Las alergias respiratorias se intensifican en determinadas épocas del año, especialmente durante la primavera. Este aumento de síntomas alérgicos está directamente relacionado con fenómenos naturales como la floración, los cambios en la temperatura y la presencia de vientos. Estos factores desencadenan respuestas exageradas del sistema inmunológico en personas alérgicas y pueden causar molestias, en algunos casos, incapacitantes.
La floración, uno de los principales desencadenantes de las alergias primaverales, es un proceso natural que se acelera, entre otras cosas, debido a los efectos del cambio climático. El aumento de las temperaturas globales y la mayor concentración de gases como el dióxido de carbono aceleran la fotosíntesis de las plantas, lo que a su vez intensifica su proceso reproductivo.
Este incremento en la actividad de las plantas aumenta la producción de pólenes, los cuales son transportados por el viento y se dispersan en grandes cantidades, provocando, en muchos casos, cuadros de rinitis alérgica en quienes padecen esta condición.
Durante esta época, en tanto, la polinización se convierte en otro de los desafíos para las personas alérgicas. El polen, que es extremadamente liviano, puede viajar varios metros impulsado por las corrientes de aire, lo que agrava los síntomas respiratorios.
La tos es un síntoma común en personas que padecen alergias respiratorias, como la rinitis o el asma, la cual suele ser provocada por la irritación de las vías respiratorias debido a la exposición a alérgenos como el polen, los ácaros del polvo o la contaminación ambiental. Durante la primavera, la concentración de estos alérgenos en el aire aumenta considerablemente y agrava los síntomas en quienes ya sufren alergias.
La combinación de alergias no tratadas y una tos persistente puede empeorar significativamente la calidad de vida de las personas, dificultando el sueño, afectando el rendimiento diario y provocando irritación crónica de las vías respiratorias. Cuando se prolonga por semanas, sobre todo si se presenta con síntomas como congestión nasal o picazón en los ojos, es esencial acudir a la consulta médica.
Así, la tos, el picor en los ojos y la congestión nasal son solo algunos de los signos de que el sistema inmunitario está respondiendo a la presencia de alérgenos en el ambiente. Las crisis alérgicas se agravan en días ventosos, ya que las ráfagas intensas dispersan los pólenes a mayores distancias y aumentan su concentración en el aire.
El impacto del cambio climático
El impacto del cambio climático en las alergias es cada vez más evidente. Las estaciones se han vuelto más impredecibles y, además, fenómenos meteorológicos como las olas de calor, las lluvias intensas y los cambios bruscos de temperatura alteran el comportamiento de las plantas y empeoran los cuadros alérgicos.
Estos eventos no solo afectan a las personas alérgicas, sino que también contribuyen al aumento de enfermedades respiratorias en general.
Los árboles de plátano, una especie común en áreas urbanas, son conocidos por su alta capacidad de polinización. Durante la primavera, sus pólenes se dispersan ampliamente, provocando reacciones alérgicas en quienes están expuestos.
Este árbol, según los registros históricos, fue introducido en nuestro país durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, y, en lo que refiere a la salud respiratoria, es uno de los principales responsables de las alergias primaverales, ya que sus pólenes permanecen en el aire por largos periodos.
La liberación de pólenes bioactivos, al entrar en contacto con las mucosas nasales y oculares, desencadena una serie de síntomas que incluyen estornudos, tos, picazón en los ojos y congestión nasal, entre otros.
Cómo enfrentar las alergias primaverales
Para enfrentar los efectos de la floración y la dispersión de pólenes, existen una serie de recomendaciones que pueden ayudar a reducir los síntomas alérgicos, principalmente.
- Evitar el contacto directo con plantas productoras de polen.
- Lavar las manos y el rostro con frecuencia.
- Utilizar gafas y mascarillas al aire libre.
- Ventilar los ambientes de la casa en horas del mediodía, cuando la concentración de polen es más baja.
- Secar la ropa en interiores para evitar que los pólenes se adhieran a las prendas.
Además de las medidas preventivas relacionadas con la exposición al polen, la piel también requiere cuidados específicos durante la primavera. El aumento de la temperatura y la exposición al sol pueden irritar la piel, especialmente en personas con alergias cutáneas como dermatitis atópica o rosácea. El uso de protectores solares con factor 30 o 50 es esencial para proteger la piel de los efectos dañinos de la radiación ultravioleta. También se recomienda mantener una hidratación adecuada, bebiendo al menos dos litros de agua al día, y seguir una dieta balanceada rica en frutas y verduras para fortalecer la salud de la piel.
Es importante señalar que las alergias no solo afectan el sistema respiratorio y la piel, sino que también pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida. La tos, la congestión nasal y otros síntomas alérgicos pueden interferir con las actividades cotidianas y el descanso nocturno, causando irritabilidad y fatiga. Por ello, es crucial seguir las recomendaciones de los especialistas y consultar a un médico ante la aparición de síntomas severos o persistentes.
El control del entorno es clave para reducir la exposición a los alérgenos. En el hogar, se recomienda limpiar con trapos húmedos para evitar que el polvo y los ácaros, otros alérgenos comunes, se acumulen en las superficies. Los plumeros, que levantan el polvo en lugar de eliminarlo, deben evitarse. También es importante mantener el dormitorio libre de objetos que acumulen polvo, como peluches y libros, y lavar la ropa de cama con frecuencia a altas temperaturas.
* Doctora Stella Maris Cuevas (MN: 81701). Médica otorrinolaringóloga experta en olfato. Alergista y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA).