De acuerdo a los últimos datos emitidos por la Organización Mundial de la Salud, en 2020, el cáncer se convirtió en la principal causa de muerte en el mundo, con un total de casi 10 millones de fallecimientos. Una cifra que se traduce en “casi una de cada seis de las que se registran” a nivel global. En tanto, entre los tumores más comunes se encuentran el de mama, el de pulmón, el de colon y recto, y el de próstata.
En ese sentido, desde Our World in Data, la organización de medición de datos mundial que depende de la Universidad de Oxford, advierten que “en 2021, alrededor del 15 % de todas las muertes fueron por cáncer, lo que lo convierte en una de las causas de muerte más comunes a nivel mundial”.
En tanto, en la región de las Américas, en 2022, fue responsable de 1,4 millones de muertes, siendo que el 45,1% de estas ocurrieron en personas de 69 años o menos, advierte la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Ese mismo año, se estimaron 4,2 millones de casos en la región, una cifra que se prevé aumente a 6,7 millones para el año 2045.
Lo cierto es que cáncer es un término “amplio utilizado para aludir a un conjunto de enfermedades que se pueden originar en casi cualquier órgano o tejido del cuerpo cuando células anormales crecen de forma descontrolada, sobrepasan sus límites habituales e invaden partes adyacentes del cuerpo y/o se propagan a otros órganos”, describen desde la OMS. Cuando sucede esto último, se denomina “metástasis” y ocurre cuando los tumores llegan a otras partes del cuerpo mediante los sistemas sanguíneos o linfáticos, la cual es “una importante causa de defunción”.
El envejecimiento es uno de los factores que ha sido identificado como responsable del creciente aumento de casos de cáncer en todo el mundo. Sin embargo, la tasa de mortalidad ajustada por edad ha disminuido en varios países, indican desde Our World in Data. Las razones de caída en las defunciones se relaciona con las mejoras en el diagnóstico, los avances en la investigación médica, las iniciativas de salud pública y la reducción de factores de riesgo, como el tabaquismo y ciertos patógenos que provocan cáncer.
Pulmón, colorrectal, estómago y mama: los principales tumores
Pese a que el cáncer de pulmón se posiciona como el tumor que más muertes causa, cuando se lo analiza por género, el de mama es el responsable del mayor número de defunciones entre las mujeres.
Según estimaciones del Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME), una organización independiente de investigación en salud poblacional con sede en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington (Estados Unidos), el cáncer de pulmón tiene la tasa de mortalidad más alta, seguido por el cáncer colorrectal, el de estómago y el de mama.
El cáncer de pulmón tiene la tasa de mortalidad más alta, seguido por el cáncer colorrectal, el de estómago y el de mama. Estas cifras se basan en datos de registros vitales, hospitalarios, registros de cáncer y autopsias verbales, los cuales son analizados por el IHME mediante la aplicación de modelos estadísticos para cubrir países con falta de información.
En ese tono, desde OWD advierten que “la alta tasa de mortalidad por cáncer de pulmón se debe principalmente al impacto del tabaquismo”.
Mediante el uso de información de la base de datos de mortalidad de la OMS, desde la organización de medición británica, indicaron que, según el análisis realizado a certificados de defunción “completados por profesionales de la salud y el derecho y recopilados por los registros vitales nacionales”, entre los hombres el cáncer de pulmón es el más letal en muchos países, aunque en otros prevalecen el de próstata, hígado y estómago. Mientras que, entre las mujeres, el de mama lidera la mortalidad en varias naciones, aunque en otros predominan el de pulmón, el de hígado y el de estómago.
Por su parte, en su última actualización, la OMS asegura que los tipos de cáncer más diagnosticados en 2020 fueron el de mama con 2,26 millones de nuevos casos, seguido por el de pulmón (2,21 millones), colorrectal (1,93 millones), próstata (1,41 millones), piel no melanoma (1,20 millones) y gástrico (1,09 millones).
Mientras que, en cuanto a la mortalidad, los tipos de cáncer que más defunciones provocaron en 2020 fueron: pulmón (1,8 millones de fallecimientos), colorrectal (916 mil), hepático (830 mil), gástrico (769 mil) y mama (685 mil). En tanto, aunque la prevalencia de los tipos de cáncer varía según el país, el de cuello uterino es el más común en 23 países.
En lo que se refiere a las Américas, la OPS asegura que en 2022, en los hombres, los tipos de cáncer más diagnosticados son el de pulmón (11,7%), colorrectal (10,2%), próstata (8,6%) y vejiga (5,9%); mientras que en las mujeres predominan el de mama (30,7%), pulmón (10,3%), colorrectal (9,6%) y el de cuerpo uterino (6,4%).
En cuanto a la mortalidad, en esta región, los tipos de cáncer con las tasas más elevadas en hombres son el de pulmón (20,6%), próstata (14,5%), colorrectal (10,6%), páncreas (7,0%) y hígado (6,6%). En las mujeres, los que causan más muertes son el de pulmón (18,4%), mama (17,5%), colorrectal (10,6%) y páncreas (7,2%).
Los riesgos de cáncer aumentan considerablemente con la edad
Los datos recogidos entre 2018 y 2022 por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos, indican que las tasas de mortalidad por cáncer aumentan considerablemente con la edad. Este fenómeno se encuentra relacionado con varios factores, algunos de ellos están vinculados con que las células acumulan daños en el ADN, lo que incrementa las posibilidades de que se generen mutaciones que pueden derivar en cáncer.
Esta situación también es advertida por la OMS, ya que aseguran que “la incidencia del cáncer aumenta muchísimo con la edad, muy probablemente porque se van acumulando factores de riesgo de determinados tipos”, a la cual se suma una “pérdida de eficacia de los mecanismos de reparación celular que suele ocurrir con la edad”.
Dicho de otro, cae la capacidad del cuerpo para reparar el ADN, junto con un debilitamiento del sistema inmunológico, “lo que dificulta la identificación y eliminación de células anormales antes de que se multipliquen”, destacan desde OWD. Asimismo, la exposición prolongada a factores de riesgo como el tabaquismo o la radiación, y la presencia de infecciones virales como el VPH, también contribuyen al desarrollo del cáncer.
Además, el máximo ente sanitario internacional posiciona al “tabaquismo, el alcohol, una alimentación poco saludable, la inactividad física y la contaminación del aire como factores de riesgo de cáncer y de otras enfermedades no transmisibles”. También puede sumarse la acción de algunas infecciones en el desarrollo de la patología: “Cerca del 13% de los casos de cáncer diagnosticados en el mundo en 2018 se atribuyeron a infecciones carcinógenas, especialmente las causadas por Helicobacter pylori, los papilomavirus humanos, los virus de la hepatitis B y de la hepatitis C y el virus de Epstein-Barr”.
Según detallaron, los virus de las hepatitis B y C incrementan significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de hígado, ciertos tipos de papilomavirus humanos (VPH) aumentan la probabilidad de padecer cáncer de cuello uterino, y la infección por VIH eleva hasta seis veces el riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino y eleva de manera considerable la aparición de otros tipos, como el sarcoma de Kaposi.
Vale destacar que, en ciertos órganos, el desarrollo de cánceres es poco común sin la influencia de factores de riesgo, que pueden afectar de manera específica a determinados grupos etarios, como ocurre con el virus del papiloma humano (VPH), que se transmite mediante el contacto sexual y está asociado con varios tipos de cáncer.
Reducción de la mortalidad por cáncer y el impacto del envejecimiento poblacional
Aunque el mundo muestra un aumento en las muertes por cáncer, principalmente debido al crecimiento y envejecimiento de las poblaciones, y a que las tasas de mortalidad por esta enfermedad crecen drásticamente con la edad, al analizar la tasa bruta de mortalidad se nota un ligero cambio, ya sea en aumento o disminución con el tiempo. No obstante, cuando también se considera el envejecimiento de la población, mediante la tasa de mortalidad estandarizada por edad, se observa una disminución más significativa.
En ese tono, la OMS asegura que, entre el 30% y el 50% de los casos de cáncer pueden evitarse mediante la reducción de factores de riesgo y la implementación de estrategias preventivas basadas en evidencia. Además, la carga de la enfermedad puede disminuir con detección precoz, atención adecuada y tratamiento oportuno. Si el cáncer se diagnostica y trata a tiempo, las posibilidades de curación para muchos tipos aumentan considerablemente.
Un ejemplo de esta situación, de acuerdo a OWD, es el caso de Estados Unidos, en el cual la tasa de mortalidad estandarizada por edad se redujo en un tercio entre 1990 y 2021, una situación que se traduce en que, para una persona de una edad determinada, la probabilidad de morir por cáncer en 2021 es un tercio menor que en 1990.
En dicho país, las muertes por cáncer de estómago disminuyeron significativamente. En 2021, las tasas de mortalidad estandarizadas por edad fueron casi nueve veces menores que en 1950. La mayoría de los casos de este tipo de cáncer están asociados a la infección por la bacteria Helicobacter pylori, que puede provocar inflamación crónica y, en algunos casos, derivar en cáncer de estómago.
Esta reducción en las tasas de mortalidad probablemente se deba a mejoras generales en el saneamiento, el acceso a agua potable, las prácticas de seguridad alimentaria, el uso de antibióticos y una mayor higiene, más que a intervenciones específicas contra el cáncer de estómago. Desde que se identificó la Helicobacter pylori en la década de 1990, se han implementado pruebas de detección, análisis y tratamientos con antibióticos para prevenir la progresión de la infección hacia el cáncer. Algunos países incluso han probado programas nacionales de detección y eliminación de la bacteria con antibióticos, logrando importantes reducciones en la prevalencia de la bacteria, infecciones estomacales y cánceres.
Esta reducción en las tasas de mortalidad se atribuye a mejoras en el saneamiento, mayor acceso a agua potable, mejores prácticas de seguridad alimentaria, el uso de antibióticos y una mayor higiene, en lugar de intervenciones específicas contra el cáncer de estómago. Desde la identificación de la Helicobacter pylori en la década de 1990, se implementaron pruebas de detección, análisis y tratamientos con antibióticos para prevenir que la infección progrese a cáncer, adeemás de programas nacionales de detección y eliminación de la bacteria.
Según Our World in Data, el descenso en la mortalidad por cáncer responde a varios factores clave, como la mejor detección y el diagnóstico temprano, los avances en la investigación médica (incluyendo tratamientos como la quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y cirugía), y los esfuerzos de salud pública que han reducido los factores de riesgo conductuales, como el tabaquismo, así como la exposición a carcinógenos, toxinas ambientales e infecciones que provocan cáncer.
Lo cierto es que la mortalidad por cáncer se puede reducir si se detecta y trata en fases tempranas, aseguran desde la OMS. Esta acción incluye dos enfoques: diagnóstico precoz y tamizaje (cribado).
Diagnóstico precoz
La identificación temprana aumenta las probabilidades de que el cáncer responda al tratamiento, mejorando la supervivencia, reduciendo la morbilidad y bajando los costos. Asimismo, el diagnóstico precoz de cánceres sintomáticos debe aplicarse en cualquier contexto y para la mayoría de los tipos, enfocándose en reducir retrasos y obstáculos en el acceso a diagnóstico y tratamiento. Este enfoque incluye tres aspectos esenciales:
- Reconocimiento de síntomas: identificar signos y acudir al médico ante cualquier anomalía.
- Acceso a evaluación y diagnóstico: garantizar la disponibilidad de servicios clínicos para examinar y diagnosticar.
- Derivación oportuna: enviar al paciente a tratamiento especializado sin demoras.
Tamizaje (cribado)
El tamizaje permite detectar signos de cáncer o lesiones precancerosas en personas sin síntomas. Cuando se encuentran anomalías, se deben hacer más pruebas para confirmar el diagnóstico y, si es necesario, derivar al paciente a tratamiento. Este método es eficaz para algunos tipos de cáncer, aunque más complejo y costoso. Ejemplos incluyen las pruebas de detección del VPH para prevenir el cáncer de cuello uterino y las mamografías para mujeres de 50 a 69 años. La selección de pacientes se basa en factores de riesgo y edad para evitar falsos positivos.