Especialistas en geriatría e infectología realizaron un llamado a mejorar los niveles de vacunación en personas mayores. Los expertos recalcaron la importancia de aumentar la cobertura en adultos de 65 años o más, dado que las tasas actuales se encuentran muy por debajo de lo recomendado, según el planteo realizado en el marco del XX Congreso Argentino de Gerontología y Geriatría.
Este 1 de octubre, Día Internacional de los Adultos Mayores también conocido como Día Internacional de las Personas de Edad, instituido por las Naciones Unidas para reivindicar los derechos de este grupo etario, los expertos señalaron que el esfuerzo por difundir la vacunación es clave para prevenir enfermedades infecciosas y promover una buena calidad de vida de este sector de la población.
Las enfermedades infecciosas en los mayores pueden afectar su salud en general y comprometer órganos vitales como el corazón y los pulmones. Además, este tipo de patologías puede limitar su capacidad para llevar una vida activa e independiente, lo que subraya la relevancia de una inoculación oportuna y completa en este grupo de la población.
El Congreso fue el escenario para la presentación del Documento de consenso sobre el uso de vacunas en personas mayores, una iniciativa conjunta de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y otras instituciones científicas. El documento fue elaborado por un panel interdisciplinario compuesto por 17 expertos que analizaron la situación actual y los beneficios de la vacunación en los mayores.
El encuentro, celebrado en Mar del Plata, reunió a expertos de todo el país para abordar las problemáticas y soluciones en la atención geriátrica. La presentación del consenso fue uno de los momentos más destacados, al poner en agenda la necesidad de adoptar estrategias más efectivas para proteger la salud de las personas mayores a través de la inmunización.
Al respecto, el doctor Matías Manzotti, médico geriatra y presidente de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (SAGG), destacó: “La vacunación en las personas mayores es importante para prevenir enfermedades infecciosas, pero también para preservar su funcionalidad y robustez, así como para evitar el deterioro que puede generar una infección en esa etapa de la vida”.
Por su parte, la doctora Miriam Rozenek, directora del Consejo de Infectogeriatría de la SAGG y miembro de la comisión de vacunas de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) y de la comisión directiva de la SAGG, precisó que se busca “empoderar al médico para que exija que el Calendario Nacional de Vacunación se cumpla y que los vacunatorios sean accesibles en términos de horarios y arquitectura, ya que hablamos de personas mayores; y también queremos empoderar al paciente, que es el destinatario de esta práctica preventiva”.
El Ministerio de Salud de la Nación indica que las personas mayores de 65 años deben seguir recibiendo refuerzos de las vacunas ya aplicadas y completar los esquemas de vacunación para protegerse contra enfermedades como la gripe y el neumococo, que pueden causar complicaciones graves en esta etapa.
Entre otros puntos, la cartera sanitaria establece una dosis anual de la vacuna antigripal; para la vacuna contra el neumococo, se plantea un esquema secuencial de dos vacunas: primero, la vacuna conjugada 13 valente y, al año siguiente, la vacuna polisacárida 23 valente.
En cuanto a la vacuna doble bacteriana, se debe iniciar o completar un esquema de tres dosis y luego continuar con una dosis de refuerzo cada 10 años. “Las vacunas del Calendario Nacional de Vacunación no necesitan receta ni tienen costo, y están disponibles para toda la población de nuestro país”, valoró Manzotti.
Con relación a la vacuna contra el COVID-19, el Documento de consenso sobre el uso de vacunas en personas mayores de la SAGG menciona que puede aplicarse anualmente junto con la antigripal, excepto en las personas severamente inmunocomprometidas o personas mayores con fragilidad moderada o severa, que deben recibirla cada seis meses.
Mientras que, sobre la vacuna contra la difteria y el tétanos, la SAGG aconseja aplicar una dosis de refuerzo cada 10 años en las personas mayores sin límite de edad, así como una dosis de refuerzo de vacuna triple bacteriana acelular contra la difteria, el tétanos y la coqueluche (dTap) en personas mayores de 65 años en caso de que no hayan sido vacunados previamente con dTap, en reemplazo de una de las dosis habituales de difteria-tétanos.
Cabe resumir que la difteria es una enfermedad infecciosa que afecta frecuentemente las vías respiratorias, mientras que el tétanos es causado por una bacteria que produce una toxina que afecta el sistema nervioso. En tanto, la coqueluche, también llamada tos convulsa o tos ferina, es el resultado de varios factores de virulencia y es muy contagiosa, ya que se propaga a través de microgotas al toser o estornudar.
“Con la pandemia —desarrolló Rozenek— disminuyeron todas las coberturas vacunales, tanto en niños como en adultos. Esto se asocia a emociones negativas relacionadas con el COVID, por lo que la gente dejó de vacunarse no solo para COVID sino también para otras patologías inmunoprevenibles, lo que se refleja en una baja de coberturas en todas las vacunas y en todo el país”.
La SAGG también recomienda la vacunación contra el herpes zoster (HZ) en personas mayores y enfatiza la indicación para quienes tienen enfermedades cardiovasculares, respiratorias, hepáticas o renales crónicas, así como para quienes tienen diabetes o presentan inmunocompromiso, son mayores de 70 años. El HZ, llamado popularmente en Argentina ‘culebrilla’, es una enfermedad producida por el virus varicela zoster, el cual tiene la capacidad de permanecer latente durante años.
Para el doctor Manzotti, al decidir si aplicar o no una vacuna a una persona mayor, los médicos valoran tanto la edad biológica como la funcionalidad, a veces por encima incluso de la edad cronológica. “A veces estamos frente a una persona que tiene 60 o 65 años y está frágil, y otras veces estamos ante otra de 80 años que hace deporte y es robusta. La edad, si bien es un factor a tener en cuenta, no es el único”, resaltó el experto.
Otra vacuna recomendada por el Consenso de la SAGG es la del virus sincicial respiratorio (VSR) en mayores de 60 años, especialmente en quienes tienen comorbilidades que incrementan su riesgo de complicaciones respiratorias, como pueden ser las enfermedades cardiovasculares, respiratorias, hepáticas, renales crónicas y diabetes, o quienes fuman. El VSR provoca brotes estacionales de enfermedades respiratorias en los meses más fríos.
“Las enfermedades respiratorias generan un grado de inflamación dentro del organismo que se asocia con eventos cardiovasculares. Al vacunarse, por lo tanto, se contribuye a prevenir también un evento cardiovascular, y a la vez estamos previniendo que una persona robusta, entera y funcional tenga que internarse y comenzar a deteriorarse por un evento que es prevenible con una vacuna”, explicó Rozenek.
Por su parte, Manzotti enfatizó: “El Consenso busca visibilizar la necesidad de que los médicos que atienden a personas mayores, no importa cuál sea su especialidad, tengan presente la vacunación como una herramienta de prevención”, aunque también comentó que nuestro país tiene un sistema de salud “fragmentado y heterogéneo, donde algunas provincias tienen bien articulada la vacunación, sobre todo de las vacunas incluidas en el calendario, pero también hay zonas donde no es tan accesible”.
Contra la hepatitis A, en tanto, la SAGG aconseja la vacunación solo en personas mayores con factores de riesgo específicos, como tener una enfermedad hepática crónica o hemofilia, o quienes viajan a áreas de mediana o alta endemicidad o son personal de salud de atención pediátrica, entre otras actividades. Para aplicar esta vacuna debe realizarse previamente un análisis de sangre para constatar que la serología de anticuerpos sea negativa.
Con respecto al dengue, la SAGG considera en el Consenso que el uso de vacunas contra esta enfermedad en personas mayores puede ser prometedor, especialmente por el alto riesgo que enfrenta este grupo etario al contraer dengue, pero también advierte que aún no se dispone de la evidencia necesaria para hacer una recomendación a favor o en contra de su aplicación en este grupo etario.
Manzotti concluyó: “Hay un rol muy importante del médico, que es la prevención. Dentro de las prácticas preventivas de la consulta anual, que muchas veces se dirigen hacia patologías oncológicas o cardiovasculares, debe formar parte también la valoración de cuáles son las vacunas que el paciente tiene y cuáles le faltan”.