El dilema del erizo: cómo encontrar la distancia justa para mantener relaciones afectivas saludables

Ni mucho ni tan poco. Acercarse demasiado a alguien puede implicar sufrimiento y alejarse, también. A esta dinámica se refiere la parábola del filósofo Arthur Schopenhauer que puede enseñar a encontrar el equilibrio adecuado para no salir lastimado. La opinión de los expertos a Infobae

Guardar
Las relaciones humanas se enfrentan al dilema del erizo descrito por Schopenhauer, una búsqueda constante de equilibrio entre cercanía y distancia emocional (Getty)
Las relaciones humanas se enfrentan al dilema del erizo descrito por Schopenhauer, una búsqueda constante de equilibrio entre cercanía y distancia emocional (Getty)

Arthur Schopenhauer fue un filósofo alemán, considerado uno de los más brillantes del siglo XIX y de mayor importancia en este saber occidental. Se lo considera el máximo exponente del pesimismo filosófico y entre sus obras, publicó una colección de ensayos titulada Parerga y Paralipómena en 1851, en la que presentó el llamado dilema del erizo, una metáfora sobre las relaciones humanas.

El filósofo describió que en un día muy helado, un grupo de erizos que se encuentran cerca sienten simultáneamente la necesidad de juntarse para darse calor y no morir congelados. Cuando se aproximan mucho, sienten el dolor que les causan las púas de los otros erizos, lo que los impulsa a alejarse de nuevo. Sin embargo, como el hecho de alejarse va acompañado de un frío insoportable, se ven en el dilema de elegir: lastimarse con la cercanía de los otros o morir.

Bajo esa idea, Schopenhauer mostró que los erizos habían quedado atrapados entre dos males: la soledad y el peligro de lastimarse los unos a los otros hasta lograr la distancia adecuada desde la cual puedan tolerarse mejor el uno al otro. ¿Realmente es así, los humanos nos debatimos entre esos dos extremos?

La doctora Graciela Moreschi médica, psiquiatra y escritora, respondió a Infobae: “Sí, estamos en medio de esos extremos y ahí está nuestra habilidad para adquirir herramientas y lograr la distancia adecuada. Por eso decimos que nos conformamos, con-formamos, de tomar forma, a partir del Otro, es en ese juego de distancias, en ese acercamiento y alejamiento permanentes en los que vamos delimitando nuestro yo”.

El dilema del erizo ofrece lecciones sobre la intimidad emocional, la autonomía personal y las complejidades de manejar las relaciones interpersonales
El dilema del erizo ofrece lecciones sobre la intimidad emocional, la autonomía personal y las complejidades de manejar las relaciones interpersonales

La doctora destacó que si no hubiera Otro que nos pone límites, el yo se expandiría totalmente: “Hay un Otro y nosotros ponemos límites a ese Otro y ahí está el juego entre las dos distancias: en el medio, hay un gran abanico de posibilidades para aprender a conformarnos como personas, de esto se tratan los vínculos”.

Por su parte la licenciada Roxana Rostan, psicoterapeuta del departamento de Pareja de Fundación Aiglé, explicó a Infobae: “Creo que podemos estar en esos extremos, pero que no es la única posibilidad, que como seres humanos, como seres relacionales, la necesidad de conexión es biológica y de supervivencia. Entonces, seguramente vamos a buscar conectar, lo que sucede es que muchas veces en esta desesperada búsqueda de conexión, podemos elegir conductas inhábiles y que, justamente, nos impidan conectarnos”.

¿Qué ocurre en estos casos? “Esas conductas inhábiles que nos incomodan, que nos duelen y hieren nos generan acciones que nos llevan a desconectar, a defendernos, a protegernos y, por lo tanto, producen el efecto contrario a la búsqueda. Por eso, quizás, el erizo también al desear el calorcito, al acercarse demasiado, realiza una conducta inhábil que lo lleva otra vez a separarse y a tomar una cierta distancia”.

El dilema del erizo de Schopenhauer nos hace pensar en cómo manejar las distancias óptimas en nuestras relaciones personales
El dilema del erizo de Schopenhauer nos hace pensar en cómo manejar las distancias óptimas en nuestras relaciones personales

La solución más plausible que propuso Schopenhauer a su dilema es mantener las relaciones sociales con cierta cercanía, pero también con algo de distancia para evitar males futuros, aunque que de esta forma no se satisfagan completamente las propias necesidades sociales.

La distancia en la pareja

En el contexto de la pareja, demasiada cercanía puede hacer sentir asfixia a algunas personas. Y el contrario, un cierto “desapego” emocional, producir sentimientos de vacío y desconexión. ¿Existe una distancia adecuada para estar juntos sin “pincharse” como los erizos?

De acuerdo a la licenciada Rostan, “el arte de estar en pareja tiene que ver con cómo construir ese espacio entre dos personas, lo suficientemente seguro para generar una conexión emocional profunda. Para ello hay algunos elementos que están presentes en esa conexión y son: la cercanía, la intimidad y la autonomía”.

La psicóloga explicó cada concepto: “La cercanía se centra en esa proximidad de compartir; la intimidad se refiere a la profundidad en la que vamos compartiendo nuestras vulnerabilidades, nuestros lugares más sensibles y nos vamos sintiendo seguros con un otro para mostrarnos tal cual somos. Finalmente, la autonomía es la capacidad de poder ser independientes dentro de una relación, de poder seguir creciendo como personas y también está relacionada con otro concepto que para mí es fundamental, que en toda relación existe, y que es la danza entre el amor y el deseo”.

En el contexto de pareja, el dilema del erizo simboliza la necesidad de equilibrar cercanía y espacio para un vínculo saludable (Imagen Ilustrativa Infobae)
En el contexto de pareja, el dilema del erizo simboliza la necesidad de equilibrar cercanía y espacio para un vínculo saludable (Imagen Ilustrativa Infobae)

“El amor como la acción que nos permite construir esa seguridad y a la vez el deseo que nos mantiene en un estado de alerta, pero una alerta no peligrosa, sino curiosa, despierta y presente para tener contacto con mis propias necesidades y con las necesidades del otro”, expresó Rostan.

Por su parte, la doctora Moreschi advirtió que cuando existe demasiada cercanía emocional, cuando hay control y demanda, una pareja puede ser asfixiante.

“Hay otra cercanía que también es preocupante y es el encastre perfecto y simbiótico donde no hay lugar para ningún tercero. Cuando hablo de tercero, me refiero a amigos, hobbies e intereses personales. En este caso, hay una cercanía teóricamente perfecta, pero peligrosa porque no da lugar a ese tercero”, señaló Moreschi.

La doctora afirmó que existe una pequeña insatisfacción que busca conectarse con otras personas, con otros intereses y en ese encastre perfecto no hay lugar para ellos: “Muchas veces este tipo de relación puede durar añares y en la vejez cuando uno muere, el otro lo hace al poco tiempo, no puede existir sin el otro o hace duelos terribles. En cambio, cuando existe ese juego que permite que la persona tiene la cercanía, pero además hay un espacio para abrirse al mundo, a sí mismo y desarrollarse ahí sí hay cambios, por supuesto, que en ellos puede haber un riesgo de que las cosas no vayan hacia el mismo lugar y en la pareja aparezcan incertidumbres, pero de esto se trata la vida”.

La doctora Moreschi señaló que la distancia adecuada es la que logra cada pareja o vínculos ya que esta dinámica se da con todos: con los hijos, los padres, los amigos, donde uno cuenta con el otro (Imagen Ilustrativa Infobae)
La doctora Moreschi señaló que la distancia adecuada es la que logra cada pareja o vínculos ya que esta dinámica se da con todos: con los hijos, los padres, los amigos, donde uno cuenta con el otro (Imagen Ilustrativa Infobae)

Y agregó: “Otro punto a considerar es la desconexión, ahora bastante promocionada socialmente, que es la atomización de los individuos, donde lo que importa es cada uno, con una distancia y tanta vida personal para no ceder ni negociar nada. Cada uno tiene su economía, sus amigos, sus intereses, su todo… Hay una suerte de desconexión y de no compromiso. Se está viendo que en un principio la persona permite descubrir y tener muchas experiencias, pero que a la postre la deja descomprometida y sola”.

La distancia adecuada para no hacernos daño y ser felices

Elizabeth Gilbert, autora de “Comer, Rezar, Amar”, mencionó en su libro el dilema del erizo para explicar que había aprendido a generar su propio calor interior.

El propio Schopenhauer también había hecho mención a esta posibilidad cuando afirmó que “quien tiene mucho calor interior propio preferirá mantenerse alejado de la sociedad para evitar dar o recibir problemas o molestias”. Con ello aludió, en términos amplios, a que se puede encontrar en la soledad lo que se busca en los otros, a través de aspectos como el desarrollo del intelecto y la apreciación del arte.

El enfoque de Gilbert afirmaba que cultivar este calor interior es esencial para mantener relaciones saludables, puesto que evita que dependamos completamente del calor de los demás.

El equilibrio entre cercanía e independencia es clave para mantener relaciones saludables, según los expertos consultados - (Imagen Ilustrativa Infobae)
El equilibrio entre cercanía e independencia es clave para mantener relaciones saludables, según los expertos consultados - (Imagen Ilustrativa Infobae)

Además de considerar esta posibilidad, la solución acertada a este dilema pasaría por encontrar la distancia óptima, al igual que propone el dilema del erizo: ni tan cerca de los demás como para salir herido, ni tan lejos como para morir de frío, afirman los expertos.

Para la doctora Moreschi, la distancia adecuada es la que logra cada pareja o cada vínculo “y no hablamos únicamente de pareja, porque esto se da en todas las relaciones: con los hijos, con los padres, con los amigos, donde uno sabe que cuenta con el otro, que puede confiar en el otro, y cuando hablo de confianza, no estoy hablando de fidelidad, sino de saber que el otro no va a utilizar nuestros puntos débiles para presionarnos, manipularnos o agredirnos”.

Entonces, continuó la doctora, “la distancia justa es cuando yo sé que cuento con el otro, pero al mismo tiempo no estoy controlado por el otro, no tengo que dar explicaciones, donde hay una negociación permanente en cuanto a saber que hay algo más que uno mismo que es el vínculo y en pos de ese vínculo uno hace concesiones, para no lastimar al otro, y a partir de ahí esto va a depender de lo que acuerde cada uno”.

Por su parte, la licenciada Rostan afirmó que la distancia adecuada es tarea de cada pareja, y la deben cocrear juntas.

El dilema del erizo expone cómo las relaciones humanas manejan el miedo a la soledad y la necesidad de cercanía emocional (Imagen Ilustrativa Infobae)
El dilema del erizo expone cómo las relaciones humanas manejan el miedo a la soledad y la necesidad de cercanía emocional (Imagen Ilustrativa Infobae)

“¿Cuál es la distancia adecuada en ese baile de la vida que están emprendiendo juntos? La respuesta me lleva a la metáfora del tango. Porque cuando uno observa cómo se produce esa danza de acercamiento y distancia a veces se necesita una proximidad y otras, un lugar y un espacio; en momentos se avanza y luego se retrocede, y puede producirse una tensión y luego volver a encontrarse en este juego”, detalló la psicóloga.

Y continuó: “Mantener una relación saludable tiene que ver con ese poder sostener esa conexión emocional profunda en un espacio de seguridad, donde cada uno de los integrantes vayan construyendo una intimidad con el otro, con quien compartir sus zonas vulnerables, sensibles y también donde va a poder acudir y acercarse. Pero también, cuando lo necesite, tener su propio espacio porque esa conexión segura lo que va a generar, justamente, es potenciar las individualidades y no todo lo contrario, porque si yo puedo ver al otro y ser visto, eso me asegura el deseo de estar conectado con la avidez de la vida”.

Finalmente, la experta recomendó “sostener la capacidad de aventura, el misterio de lo que no sabemos del otro, no tenemos que saber todo... la curiosidad nos va a despertar lo creativo, el juego que nos va a sorprender, que nos va a dar alegría, todo en un marco de conexión emocional segura”.

Y agregó: “Esa distancia justa es un equilibrio dinámico entre estos movimientos, entre cercanía, intimidad y autonomía y para eso necesitamos estar atentos a no desconectarnos de nosotros mismos, a no desconectarnos del otro, porque si no corremos el riesgo de proyectar nuestros deseos, a lo mejor insatisfechos, y lo podemos hacer de forma de reclamo, de crítica, de protesta, y eso sí lastima y duele. Todo esto es así, como el erizo cuando reconoce sus púas. Se encuentra la distancia justa en ese trabajo de cocreación también cuando se van conociendo cada uno y encontrando para no lastimarse cuando los pinches surjan”.

Guardar