mandato social vendido como la felicidad femenina. Pero la envidia no tiene sexo, la experimentan varones y mujeres.
Por su parte, el licenciado Alderete, señaló: “En el caso de las mujeres, por una presión sociocultural, predomina la valoración de aspectos interpersonales y la imagen por encima de otros, donde quieren tener la apariencia física de tal persona, el éxito social o tener un vínculo afectivo ideal. En los hombres predomina hacia la obtención de resultados profesionales, ascensos, objetos materiales y lograr cierto estatus económico a una determinada edad”.
Cómo trabajar positivamente la envidia
Para la doctora, es importante aceptar que “la envidia es un marcador del deseo, consciente o inconsciente, pero que muestra a quien la padece que desea algo que puede lograr, admitiendo que la persona envidiada está mostrando que eso deseado es posible. Y que no hay nada malo en desear, ambicionar algo”.
La experta instó a superar el malestar a través de la esperanza. “Es un malestar inicial, pues nos muestra la falta, eso de lo que carecemos y dependerá de nosotros conseguirlo. Lo que sucede es que experimentar envidia nos produce sentimientos de culpa, nos sentimos ‘malos’ pues está condenada por la tradición religiosa, como antes sucedía con la sexualidad. No olvidar que figura como un pecado capital. Por lo tanto, obtura, dificulta y condena el ambicionar. Todo esto es elaborable”.
Por su lado, el licenciado Alderete brindó las siguientes recomendaciones para gestionar la envidia de forma asertiva y que no traiga complicaciones para la vida cotidiana:
- Aprender a etiquetar y validar la emoción que estamos experimentando: En lugar de rechazar la emoción de la envidia, debemos reconocer qué es lo que nos está queriendo decir. ¿Por qué surge? ¿En qué momentos? La idea es que sirva de disparador para generar más preguntas que nos hagan conocernos en profundidad y saber cómo y qué eventos disparan la emoción.
- No ser tan severos en la autocrítica y la comparación. Luego de reconocer la emoción que surge dentro de nosotros, hay que empezar a tratarnos de una manera más amable, y especialmente enfocarse en las fortalezas y aquello que nos hace únicos en lugar de sufrir por nuestras carencias y la constante comparación.
- Tener en claro el proyecto de vida. Cambiar la perspectiva de lo que significa el éxito para cada persona, para no caer en la redundancia de la comparación con los demás. Si las personas pasan constante tiempo comparándose con la vida y los objetos de los demás, no están prestando la suficiente atención a desarrollar sus propios objetivos.
“Las personas en un determinado momento de la vida deben comprender que la envidia no es más que un reflejo de sus propios deseos no atendidos. Al identificar lo que realmente quieren, pueden convertir esa emoción en una guía hacia el crecimiento personal y alcanzar una vida plena”, concluyó el psicólogo.